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Asedio de Milán [1526] - El inicio de la guerra de la Liga de Cognac

spagnoli non sono homini in ordine a la guerra se non sono usadi, come è questi sono in Italia
Gasparo Contarini, embajador veneciano ante el Emperador. Noviembre de 1525

li qual fanti [spagnoli] è homini disposti e valentissimi, usadi in le guerre de Italia dal 1509 in qua
Marco Antonio Venier, sobre el ejército imperial en Lombardía, 4 de noviembre de 1525


Et che haveano mille homini d’arme et 12 milia fanti homini lutti experti et valentissimi quali fariano per 36 milia di altri, et che loro spagnoli non voleano esser se non la tertia parte, zoè di le tre parte una contra Io exercito ecclesiastico et di la Signoria nostra Illustrissima, digando lui che non sono homini di guerra, et che certissimamente facendo la giornata sariano vincitori.
Extracto del parlamento del marqués del Vasto a los capitanes imperiales en junio de 1526
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La ocupación de Milán

Una vez derrotado el francés y expulsado de Italia tras la batalla de Pavía [24 de febrero de 1525], la permanencia del ejército imperial en Lombardía, que se suponía había luchado para conseguir la restitución de Francesco Maria Sforza como duque de Milán, generó una considerable preocupación entre los príncipes y estados italianos [principalmente el Papado y Venecia] los cuales temían que Carlos V pretendiese hacerse señor de toda Italia. También ocasión un notable resquemor en el legítimo señor de Milán, [Nota 1a] que se veía desposeído de su poder al tener que mantener unas tropas que no se hallaban a su mando.
Además, los soldados, no recibiendo sus pagas, vivían sobre la tierra - "comen a discreción", según Lope de Hurtado - lo que generaba agravios y rencores de la población. El Emperador había dado órdenes de que las tropas se alojaran fuera del ducado, pero esas instrucciones no se habían seguido por motivos diversos [1b].

En Alemania, el Archiduque Fernando, en nombre del Emperador, coaligado con la Liga de Suabia - formada por príncipes, obispos y ciudades imperiales - libraba una batalla contra los campesinos alzados en armas, que inspirados por las ideas reformistas de Lutero, pero radicalizados en fondo y forma, habían iniciado una revolución socio-religiosa que perseguía el fin de la iglesia católica, de la servidumbre y de los privilegios de los nobles.
El propio Fernando libraba a título particular su propia batalla en Austria, las tierras patrimoniales de los Habsburgo, y tenía comprometido en ellos muchos recursos humanos y materiales. El más famoso de los capitanes de los lansquenetes, George Frundsberg, dirigía sus tropas, recuperando Salzburgo a mediados de septiembre. También Nicholas, conde de Salm, otro de los capitanes alemanes de Pavía se hallaba en la lucha contra los villanos, esta vez, comandando caballería.
Dado ese esfuerzo de guerra en el corazón de Alemania, los imperiales que se hallaban en el norte de Italia no podían esperar en caso de guerra un rápido socorro de lansquenetes como en ocasiones anteriores.

Los estados italianos, príncipes, señorías y el Papa, acabaron acordando una alianza [1c] para expulsar a las tropas imperiales de Italia y mandaton emisarios a Suiza [1d] para negociar una gran leva de tropas con las que luchar Italia. Por su parte, Gerónimo Morone, gran canciller de Milán, urdió un plan para hacer del marqués de Pescara, capitán general de los imperiales, traidor a su señor natural, ofreciéndole la capitanía general del ejército de la Liga [hecha entre Francia [1e], Venecia, Papado y Milán] prometiéndole en recompensa la investidura del reino de Nápoles. Pescara se avino a negociar un tiempo con Morone para conocer el alcance de la conjura, y recabada la información, procedió a su captura el 16 de octubre de 1525, llevándolo preso a Pavía.
Los "buenos y leales servidores" se convertían en "rebeldes y traidores"[1f].

El duque, viendo tantas plazas fuertes del ducado tomadas por los imperiales, que pretendían su consentimiento formal para su ocupación - lo que era una cesión de la soberanía - quedó recluido en el castillo de Milán, al ser este cercado a partir del 13 de noviembre de 1525, quedando la ciudad en manos de lansquenetes y españoles.

El castillo de Milán, entre 1521 y 1536. 
A medida que el cerco se prolongó, el grueso del ejército acabó alojado en Milán, aumentando la "taglia" o "taglione" que imponía el ejército para su mantenimiento, e intensificándose también la brutalidad con que se cometían las exacciones por parte de las tropas.

El duque ocupaba el castillo con una guarnición de 700-800 soldados, los lansquenetes cercaban el castillo, y el resto de lansquenetes, españoles e italianos al servicio del Imperio se hallaban acuartelados por la ciudad o en los burgos - fuera de las murallas. El control de las puertas, no obstante, permanecía en manos de compañías milanesas leales a su patria, y por lo tanto, en la ciudad no podía entrar quien quisiera.


Alzamiento popular contra los imperiales

El pueblo de Milán, que se hallaba mal dispuesto [2] contra alemanes y españoles "diavoli de lo inferno" antes de ponerse el cerco sobre el castillo de Milán, acabó bajo tanta presión que tras una nueva demanda - de quince mil escudos a pagar en el plazo de tres días - organizó tres días de procesiones, esperando que Dios les inspirase una respuesta adecuada ante esta última imposición de los ocupantes. La respuesta fue alzarse en armas, alzamiento ejecutado la jornada del jueves 26 de abril de 1526, que fue vivido sin demasiado entusiasmo por el "populo" [3].

Los alzados saquearon la Corte Vechia [hoy Palazzo Reale, junto al Duomo] donde se alojaba la jefatura del ejército imperial, acabando con 200 infantes italianos que se hallaban a su guardia - a pesar de que "el capitán atajó las calles vecinas del palacio con trabos y tablas" - robando ropa y caballos, e igualmente saquearon otros alojamientos de imperiales repartidos por toda la ciudad. También consiguieron tomar unas cuantas puertas de la ciudad y el "campanón" del Duomo, que tocado a rebato ["campana a martello"] llamaba a toda la población a movilizarse.

La guarnición del castillo, viendo a la población luchar contra los enemigos, hizo una salida para sumarse a los esfuerzos de sus paisanos, que gritaban "Ducha, Ducha. Libertà, libertà" y "Francia,
Papa et Marco", invocado este último por ser patrón de Venecia. La mayoría venían "desbandados y sin gobierno" y poquísimos se hallaban con armas [4] de manera que hallándose con los soldados en ordenanza, la mayoría se retiraba, tornándose a casa.


Se vio en aquel día quanta ventaja hazen los soldados viejos a la gente no exercitada

Historia de las cosas que han passado en Italia desdel anno 1521 hasta 1530 sobre la restitucion del duque Francisco Sforcia [1536] [4b]

El tumulto apenas duró una jornada, tras morir en él unos quinientos hombres, pues el día 26 se acordó una tregua, a la conclusión de la cual contribuyó la mayor pericia de las tropas profesionales, que tomando los edificios altos se dedicaron a disparar su escopetería y arcabucería [5], así como las promesas de perdón cuasi general [6], de no imponer nuevas "taglias" y de impedir la llegada de más soldados a la ciudad.

Asegurarse un buen lugar para disparar aportaba numerosas ventajas. En este caso, no es un edificio, sino una plataforma con parapeto construida ex profeso para tirar con arcabuz. Fl. Vegetii Renati ... De re militari libri quatuor. Sexti Iulii Frontini... De Strategmatis libri totidem. Aeliani de instruendis Aciebus liber unus, ed.1553


Los alemanes en sus cuarteles [7] próximos al castillo, amén de abastionarse y hacer reparos con tablas y muebles se dedicaron a quemar edificios para evitar que los aprovechasen tiradores en su contra, contribuyendo al caos.

El día 27 se dio bando que nadie podía portar arma alguna ofensiva o defensiva salvo espada y daga, bajo pena de 200 escudos a los ricos y tres tratos de cuerda a los pobres. Los saqueadores debían restituir lo tomado en el asalto a la Corte Vechia, y las tiendas debían abrirse al público. Se prometió a los ciudadanos que no llegarían nuevas tropas, ante el rumor de su venida [7 banderas de infantería] y la voz pública del deseo de dichas tropas de acudir para saquear la ciudad.

El Abad de Nájera - comisario del ejército imperial - escribió al Emperador el 28 de abril, comunicándole que lo que más se temía era que los alemanes presentes en la ciudad aprovechasen el tumulto para saquearla, y que las tropas alojadas en los alrededores acudieran para hacer lo propio. Esta contingencia se pudo solventar por la diligencia con la que actuaron el marqués y Leyva.

En fecha tan temprana como el 30 de abril, no obstante, la promesa dada a los ciudadanos milaneses de que no acudirían más tropas, se veía momentáneamente incumplida, pues 2000 españoles se hallaban a las puertas de la ciudad. Una delegación de milaneses se reunieron entonces con la jefatura del ejército, demandándoles que se anulasen las contribuciones que debían pagar, así como que se retuviese a los soldados que acudían a Milán.
Se les respondió que los soldados que venían estaban amotinados y que precisaban de 6.000 escudos para meterlos de nuevo bajo las banderas [8]. Al final, los milaneses acordaron de pagar un nuevo "taglion" de 10.000 escudos, pagadero sobre el depósito de sal de la ciudad, y los imperiales acordaron retirar las tropas del estado de Milán acantonadas entre los ríos Ada y Tesino y conducirlas al Monferrato, Astesana y Saboya [9], quedando únicamente en Milán las tropas ocupadas en el cerco del castillo [10].

En el castillo, por su parte, los defensores se habían comido los caballos a mediados de mayo, y se quedaban sin queso ni carne, si bien contaban con pan y aceite suficientes tras seis meses de cerco y escaramuzas continuadas. A primeros de mayo, la bandera imperial que había estado ondeando durante meses en el castillo del lado de Porta Verzellina, situada entre las banderas del Duque y la de la Comunidad, es sustituida por ramas de roble, como símbolo de su ruptura formal con el Imperio.
El ejército organizó importantes guardias nocturnas, con centinelas dobles hacia el castillo y la ciudad, previendo un nuevo alzamiento armado.

Para el 13 de mayo quedaban 5000 soldados en la plaza, lansquenetes, españoles e italianos [napolitanos y genoveses, pero también soldados sardos y corsos], amén de 200 arcabuceros napolitanos a la guarda de la Corte Vechia, y se fortificaban en los burgos de la ciudad, por si se producía un nuevo levantamiento popular.

Los milaneses protestaron que si bien estaban partiendo soldados de Milán [6 banderas de lansquenetes y 300 hombres de armas] como era acordado, había tropas alojadas en Binasco, Landriano y Magenta, a dos horas de la ciudad.

Mediado el mes, la guardia de la Corte Vechia se reforzó con infantes españoles y pasó a contar con 700 hombres, al tiempo que se sustituyó la puerta dañada en el asalto por una forrada de hierro, y se hicieron aperturas en el muro para permitir disparar la escopetería. También se dejó una guardia permanente de 12 arcabuceros en la torre del campanar del Duomo para impedir la convocatoria del pueblo mediante el toque a rebato.
Los imperiales reclutaron nuevas tropas, 1.200 infantes en 4 compañías, con dos capitanes napolitanos y dos españoles.

Mientras, en el Piamonte, también tenían lugar disturbios por los alojamientos de tropas españolas, muriendo 60 soldados [11] y Antonio de Leiva envió a Juan de Urbina con siete banderas de infantería, caballería ligera y seis piezas de artillería a aquellas tierras para sofocar a los paisanos.

El 20 de mayo los lansquenetes se metieron en ordenanza para demandar su salario a Antonio de Leiva, amenazando con "marcharse con Dios" si no recibían las dos pagas y media que se les debía, más de 50.000 escudos.
Para solventar este problema, el abad de Nájera marchó por postas a Génova para conseguir el dinero con que satisfacer las demandas económicas de los amotinados, que dejaron la guardia del cerco del castillo y persiguieron a sus capitanes, mientras son los soldados españoles los que se ocupan de mantener la guarnición de Milán.
Para pagar a las tropas alemanas también se recurre a empréstitos que otorgan los capitanes españoles [12].


La Liga de Cognac

Aunque Francisco I de Francia se hallaba públicamente respetando las paces establecidas con el Emperador Carlos [13] había negociado en secreto con el Papa Clemente VII, las señorías de Venecia y Florencia y el duque de Milán la formación de una liga defensiva para expulsar a los imperiales de Italia, que quedaban con el apoyo de Génova como principal aliado en la península.

El acuerdo se firmó en Cognac el 23 de mayo de 1526 [14a] y poco después, el 25 de mayo, llegaba la noticia al castillo de Milán, donde la guarnición procedió a festejarlo con trompetas y pífanos, 400 disparos de artillería ligera, y el júbilo de los soldados en los muros, que se burlaban de los lansquenetes que asistían al cerco. Los imperiales contemplaron el festejo sin tener clara la razón, pues la Liga no fue confirmada públicamente hasta primeros de junio [14b].
Tras siete meses de cerco, las tropas ducales contaban con el apoyo explícito - aunque todavía secreto - de aliados tan potentes como Venecia, el Papado y la corona francesa. La misma corona francesa contra la que se hallaba en guerra hacia un año escaso era ahora una aliada, y el Imperio y la corona española, que habían sido hasta entonces sus aliados, ahora eran el enemigo que había que derrotar.

Así era la política italiana y europea de esta época: alianzas fácilmente mudables y agresivas políticas cortoplacistas que imponían a la población padecimientos sin fin. En la Cristiandad se predicaba la guerra total contra el turco como bien universal, pero se practicaba la guerra local contra el vecino por el dominio de pequeñas provincias agotadas por los saqueos y exacciones.

En el aspecto de la cooperación militar la Liga establecía los términos siguientes [15]:

1) El Papa aportaría 700 hombres de armas, caballería ligera y 8.000 infantes. La lista final incluía 771 hombres de armas y 891 caballos ligeros.
2) El rey de Francia 500 lanzas "al modo de Francia" que incluía a 1.000 caballos ligeros. También aportaba 40.000 escudos del sol cada mes.
3) La Ilustrísima Señoría de Venecia aportaría entre 800 y 1.000 hombres de armas, 1.000 caballos ligeros y 8.000 infantes.
4) Por último, el Duque de Milán debía aportar 400 hombres de armas, 300 caballos ligeros y 4.000 infantes, si bien, dadas las circunstancias en que se hallaba, cercada su persona en el castillo y con el ducado ocupado por las tropas imperiales, serían Venecia y el Papado quienes supliesen los 4.000 infantes en nombre del Sforza.


Los hombres de armas, a pesar de la derrota en Pavía a manos de los arcabuceros y escopeteros españoles, seguían siendo el pilar del ejército. Lo continuarían siendo hasta mediado el siglo XVI. Detalle de uno de "Los triunfos de Carlos V", las tropas entran en Túnez. 


Prosiguen los problemas en el ejército imperial por falta de dinero

Mientras tanto, en el ejército imperial continuaban los problemas para hacer frente al pago de los 39.000 escudos necesarios para afrontar el pago de dos meses de sueldo a los lansquenetes, gobernados por los coroneles conde Juan Bautista de Lodron y Jorge Frundsberg. Se recurrió a solicitar préstamos en Génova y al duque de Saboya, así como préstamos de capitanes españoles [que aportaron 300 escudos], pero se el abad de Nájera, comisario imperial, retornó de su viaje a Génova sin un quatrino.

El viernes 25 de mayo, los lansquenetes que cercan el castillo se meten en batallón y acuden a reclamar las pagas a Juan Bautista de Lodrón, que les remite a Antonio de Leiva, desplanzándose los soldados al alojamiento del capitán español en la Corte Vechia. Allí Leiva les aplaca entregándoles 2.000 escudos, con la promesa de pagarles pronto el resto.

Se esperaba la llegada de Hugo de Moncada - que llegaría el día 5 de junio a Milán - con instrucciones de levantar el asedio del castillo llegando a un acuerdo con el duque, algo que resultaba enormemente molesto a Antonio de Leyva, que pretendía rendir el castillo por las armas, y acudir a Roma a entrevistarse con Su Santidad.

Por parte de la Liga, se aceleraban las levas de soldados; medio ducado como "prima de enganche" [16] se daba a los infantes italianos en la zona de Módena a primeros de junio. Guido Rangon levantó para el Papa Clemente VII 200 hombres de armas, 200 caballos ligeros y 6000 infantes [17].
Aquí repetimos traducidas las dos citas que encabezan este artículo, ya que resumen la fuerza del veterano ejército imperial, y lo ponen en contraste con este novísimo ejército de la Liga:

spagnoli non sono homini in ordine a la guerra se non sono usadi, come è questi sono in Italia
Los españoles no son hombres adecuados para la guerra, si no son experimentados, como estos que están en Italia
Gasparo Contarini, embajador veneciano ante el Emperador. Noviembre de 1525

li qual fanti [spagnoli] è homini disposti e valentissimi, usadi in le guerre de Italia dal 1509 in qua
Los cuales infantes [españoles] son hombres dispuestos y valentísimos, veteranos de las guerras de Italia del 1509 a esta parte
Marco Antonio Venier, sobre el ejército imperial en Lombardía, 4 de noviembre de 1525

Et che haveano mille homini d’arme et 12 milia fanti homini tutti experti et valentissimi quali fariano per 36 milia di altri, et che loro spagnoli non voleano esser se non la tertia parte, zoè di le tre parte una contra Io exercito ecclesiastico et di la Signoria nostra Illustrissima, digando lui che non sono homini di guerra, et che certissimamente facendo la giornata sariano vincitori.
Tenían mil hombres de armas y 12 mil infantes, hombres todos expertos y valentísimos, los cuales harían lo que 36 mil de los otros, y que sus españoles no eran ni la tercera parte, y que siendo tres a uno contra el ejército de la Iglesia y de la Señoría Ilustrísima [de Venecia], decían de ellos que no eran hombres de guerra, y que ciertamente, haciendo la jornada serían vencedores 
Extracto del parlamento del marqués del Vasto a los capitanes imperiales en junio de 1526


Los españoles eran soldados veteranos, pero además eran únicamente soldados, soldados que ejercían el oficio de las armas y no otro, mientras que las tropas italianas se nutrían de gente que podía haber participado en campañas anteriores, y que tenía cierto grado de experiencia, pero también con labriegos, mozos, y gente que se incorporaba por vez primera a un ejército. Los italianos eran soldados que participaban en ejércitos de campaña, y los españoles soldados de un ejército permanente [18] que aguardaban una nueva campaña.

A finales de mayo, por ejemplo, se sacaban de Brescia 1000 armas entre escopetas y arcabuces para armar a las tropas papales. Tenemos, por tanto a unos soldados bisoños a los que se entregaba un arma por vez primera, frente a escopeteros y arcabuceros españoles que habían batido el cobre en Bicoca, Sesia o Pavía, o que habían estado en la toma de los Gelves, la guerra de Urbino, o más aún - como refiere Vernier al nombrar el año de 1509 - habían combatido en Italia desde las guerras de la Liga de Cambrai, y aunque hubieran sufrido derrotas como la de Rávena, tenían una larga escuela prácticamente continua desde la época de la guerra de Nápoles al mando del Gran Capitán.

Los imperiales replegaron las tropas dejando el territorio más allá del Adda y el Ticino, concentrándolas en Como, Alessandria, Asti, así como Lodi y Pavía - plazas fortificadas más importantes - y alrededores de Milán. En Milán tenían unos 6.000-7.000 soldados entre españoles y lansquenetes dispuestos al motín y la deserción [19]. En Pavía había una guarnición de 2.500 alemanes a cargo de Antonio de Lodrón, que amenazaba con entregar la plaza a Venecia si la Señoría pagaba lo que el César les debía. En Cremona entraban de guarnición dos banderas de hombres de armas españoles y 4 de infantería, suplementando los 350 caballos ligeros, 1200 lansquenetes y 60 hombres de armas que custodiaban la plaza en nombre del Emperador.

En Génova se levantaron 4 compañías - 1000 infantes - para luchar por el Imperio. El día 4 se pagaron por fin las dos mensualidades que se les debía a los lansquenetes, aunque sus coroneles se les continuó debiendo 3000 escudos, si bien los dueños de los regimientos eran más proclives a esperar la gracia de sus señores que la soldadesca. El día 6 Antonio de Leiva consiguió reunir cuatro banderas con unos 1200 lansquenetes en la plaza de San Ambrosio, haciéndoles jurar fidelidad por tres meses "bajo pena de vida", prometiendo el capitán español pagar cada mes su sueldo, si bien ellos reclamaron se les abone cada quince días.
Por su parte, 200 escopeteros sardos al servicio de los imperiales se marcharon a Plasencia "a tocar danari"; no sólo los lansquenetes vivían preocupados por su paga.

Por parte de la Liga continúan las levas en Italia y comienzan a calar grisones y esguízaros [20]. A mediados de mes establecen el objetivo de liberar el castillo de Milán del cerco, para lo que se ha de unir los ejércitos veneciano y pontificio.

Cuando Hugo de Moncada acude a parlamentar con el duque de Milán, éste declara que se haya prisionero en su castillo, cercado desde hace siete meses sin conocer la causa, y que se ha visto obligado buscar como padrinos al Pontífice y la Señoría de Venecia, y viendo la "poca observancia" que se ha tenido en mantener las promesas recibidas de los capitanes imperiales con anterioridad, no puede ahora entregarles la fortaleza sin mayores garantías. Con esta respuesta, el día 10 Moncada parte a Roma a entrevistarse con Clemente VII.

El 14 de junio los imperiales anuncian al pueblo de Milán que pondrán fin a las contribuciones y las tropas dejarán la ciudad y todo el ducado, a excepción de los que acuden al cerco del castillo y de 4 compañías a cargo de Juan de Urbina en Galera [Gallarate] y Varese, que deberán controlar los accesos al ducado desde los Alpes "per dubito de sguizari". La excusa de la amenaza exterior.

En Monza, tres compañías de españoles [de los capitanes Herrera, Rosales o "Sarna" y Juan de Urbina], a las que se les adeudan 13 pagas, se amotinan y pretenden saquear la ciudad contra las órdenes de sus capitanes, robando todos los caballos que hallan en la ciudad. Acudiendo el Marqués del Vasto a hacerles un parlamento para aplacarles, ha de huir ante los arcabuzazos de los soldados que gritaban "Dineros, dineros" y "Muera, muera", hallando refugio en el castillo de la ciudad ante el riesgo de ser arcabuceado por los soldados, castillo en el que se hallaban los capitanes con sus oficiales, cabos de escuadra y soldados particulares. Posteriormente, los soldados se excusaron ante su comportamiento, asegurando que no lo habían reconocido [21].

A mediados de mes, entran de guarnición en Pavía las compañías de Villanueva y Gayoso [22a] y acude a Castiglione d'Adda [Castion] el capitán Santa Cruz con 300 escopeteros [22b], dejando muchas banderas de infantería española la tumultuosa plaza de Milán, donde el 14 de junio tiene lugar una nueva algarada, en la que mueren cuatro soldados españoles [23]. En dicha ciudad, los lansquenetes no dejan sus cuarteles para ir a comprar, y envían a sus mujeres e hijos a dicha tarea para evitar confrontaciones con los locales. El grito de "El è spagnol, amaza, amaza" [Él es español, mátalo, mátalo] dirigido contra soldados o mercaderes, se vuelve común y para recorrer los caminos es mejor ir agrupados en buen número. El día 18 entran en Lodi las compañías de Jerónimo Tomás y Santa Cruz.

El sábado 16 en Milán se produce un nuevo alzamiento popular contra la "insolencia, asesinatos, robos y estupros" de los imperiales, animados por la llegada de tres enviados del conde Guido con la noticia de los inminentes cruces del Adda por parte de venecianos, y del Po por las tropas pontificias y también espoleados por la muerte del gentilhombre milanés Alessandro Simoneta a manos de Antonio de Leyva, que le hunde una daga en el pecho tras una discusión.

En este alboroto, que dura desde el sábado después de comer hasta el domingo por la mañana, se ven implicados no solo gente baja, sino gentileshombres milaneses, asaltando la Corte Vechia y tomando el campanón. Aunque esta suceso no llega a tener las dimensiones del tumulto de abril, y sin que los del castillo hicieran novedad alguna [24].

Los imperiales nuevamente se imponen, tomando el control de las puertas de la ciudad - excepto Porta Romana y Comasena - y se alojan a discreción [25a] en Milán todos los infantes que se hallaban en los alrededores de Milán - a los que se convoca con preacordadas señales de fuego - y Brianza [en las poblaciones de Monza, Merate y Vimercate]. Se concluye el tumulto con la llegada a los burgos de la ciudad de Juan de Urbina a cargo de diez compañías de españoles, lo que propicia una tregua por tres días que había de expirar el miércoles 20, si bien los ánimos estaban aún muy exaltados [25b].

Desde Innsbruck el Archiduque Fernando enviaba 2000 lansquenetes a Trento, pero debían asegurarse de tener paso franco por tierra de grisones. También se pertrechaban 2000 bohemios para sumarse a las tropas imperiales.

Desde Piacenza-Plasencia se envía reseña de las tropas del Papa [26] mientras que los venecianos se juntan en Pontevico, teniendo por capitán general al duque de Urbino, Francesco María della Rovere, viejo conocido de los españoles.


Comienza la guerra

Toma de Lodi

La noche del 24 de junio, Malatesta Baglioni, con 100 hombres de armas y 300 caballos ligeros que llevan a la grupa un escopetero, encabezando la lucha combatiendo a pie con espada de dos manos, toma por asalto Lodi, defendida por 1500 infantes italianos a cargo de Fabrizio Maramaldo [27a] - de los que apresa a 800. A continuación plantan batería de 8 cañones de 50 libras contra el castillo, recibiendo el socorro de toda la caballería ligera de venecianos, desde el campo en Ombriano, para relevar a los asaltantes.

El 25 los españoles intentan meter un socorro en el castillo. El marqués del Vasto con 400 caballos y sendos escopeteros en las grupas, consigue entrar en la ciudad, pero son rechazados por la arcabucería y caballería ligera de los venecianos, muriendo 40 de ellos en el intento [27b].

Una pequeña "rocha" o "rocca", castillo o fortificación, podía - como en el caso de Milán y su castillo - suponer un formidable foco de resistencia frente al ocupante de la villa o ciudad. En la imagen, batería plantada contra Castel Sant Angelo de Roma en 1527. Cuarto de los triunfos de Carlos V. 
La artillería consigue abrir brecha en los muros, y aunque los venecianos pretenden tomar la "rocha" por asalto el 26, la noche del 25 los 50 defensores a cargo del capitán Quesada abandonan la plaza. Felipe de Herrera, alcayde de Tarento, malherido en la mandíbula, es transportado en literas. Aún con la oscuridad son descubiertos y atacados por la compañía de Alexandro Marzello, pero la mayoría consigue escapar.

Resumamos el estado del ejército imperial en ese momento: los 2000 lansquentes a cargo del coronel Bautista de Lodrón que cercan el castillo de Milán son enviados a Pavía, que cuenta para su defensa con 200 caballos ligeros, marchando los españoles de esta plaza a Milán conducidos por el capitán Corvera. En Milán y alrededores había unos 5000-6000 infantes españoles en 20 banderas, 2500 lansquenetes, 700 lanzas y 1200 caballos ligeros. En Cremona [a más de 50 millas de Milán] quedaban 2000 alemanes - a cargo del capitán Corradin - 600 españoles  y 200 caballos ligeros. Los imperiales desalojan Sant'Angelo y San Columbano [28a].

Al tiempo se promueven levas de lansquenetes en el Imperio - aprobadas en Dieta el día de San Juan - de hasta 17.500 soldados, parte de ellos en tierras del archiduque [5000 en Innsbruck, en el Tirol y otras levas en Carintia]. Cabe tener en cuenta que el archiduque Fernando se hallaba afrontando una revuelta campesina de inspiración luterana en tierras de Salzburgo y Tirol.
Los venecianos, por su parte, usan sus extensas redes diplomáticas para contrarrestar ese posible aporte de soldados: subsidian a los grisones para que cierren los pasos de sus valles alpinos a las tropas que pueden venir de Alemania [28b].

El 28 de junio en Lodi Vecchio se junta el ejército veneciano con el papalino, desde donde marchan a Marignan, a 9 millas de Milán. El 29 se produce la primera escaramuza entre la avanzada del ejército de la Liga y los imperiales en el camino que lleva a la capital del ducado, en la cual los infantes españoles, careciendo de gastadores para hacer los trabajos de zapa, se dedican a construir reparos  tras el foso en los que parapetarse- [29a] sobretodo entre Porta Nova y Porta Ticinese, a la parte del castillo -  y construyen bastiones desde donde tirar con sus escopetas, al tiempo que sacrifican los caballos inútiles.

El 30 el ejército de la Liga camina en batalla desde Lodi Vecchio a Marignan [Melegnano] enviando la caballería ligera hacia Milán. El ejército avanza sorprendiéndose de que los imperiales no hayan roto los puentes, lo que les hubiera retrasado un par de jornadas. La liga espera cada día la venida de los esguízaros y se envían emisarios a Bellinzona para promoverla [29b].


Asedio de Milán

En Milán los españoles se aprovisionaban de molinos de mano, para moler el grano en caso de necesidad y demandaban provisiones para quince mil bocas, entre útiles [soldados] e inútiles [mujeres y niños, mozos y criados] [30a].

El mando del ejército veneciano-papalino reconocía el terreno próximo a la plaza, para ver donde debían establecer su campo, formado principalmente por unas tropas inexperimentadas, como reconocía el mismo Provedador Pietro da cá da Pesaro:

che di fanti del campo nostro non si poi prometter ben se non di 4000 tenuti questa invernata, per esser novi et non experimentadi da lui.
que de los infantes de nuestro campo no se puede prometer bien si no de los 4000 que hemos tenido esta hivernada, por ser los demás nuevos y no experimentados. 

Calculaban que de los defensores que quedaban en Milán, 2000 debían ser empleados para la guardia del castillo, y que los imperiales sólo disponían pólvora para efectuar 20 disparos durante 15 jornadas.

El día 2 el ejército, mal pertrechado de artillería - "mal forniti di palle et di polvere per far batteria" - camina en ordenanza con la cruz blanca como señal para identificarse - frente al rojo imperial - y se planta en San Donato, a 4 millas de los muros de la ciudad ducal, para acercarse más a los burgos entre Porta Romana y Porta Tusa, hasta San Martín.
El día 4, tienen las primeras escaramuzas con los defensores imperiales que efectúan salidas desde la ciudad. La compañía de Santa Cruz [30b], la più bella compagnia de inimici, la miglior banda de gente che havesseno pierde 100 hombres en el combate y otros 50 son capturados, viéndose obligados a retirarse a las puertas de la ciudad, mientras que otros 50 arcabuceros que se atrincheran en una casa mueren al incendiarla el enemigo.

Al campo de la Liga llegan 900 esguízaros "disarmati, ma bella zente. Hanno la pica et la spada", o sea, desarmados [sin armas defensivas, sin coselete: "senza corsaleti"] y con picas y espadas.

El 5 de julio, de noche, se produce un nuevo choque entre escopeteros españoles y tropas de la Liga. 200 infantes españoles, tomando una casa a menos de dos millas de Milán, son atacados y han de retirarse a los burgos, perdiendo a 30 o 40 compañeros por el camino. A los venecianos les sorprende el objeto de esta fútil salida de los defensores [31]

El día 7, el ejército de la Liga marcha sobre Milán con buonissimo ordine per le vie spianate, ocupando los burgos sin oposición, las tropas pontificias hacia Porta Comasena, las tropas venecianas hacia Porta Romana, con el objetivo de penetrar por dichos accesos.

Los italianos tientan las puertas con sendas compañías de escopeteros, y tras sufrir leves bajas, plantan tres cañones a tiro de ballesta para batir Porta Romana y el falconete que la guarda.

Artillería. Cañón ilustrado en el De re militari de Vegecio, edición de 1553.


Consiguen desbaratar el falconete, pero la puerta resiste los envites de la artillería por haber sido plantada demasiado lejos, y aunque habían traído escalas para dar el asalto por los muros, e incluso los gentileshombres del duque de Urbino habían desmontado para participar en la acción, deciden retirarse, quedando la batalla que habían de dar en una "scaramuccia leggiera".

Los atacantes se muestran tímidos en un ataque fatto all'improviso, tentando pero sin combatir, mientras que los defensores se comportan gallardamente, debiendo el ejército de la Liga, formado por 25000 hombres tomar la resolución de retirarse con gran vergüenza y pérdida de reputación frente a 7 u 8000 defensores [32].

Mientras, el rey de Francia preparaba las 520 - o 528 - lanzas que debía aportar al ejército de la Liga, con una mayoría de compañías con capitanes italianos, todas ellas encabezadas por el marqués de Saluzzo como lugarteniente general de Francisco I [33].

Asimismo, el duque de Borbón, comandante imperial, entraba en Milán con 400 o 500 soldados de la escolta de sus galeras alojándose cerca de Porta Ticinese [34], mientras que en Monza, la compañía de infantería española que guarda la plaza se ha de refugiar en el castillo tras perder a 40 hombres en un ataque de los paisanos.

El día 8 de julio, los imperiales realizan una salida contra la artillería enemiga, poniendo en fuga a la infantería que la guarda, que se porta tristemente, al tiempo que desde la ciudad se bate el alojamiento de la infantería de los sitiadores, lo que les empuja - tras descartar la viabilidad de repararse o fortificar el campamento - a retirarse a Marignan, desechando San Martino como campo por la cercanía a Milán. Es un pequeño triunfo para los ocupantes de Milán.

En este momento, cada una de las nueve puertas de Milán es guardada por una compañía de infantería española.

El duque de Urbino - capitán general del ejército de la Liga - asume que sin los diez mil suizos que el rey de Francia ha de aportar, un nuevo ataque resultará infructuoso ya che non si possa sforzar Milano senza due exerciti. Milán está tan bien defendida que hacen falta dos ejércitos para tomarla.

En Cremona, ciertos capitanes alemanes del coronel Corradin negocian con el duque de Urbino la entrega de la plaza - o cuanto menos, el amotinamiento de los lansquenetes - a cambio de dos pagas, pero éste - según Guicciardini con "trato doble" - les apresa y los descuartiza. Las plazas de Lecco, Brivio y Trezzo sull'Adda, en manos de los imperiales, se convierten en objetivos de la Liga.

No habiendo resolución favorable de la dieta de los confederados para aportar infantería a la Liga, acuden 3000 suizos al Bergamasco bajo capitanes particulares a combatir junto a los italianos [35], que pretenden reclutar 4000 hombres a cargo del marqués de Saluzzo que debían unirse en Ivrea a las lanzas del rey de Francia.

Antonio de Leiva marcha a Pavía para hacer traer desde esta plaza artillería gruesa a Milán, donde se trabaja en fortificar los burgos, la ciudad y estrechar el cerco al castillo.

El 9 los venecianos y papalinos acuerdan retirarse a Marignan, no sin antes remitir una carta a los 700 defensores del castillo, que se mantienen con pan de sémola y agua, prometiéndoles el pago de 10,000 ducados por sus servicios. El capitán de caballos ligeros Fragastin Fragastoro deja Milán con 40 compañeros e informa a los sitiadores de la Liga sobre el estado de las defensas imperiales [36].

En Trezzo sull'Adda, 100 infantes imperiales desalojan a 150 venecianos que desde San Gervasio impedían el libre paso del río, habiéndose tirado previamente arcabuzazos y tiros de falconete.

Mientras, iban llegando por el Bergamasco compañías de infantería suiza procedentes de Bellinzona, capital del cantón de Tesino  [37]. Por su parte, Gian Giacomo de'Medici - hermano del que había de ser papa como Pio IV - castellano de Mus, o Musso, al norte de Como, aportaba tres mil suizos reclutados por seis mil ducados [38].

La infantería que se halla en Cremona [12 banderas y unos 2500 infantes] marcha camino de Pizzighettone para juntarse con la guarnición de Pavía [1500 lansquenetes].

Los venecianos y papalinos retoman la iniciativa y prevén asaltar Milán por tres bandas: por Porta Comasena, por el "Portón", o Porta Romana y por el Giardino, que da acceso al castillo. Esto esperan hacerlo el día 17, cuando lleguen al campo en Marignan los tres mil suizos que se aguardan. El ejército papalino - a junio de 1526 - lo componen 9832 infantes, 487 lanzas y 850 caballos ligeros [39]. Los venecianos aportan 13013 infantes y 783 caballos ligeros, soportando un gasto de 59.000 ducados mensuales.

En Milán hay disputas entre Borbón, por un lado y del Gasto y Leiva por otro, pues Borbón desea que los españoles - que viven a discreción en Milán - se alojen en los burgos por excusar los daños que se hacen a los vecinos. Estos no le prestan obediencia. Al contrario, los españoles reclaman 8 pagas que se les debe, y Borbón, por apaciguarles, promete darles tres pagas en dinero y una en pan. Mientras, a los lansquenetes se les da una paga, lo que enardece a los españoles agraviados.
Se impone el trabajo forzoso, y se ordena a los milaneses, que cada casa ha de aportar un hombre que trabaje en las fortificaciones y obras de defensa que se labran en la ciudad.

Una noche, "al mudar de la tercera guardia", abandonan el castillo 500 personas - 150 soldados y el resto, "bocas inútiles": gastadores, mujeres y familares - conducidos por el capitán Pasquin en silencio hasta las trincheras - el foso - de los sitiadores, asaltando y matando a los centinelas y metiendo en desorden a las dos guardias con el uso de fuegos de artificio - "pignate di fochi articifiali" - y posteriormente cruzando el cerco, para después caminar treinta millas por caminos poco transitados para llegar hasta el campo pontificio-veneciano. Los caballos ligeros venecianos habían dado el arma contra las defensas imperiales para generar una diversión y permitir la salida con más facilidad. Esta huida se hace para excusar el gasto de vituallas en el castillo de Milán, pues se hallaban comiendo gatos y perros, pero entre heridos y muertos hay más de cien, amén de algunos prisioneros. Los lansquenetes acusan a los españoles que se hallaban aquella noche del 17 a la guardia del castillo de traidores.

El asalto a Milán previsto para el 17 de julio se pospone por el retraso en la llegada de las tropas suizas. El ejército ha de levantar su campo de Marignan el 19 y se hallará a los pies de Milán el 21. El duque avisa que si no es socorrido, el día 23 rendirá el castillo a Borbón y pide se le hagan señales para tener aviso de que el socorro demandado se ha de llevar a cabo [40] pues solo tiene vituallas para cinco o seis días.

A Milán llegan noticias de que por fin el archiduque Fernando - junto a la Liga Suabia - ha vencido a los campesinos alzados en armas en el Tirol, y por lo tanto, las tropas empleadas en sofocar esta revuelta - unos cinco mil hombres - están disponibles para ser enviadas a Italia a luchar contra los enemigos del Emperador [41] si bien el hermano del emperador no dispone de dinero con que mantenerlos.

Artimaña de los españoles

Los españoles llevan a cabo una artimaña para intentar tomar el castillo. De noche, organizan dos bandas de infantería y caballos, una marcada con cruces rojas - la señal de la casa de Borgoña, su príncipe natural - y la otra, con cruces blancas, la señal del enemigo.

Del segno, tutti habbiamo la Croce bianca-.
Carta de Francesco Guicciardini, de 3 de julio de 1526

Los soldados se identificaban con los colores de sus príncipes o de los estados a los que servían: rojo el imperial, rojo el español de la casa de Borgoña, blanco el de venecianos y franceses. Detalle de la  roja cruz cosida al blanco jubón de este arcabucero inmortalizado en el tapiz número 3 de la serie de tapices sobre la batalla de Pavía. 
Cuando comienza a clarear, esta segunda banda con cruces blancas, custodiaba unas bestias cargadas de vituallas, y fingían llevar un socorro de los venecianos y papalinos al castillo de Milán. Las tropas con las falsas cruces blancas se van aproximando al castillo, mientras las tropas con las bandas rojas les disparan con escopetería y arcabucería sin bala en el cañón, sólo con pólvora, fingiendo impedirles el paso hasta el castillo, mientras que los otros les responden de igual manera. Con esta treta, pretendían que los del castillo abrieran las puertas para acoger a las supuestas tropas venecianas, pero desde el castillo, teniendo sospecha del caso, dispararon su artillería contra todos ellos, muriendo muchos en el encuentro.

Mientras, las tropas suizas se van juntando en Treviso, pero se niegan a marchar al campo veneciano-papal hasta que no acaben de llegar el resto de compañeros que han de venir.

George Frundsberg, coronel de los lansquenetes imperiales se hallaba en Trento con numerosos capitanes y 500 infantes aguardando la llegada de tropas de Alemania y la decisión del príncipe Fernando [42] pues aunque el ejército campesino se hallaba disuelto, se mantenía el ejército católico para reprimir a los que se habían alzado en rebelión, capturando hombre y ajusticiándolos y confiscando sus bienes. Guicciardini propone entonces que se tome el paso de la Corvara para estorbar la entrada de los lansquenetes que han de venir del Tirol.

Por su parte, los imperiales meten en Monza 100 escopeteros españoles.

El 19 de julio, el ejército italiano, con la caballería ligera de Malatesta a la cabeza parte de Marignano dirección a Milán. El 20 acampan en Sagrà [sagrato] a 3 millas de los muros de Milán. Los españoles meten tres banderas de infantería en Santo Anzolo y dos en San Gregorio - al norte de la ciudad, cuando el ejército veneciano-papalino venía por el sur - y abastionan Porta Tosa en el este.

El día 21 los gastadores del ejército atacante hacen explanadas en su campamento en Lambro [Lambrate], a dos millas de Porta Renza, al noreste de la ciudad. Mientras, de Milán sale una banda de caballería ligera que escaramuza con las tropas de Gonzaga. Los suizos que van a cargo del castellano de Mus van llegando al campo veneciano-papal. Se produce una nueva escaramuza en la cual Alexandro Vitelli, capitán de caballos ligeros del ejército pontificio es herido en una pierna de un arcabuzazo [43].

En Monza, los 200 infantes españoles que guardan la plaza se retiran a la "rocca", al castillo que guarda la ciudad, tras ser atacados por las tropas a cargo de Claudio Rangoni. Los venecianos envían a Antonio de Castello con 1000 infantes y 10 piezas de artillería a tomarla, cosa que consiguen el día 22, acabando con toda la guarnición.

El obispo de Lodi cree que los suizos llegaran a más tardar el día 30, ya que el 23 de junio se les había dado su paga. A falta de suizos, en el campo veneciano-pontificio se juntan 3000 milaneses, pero no se les considera leales a su Duque, y no parecen ser soldados de provecho, por lo que se discute si darles un escudo a cada uno o no.

Llegan noticias de Lucerna: los cantones no aprueban la leva, aunque hay dos capitanes que ofrecen 2000 y 1000 soldados respectivamente, por tres escudos al mes por soldado, un 20% de anticipo y 300 escudos para cada capitán, y el cantón de Berna - el más poderoso y poblado - sí desea enviar tropas.

Por su parte, los imperiales también buscaban reforzar su ejército, y Hugo de Moncada marcha al sur, a la Romagna, para reunirse en Gennazano con Vespasiano Colonna, pasando por Roma, de donde salen 150 caballos ligeros a darle muerte, si bien se retiran pues Moncada se hallaba escoltado por 500 infantes. Así pues, Moncada marchaba a tierras de la Iglesia - con quien el Emperador estaba en guerra - a reclutar soldados, tanto infantería - 2000 o 3000 españoles y alemanes - como caballería.

En Milán, se toma muestra y se da paga a los soldados, 9.000 infantes entre españoles y alemanes, muy bien armados, pues habían saqueado las armerías de Milán, 700 hombres de armas y 1200 caballos ligeros. [44] También había 1400 infantes italianos bajo 4 capitanes españoles: Espes, Francisco Carroz, Juan de Leyva y un cuarto.

El día 23 por la noche, un trompeta trae la noticia al consejo de guerra italiano: el castillo se ha rendido, ya han entrado dos compañías de infantería - una de españoles y otra de lansquenetes - para sostenerlo en nombre del Emperador. No pudiendo creer la noticia, y viendo que en Milán no se hacen festejos, como correspondería ante una noticia de tal calado, mandan a Gianin de Medici que haga una cabalgada para que tome a quien le de noticia cierta, esperando también tener noticia de los espías que tienen en Milán.

El 24, Marco Antonio Martinengo sale de Pontevico con 50 hombres de armas, 200 caballos ligeros y 800 infantes, dos medias culebrinas y dos sacres, rompe y prende a Alvise Gonzaga y Lodovico Gonzaga con 50-60 caballos y 80 arcabuceros que se hallaban en el castillo de Pieve de San Giacomo y al capitán Constantin Greco. Tras esto, los venecianos toman Grontardo, Pescarolo y Pieve de San Giacomo, tres villas próximas a Cremona hasta entonces en manos de los imperiales.

El día 25, ajenos a los movimientos de los venecianos, se celebra en Milán, con tiros de artillería y escopetería, la rendición del castillo. Las condiciones de la capitulación hecha entre Sforza y Borbón no eran malas para los rendidos: el Duque recibiría Como - a donde marcharía con salvoconducto - y 30.000 ducados al año de los ingresos del ducado, o sea, se convertía en pensionista del ducado, dejando de ser su legítimo dueño. Por otro lado, los soldados rendidos eran, no solo libres de marchar con banderas desplegadas, tambor y trompeta y todas las armas, sino que recibirían las cuatro pagas que se el duque les debía. A los seguidores del Duque se le respetaban los bienes y los oficios. Quedaba el primo de Sforza, el señor "Sforzino", como rehén en manos de los imperiales, y la artillería y munición quedaba "para beneficio de la fortaleza".

Rendido el castillo por el duque, quedaba la ciudad de Milán completamente en manos de los imperiales, si bien el ejército de la Liga campeará próximo durante meses. La guerra en Italia continuará por años y el dominio sobre Lombardía se verá constantemente amenazado.  A pesar de la defección del duque, el resto de enemigos del Emperador no se rendirán, al contrario, se empeñarán en expulsar a los españoles de Italia llegando al agotamiento en 1529.

No será hasta la muerte de Sforza, en 1536, cuando el ducado de Milán quedará como feudo personal de Carlos V.


Conclusiones

es menester que V. M. piense que todo el mundo ha de ser contra él, y que no le quedan otros amigos quel Sr. Infante y este exército, y que mande proveer de dineros que es lo principal que falta, 
El Abad de Nájera al Emperador, 10 de julio de 1526

El asedio de Milán no es una empresa cumbre de la monarquía habsbúrguica [45] pero podemos ver en ella los desafíos que afrontaba un ejército en esta época y las soluciones que buscaba.

Los problemas son de orden interno: falta de dinero con la que pagar a los soldados, motines y deserciones, negociaciones, letras de cambio, nuevas reclutas y pequeños movimientos de tropas, rivalidades entre los mandos, y de orden externo: por un lado, la gestión de la población civil, agotada por los diablos que viven a discreción a costa suya, y por otro, la militar, el dominio de pequeñas plazas, la potencia de los coaligados que amenaza el poder imperial, y la enorme capacidad de condicionar la política de todo un imperio por el solo hecho de mantener en el poder un castillo de una ciudad.

La valentía - gagliardeza - e indomable coraje de los soldados en las trincheras y en el campo, se había visto acompañada de una crueldad extrema contra los pobladores, como escribía el protonatorio imperial Caracciolo a Carlos V el 27 de julio, tras felicitarse por la toma del castillo;

Non è cosa piu aspera, ne iugo piu insopportabile, ne crudeltà maggiore quale se usa con li homini de questa città; ne habeno respecto ne a qualità ne ad gentilhuomini, ne ad età ne ad sexo per che sono tutti augariatissimi (aggraviatissimi?)

El segundo de los siete puntos de la capitulación establecida entre el duque de Borbón, lugarteniente y Capitán General del Emperador en Italia, establecía que Como quedaría bajo jurisdicción del duque de Milán. Cuando Scipione della Tella acudió y solicitó al gobernador que rindiera la rocca, el capitán Pedrarias respondió: bien es la verdad que se ha capitulado con el Duque se le daria la cibdad de Como, mas no que saliesen los españoles de su guardia. Astucia española o lectura estricta de lo capitulado, Como, plaza que controlaba la entrada de suizos en Italia, quedó en manos de Pedrarias que no quería admitir al duque con sus soldados. También ganaba el duque con este engaño, pues quedaba liberado de la fe que había dado de residir en esa plaza y libre para ir donde le placiera.

Las tropas suizas comenzarán a llegar escalonadamente al campo de la liga a partir del 24 de julio, llegando su grueso durante la primera quincena de agosto. Las negociaciones habían surtido efecto: 11361 suizos - y los 1100 hombres de Gaismair [ver nota 41] - estaban a sueldo de la Señoría a 29 de agosto, pero Milán ya había caído. De todas maneras, servirán para otra empresas, como el duro asedio de Cremona [46], donde el comendador Urrias capitulará un domingo 23 de septiembre.

La guerra no consistía solo en batallas, una moneda lanzada al aire en el campo un día cualquiera de febrero. Se basaba sobretodo en la capacidad de agotar al rival antes de caer uno mismo rendido en una suma de pequeños pasos, a veces, insignificantes en solitario, pero que sumados, suponían haber corrido toda una maratón.


Notas

[1a] El duque de Milán era feudatario del Emperador, pero éste no podía investir o desposeer del dominio de un territorio a su capricho, sino con causa justificada.

[1b] Inicialmente, tras la batalla de Pavía, las tropas se habían alejado en el Piamonte, ducado de Saboya. De hecho, la mayoría de hombres de armas seguía allí en octubre.
En el marquesado de Saluzzo - ocupado militarmente en julio, siendo el marqués capitán del rey de Francia - la presencia de las tropas había ocasionado conflictos que habían acabado con varios soldados españoles muertos a mediados de septiembre.

[1c] La Liga en la bibliografía moderna ha recibido el nombre de Liga de Cognac, por haberse ratificado en esa villa francesa el 23 de mayo de 1526, pero en septiembre - octubre de 1525 no había acuerdo de ningún tipo, sólo negociaciones.

[1d] Emisarios del duque de Milán también habían solicitado una leva en tierras de grisones, pero éstos, dada la disputa que tenían con el duque por Chiavenna, habían rechazado la petición del embajador milanés. De hecho, los grisones atacaron Chiavenna en octubre, socorriéndola el castellano de Mus, personaje que veremos varias veces en este relato.
Vemos pues, un número de pequeñas guerras entre pequeños estados por pequeños territorios, a veces, animadas por las pretensiones de potencias extranjeras - Francia, España, el Imperio - pero otras, simplemente por pretender una ganancia a costa del vecino.

[1e] Francisco I, capturado en la batalla de Pavía, se hallaba en prisión en Madrid, acompañado por su hermana madame d'Alençon, pero eso no impedía que su madre, Luisa de Saboya, como regente de Francia, implicara a la corona en los asuntos de Italia.

[1f] El ducado de Milán era feudo imperial: así, el Emperador era su legítimo dueño y el duque, que había de recibir la investidura, su feudatario y vasallo. Morone, no obstante, durante su confesión, declaró que él no era vasallo del Emperador, sino del duque, pues la investidura no se había formalizado, y no se hallaba sujeto a la jurisdicción imperial. El canciller, preso, concluía que la detención de su persona llevada a cabo por Pescara se hacía sin tener derecho a ello.
Una de las razones por la cual no se había producido la investidura, era que Sforza la había rechazado por las condiciones que se le imponían, entre ellas, la cesión del castillo de Milán.

Lope Hurtado de Mendoza venía a Italia como embajador ante el Duque con los despachos de la investidura del ducado de Milán. También traía órdenes de enviar parte de los hombres de armas que estaban en Lombardía y Piamonte a Nápoles, y despedir a italianos y alemanes tras darles las pagas.

[2] Questi spagnoli e tutti è mal voluti da milanesi et quelli dil Stato per li grandi danni li fanno, dove
vanno et dove alozano, che si poi dir siano diavoli de lo inferno, e voleno quello i voi e hanno ben l’arte di dove dieno alozar.
Testimonio de Marco Antonio Venier, 4 de noviembre de 1525

[3] Jacobi de Cappo daba noticia inmediata del suceso indicando que inicialmente "era mayor el estrépito que el movimiento" y que no se veía a hombres que llevaran más que la espada, e incluso alguno llamando al arma hallándose él mismo desarmado. La correspondencia de Cappo está publicada en I diarii de Marino Sanuto, fuente principal de este artículo.

El Abad de Nájera escribió que se trataba de jóvenes de la ciudad "deseosos de alborotos por robar y ganar algo", "gente popular de baxa manera y poco consejo" quedando "harto dellos heridos y muertos descopeta" y que en la refriega "de los nuestros" solo murieron "de las mesmas escopetas" [no me atrevo a decir que se trate de fuego amigo, pues el redactado de la carta no es muy claro] un criado del Marqués del Guasto, un paje de Antonio de Leyva y unos pocos alemanes. [Correspondencia del Abad de Nájera, carta de 28 de abril de 1526]

En la misma carta, el maestre de campo Juan de Urbina recibe una mención especial, pues con diez escopeteros a su cargo hizo "milagros en la defensión de ciertas calles", y también se destaca al capitán Corbera.

[4] Pocos con escopetas y armas de hasta, y la mayoría con espadas, sin arma defensiva alguna, y algunos solo con dagas o con estoques rudimentarios, según testimonio inmediato de Jacobi de Cappo.

Esta falta de ánimo y de armas que traslada de Cappo, contrasta, no obstante, con la impetuosa muerte de los 200 guardias de la Corte Vechia por parte de los asaltantes. No hay que objetarle falta de credibilidad, sino más bien, tener claro que fue testimonio parcial de los hechos; no podía saber todo lo que sucedió en la ciudad, de algo más de 7 quilómetros cuadrados.

[4b] Título original en latín "Commentarii Galeacii Capellae, de rebus gestis pro restitutione Francisci Sfortiae II. Mediolani Ducis", con ediciones en 1531, 1532, 1533, 1536, 1536 y 1538, lo que indica bastante popularidad.
También hay una edición en vulgar italiano, de 1539, que lleva por título: "Commentarii Di M. Galeazzo Capella Delle Cose Fatte Per La Restitutione di Francesco Sforza Secondo Duca di Milano".

[5] avian ya metido mil soldados bien armados secretamente en la ciudad, y avian tomado muchos lugares altos de la ciudad, desde con el arcabucería matavan muchos del pueblo
Historia de las cosas que han passado en Italia desdel anno 1521 hasta 1530 sobre la restitucion del duque Francisco Sforcia [1536]

[6] fu fata [una crida] che per cesarei se perdonava a tutta la terra salvo a li capi
Missier Cosmo de Rebugi, 30 de abril de 1526

El perdón se extendía a los que habían dado socorro al castillo, los que habían tocado las campanas a rebato y habían hecho llamamiento a las armas, y a los que las habían tomado.

[7] Cuartel - en italiano Quarteri - es la voz que se empleaba para nombrar la parte de la ciudad o plaza fuerte donde se alojaba una parte determinada del ejército, normalmente, una nación, aunque tropas de diversas naciones podían compartir cuartel.

[8] Antonio de Leiva fue acusado ante el Emperador de conseguir 500 ducados diarios por medio de exacciones, algo que fue desmentido por el Abad de Nájera, comisario imperial en el ejército. La acusación, probablemente un rumor iniciado por sus rivales, fueron conocidas públicamente en Milán.

[9] Lopez Hurtado recibió en Turín la negativa del duque de Saboya de dar alojamiento en sus estados a tropas imperiales. Esto prueba que, al menos en parte, hubo una tentativa de reubicar las tropas fuera del ducado de Milán, tal y como se había acordado con los milaneses.

[10] Podían quedar lansquenetes, así como las guardias del marqués del Vasto y de Antonio de Leyva.

[11] Otras fuentes indican que fueron 200 los soldados muertos, en Turín.

[12] Según testimonio de Jacobi de Cappo de 25 de mayo: Questi signori si fanno prestar dinari a tutti li capitani spagnoli per darli a li lanzchenechi nel termine promesso, perchè essi non vogliono zanze

[13] El virrey de Nápoles, Charles de Lannoy, y Hernando de Alarcón, se hallaban en la corte francesa como representantes del Emperador, para reafirmar o ratificar los capítulos de las paces establecidas entre ambos monarcas.

[14a] La copia del original - un documento muy extenso - está en latín, pero existe un sumario de lo capitulado en lengua italiana, que es de donde extraigo los datos que aquí relaciono.
También Prudencio de Sandoval recoge una traducción en lengua castellana, de la cual transcribo el punto relativo al ejército en la nota [15]

[14b] El duque de Sessa, embajador español en Roma avisa al Emperador el 7 de junio que la liga contra S. M. se ha verificado, siendo sus principales capítulos: «Amistad perpetua con liga defensiva y ofensiva contra quoscumque: que el Rey de Francia da  para libertar á Italia 40.000 ducados al mes 
y 600 lanzas por todo lo que la guerra durare; el Rey de Inglaterra 20.000 ducados; Venecianos 800 lanzas y diez mil peones; el Papa 500 lanzas y 8.000 infantes. Las contribuciones de dinero han de servir para bajar 10.000 suizos, por los cuales por orden é inteligencia del francés ha enviado con gran furia.» 

[15] Y que por los dichos confederados, y á común espensa se haga en Italia un ejercito de treinta mil infantes, y de dos mil y quinientos hombres de armas, y tres mil caballos ligeros, con la artillería y municiones necesarias y competentes , asi para impugnar , como para defender las ciudades, y fuerzas: el cual dicho ejercitó se pondrá en orden , y recibirá la paga , otro dia después que la ratificación de este presente tratado se entregare al rey cristianísimo. Lo uno, para defender a los dichos confederados: lo otro, para resistir á los que' en esta paz no hubieren veni-do , ó perturbaren las cosas do Italia contra la presente confederación. Para el cual ejército ha de contribuir el Papa por su parte ochocientos hombres de armas, y setecientos caballos ligeros, y ocho mil infantes. Y el rey cristianísimo ha de contribuir en cada un mes para el sueldo , y otros gastos de la guerra cuarenta mil escudos del sol: y demás de esto, quinientos hombres de armas, aderezados al uso de Francia, en los cuales se comprenden mil caballos ligeros. Y los venecianos han de dar ochocientos hombres de armas, y mil caballos ligeros, y ocho mil infantes. El duque de Milán cuatrocientos hombres de armas, trescientos caballos ligeros , y cuatro mil infantes: y que sino pudiere cumplir este número, particular-mente en el principio dé la guerra , sean obligados el Pontífice y venecianos á prestarle los cuatro mil infantes, con condición, que cuando pareciere que el duque puede cumplir, no estén obligados, sino por sus ocho mil , como está dicho. Y  en el gasto dé la artilleria, municiones y bastimentos den respectivamente en la forma que lo demás se ha repetido. Y que este ejército se sustente, y conserve entero, hasta acabar la guerra de Italia, o hasta que sean echados de ella los que la perturban, ó su ejército sea totalmente deshecho, ó de tal manera debilitado, que le sea forzoso encerrarse en alguna ciudad , ó lugar fuerte para de-fenderse. Y que no puedan salir en campo, ni tengan fuerzas para alojarse en él: y en este caso se pueda deshacer el ejército de la liga, quedando solamente los que bastan para acabar de consumir las reliquias del enemigo, ó para tomar algunas fuerzas, si las hubiere de mayor momento. y esto sea al parecer de los capitanes del ejército, Y para este ejército que asi ha do quedar, den al respecto de lo que antes daban. 
Demás de esto promete el rey cristianísimo á los confederados, que por las dichas causas hicieren guerra en Italia , que él también tendrá su ejército de esta parte de los monles, para divertir las fuerzas de cualquier enemigo, y embarazarle, que no pueda juntar nuevas gentes, ayudas contra los confederados de Italia , ni las consentirá pasar. Y que al tiempo que en Italia se comenzare la guerra, él la hará , acomelténdole sus tierras con poderoso ejército, que por lo menos sea de dos mil hombres de armas, y conveniente infantería Y no solo por tierra , sino por la mar, haciendo cruel guerra por todas partes á los enemigos de los confederados. 
Oue para el dicho ejército déla liga, los confederados levanten la gente de suizos que les pareciere, y que el rey cristianísimo dé su favor y su autoridad y ponga el suyo , para que con estas condiciones, conveniente sueldo vengan lo mas que puedan.

[16] "Prima de enganche" es una expresión moderna; en castellano antiguo se usaba la voz "socorro", en este caso, se trataba de un dinero que les entregaba a los soldados en su localidad, tanto para costear los gastos que hacían hasta reunirse en la plaza donde se le tomaba la muestra a la unidad completa, como a modo de incentivo.

[17] En Plasencia Guido Rangon reunía a mediados de junio 4000 infantes de los cuales 1800 eran escopeteros y arcabuceros. Una proporción de bocas de fuego equiparable a la de las tropas españolas, y muy superior a la de lansquenetes y suizos.

[18] Lo era en la práctica, y al final se formalizó el sistema al constituirse los tercios en 1534.
Véase la Ordenanza de Génova para el ejército [1536]

[19] Otra fuente nos indica que en Milán había 6000 lansquenetes, 3000 españoles y 2000 italianos. Noticia de Francesco da Crema de 13 de junio.

[20] La leva de suizos había de ser de 7000 infantes [aunque otras fuentes apuntan a 10-12.000, deseando el rey de Francia que de 12.000 infantes fueran 5000 arcabuceros y escopeteros, lo que demuestra se había aprendido alguna lección de las derrotas sufridas a manos de los españoles] a 4 raynes [florines del Rin] por mes de 29 días, demandando un 40 por 100 de avance, si bien se les entregó un escudo por cabeza para realizar el camino desde sus tierras.

[21] La versión más detallada del suceso la da Jacobi de Cappo, en carta del 15 de junio.

Tenemos en la lista de infantería española de diciembre de 1525 un capitán Andrés Herrera, pero ningún Rosales ni Sarna.

Juan de Urbina era maestre de campo, y probablemente, su compañía se hallaba en Monza a cargo de su alférez, pues él se dedicaba a mayores empresas que el gobierno de su bandera.

He usado la expresión "soldados particulares" que es propia del castellano del siglo XVI para traducir a de Cappo, que usa el término de "lanze speciate". En Italia, las "lance speciate" eran soldados que sentaban plaza en una compañía - normalmente de caballería - con condiciones especiales a título particular.

[22a] Las fuentes italianas nombran a Alfonso de Gaioso y Lodovico de Villanova. La relación de infantería española - a diciembre de 1525 - publicada por Antonio Rodríguez Villa, nombran a Alonso de Gayoso y Juan de Villanueva. Pudiera ser que un hermano llamado Luis - algo muy frecuente en este siglo - hubiera sucedido al capitán llamado Juan listado en 1525.

Santa Cruz aparece como Santa Croxe.

[22b] La compañía de Juan de Santa Cruz estaba formada, a diciembre de 1525 por 228 infantes, de los cuales eran 54 escopeteros y 28 arcabuceros, sin embargo para este momento estaba reforzada por un gran número de lombardos, según queda referido por aviso de 22 de junio:
che la compagnia di Santa Croce capitanio spagnol, non havendo fornita la compagnia di spagnoli la ha poi fornita de paesani assai tutta tra spagnoli et italiani da 400 archibusieri et bona gente, et la più
bella compagnia che sia in quel campo

[23] Jacobi de Cappo dice que fueron 20 los muertos, la mayor parte españoles, amén de lansquenetes y milaneses.

[24] Mueren 100 milaneses, 30 lansquenetes y 10 españoles, así como los 86 españoles y napolitanos que se hallaban de guardia en la Corte Vechia [aunque otras fuentes refieren que la guardia estaba compuesta por 150 corsos].

El relato más detallado de los hechos, es el aviso de Joannes Luca, de 19 de junio. La carta del 18 de junio de Jacobi da Cappo complementa la relación anterior; en ella se describe como en el Domo tuvo lugar un milagro, el sangrado de un crucifijo, que los españoles despreciaron, diciendo que lo habían ensangrentado a posta. Estos oportunos milagros solían tener lugar en momentos como el descrito, y animaban a la gente piadosa a tomar las armas con mayor convicción.

Por un aviso de 19 de junio, sabemos que la guarnición del castillo está a pan [de sémola] y agua, pasando hambre, y que muchos se hallan enfermos y no se pueden poner en pie, lo cual puede que explique que no llevasen a cabo ninguna salida para respaldar a los paisanos durante el tumulto.

[25a] El control de las puertas de la ciudad había estado hasta la fecha, según Lope Hurtado de Mendoza, en manos de "los mayores bellacos" de Milán, que habían causado más de 50 muertos entre los españoles y habían impedido al campo imperial avituallarse con normalidad.

Alojarse a discreción suponía que no había acuerdo entre diputados de la ciudad y los furrieles encargados de los alojamientos, con lo que los caseros no recibían compensación por la estancia y el uso de leña, velas, etc. Asimismo, se tendía al abuso por parte del soldado:
tutti li spagnoli, che erano di fuori di la terra allogiati per il territorio sono reduti a Milano et allogiano per tutta la città [...] hanno fatto far cride che tutti possino far hostaria senza pagamento de dazio ad favor de soldati, et che ditti soldati allogiano per le case de milanesi con discontento che restano maltrattati
Aviso de 20 de junio

Che li prefati soldati allogiano per tutto Milano, non dico a discretione ma for d’ ogni discretione, et non è così tristo et positivo soldato et famiglio di esso che si contenti de le cose possibile per il vivere loro, ma vogliono de li danari et del zucaro brusco et dolce. Per quanto ho inteso de molti lochi, godeno le donne o per amor o per forza.
Carta de Jacobi de Cappo de 20 de junio

[25b] et spagnoli hanno hora più superbia del mondo, che non se puoi dir pur una parola che subito metteno man a la mazza di ferro da homo d’ arme et bateno ognuno
Aviso de 22 de junio

El 18, los lansquenetes "se alborotaron" asaltando tiendas de armeros, así como casas desde las que se les había disparado con escopetas, quedando con el saqueo casi todos muy bien armados con buenos coseletes.

[26] 3000 infantes a cargo del conde Guido Rangon, y 4000 a cargo de Joanin de Medici y Vitello Vitelli, de la famosa familia de condottieros.
Los hombres de armas son 200 lanzas del marqués de Mantua, 100 del conde Guido, 100 de Vitello y 50 del hijo del duque de Camerino. Completa el ejército 500 caballos ligeros.

La lista completa está en I Diarii di Marino Sanuto v.XLI, c.691 (f.358).

[27a] Las tres banderas de españoles que allí se alojaban, habían marchado a Milán poco antes del asalto, el día 23. Véase la carta del Abad de Nájera al Emperador, de 27 de junio.

El Abad asumía en su misiva que el hecho no fue casual, y que la facilidad con que se tomó la plaza derivaba de un concierto hecho con alguien de la nueva guarnición. Lope Hurtado de Mendoza apunta a que fue un teniente de Luis Siciliano, quien hizo el trato y dejó entrar a los asaltantes por una de las puertas.

En otra carta, se asume que el traidor fue Lodovico Vistarino.

300 de los napolitanos apresados en la toma de Lodi, pasaron al servicio de venecianos, si bien al poco, tornaron a servir al bando imperial, si bien fueron recibidos con recelos, ubicándolos en un lugar de la plaza donde su posible defección no causara daño.

[27b] Lope Hurtado de Mendoza indica que del Vasto acudió con 200 hombres, y que solo murieron 6 o 7 de ellos.

[28a] En Alessandria, plaza que controlaba el camino al ducado desde el puerto de Génova, a cargo del capitán Aldana, había tres banderas de españoles, 1000 infantes italianos, 200 lanzas y 200 caballos ligeros. La fuente para estas cifras del ejército es la carta del Abad de Nájera al Emperador, de 27 de junio. Ponemos aparte el dato de Alessandria, porque la plaza, aunque estratégica por su emplazamiento, jugó un papel menor en el conflicto.

Lope Hurtado de Mendoza, en carta de 28 de junio, aporta unas cifras que no coinciden con las del Abad:
Pavía: 2000 alemanes del conde Lodrón, 3 banderas de españoles, 2 de hombres de armas y 2 de caballos ligeros.
En Milán, 3000 alemanes y 24 banderas de españoles, unos 6000 infantes.
Quedan 1000 italianos para controlar caminos y asegurar el avituallamiento del ejército, pero la mayoría de los italianos habían sido despedidos por desconfiar de ellos: tutti italiani da guerra che sono in Milano loro li licentiano, perchè non hanno de darli soldo, nè di loro se fidano.

La mayoría de la caballería ligera era italiana, borgoñona [Países Bajos] o albanesa. Los hombres de armas, españoles y napolitanos.

Compárense esas cifras con las de los informes venecianos de primero de julio:
Da una persona molto degna, et di molta pratica, mi è ditto circa il numero di le gente che in
lutto in Milano sono, et non più di fanti tra spagnoli et todeschi 5000, computà la guardia del castello
qual non può importar meno di fanti 2000, et che cesarei, per boca loro, hanno in tutto el Stato non più di trenta bandiere spagnole sole ; el numero di le qual per cadauna non passa al più di 150 per una, ancor che molle ne siano che non ascendono ad lai summa. Di le qual bandiere do stanno in Cremona, do in Como, una in Tretio, una in Lecco, una in Pizigaton ; non scia ben certo
se quelle che erano in Alexandria, che erano due, siano redute in Milano, et messe queste due di Alexandria in computo, el resto di le bandiere veneriano ad esser 22, qual 22 bandiere pònno importar 3000 fanti spagnoli. Et li todesehi sono da cerca 2000, et non passano de questo numero.

Las cifras no concuerdan, probablemente, porque los venecianos hacen el cálculo a partir del número de banderas y un reducido número de 150 infantes por compañía, pero vale la pena destacar omisiones de pequeños destacamentos en las relaciones de Hurtado de Mendoza y el Abad de Nájera que sí recoge el enemigo.

[28b] Como veremos, la previsión de 17.500 lansquenetes quedará muy disminuida, básicamente, por la falta de dinero, el principal incentivo que hacía que un alemán cruzara los Alpes para ir a Italia a hacer su oficio de soldado.

En todo caso, vale la pena mencionar el dato: primero, porque los ejércitos tenían en cuenta estas previsiones a la hora de tomar las decisiones, segundo, porque es importante valorar como dichos planes se podían ver truncados, y la realidad, con todas sus limitaciones humanas y materiales, se acababa imponiendo.

Desde Italia también se reclamaba a España el envío de 4-5000 españoles levantados en las coronas de Castilla y Aragón, una flota con 1000 caballos embarcados y asimismo, el envío de las tropas alemanas de Rocandolfo que se hallaban en Perpiñán.

[29a] Un reparo era un terraplén defensivo, un muro de tierra, en este caso, siguiendo la linea del foso. Una trinchera se componía de foso y reparo, siendo formado el reparo con la tierra que se excavaba en el mismo foso. A veces se usaban ambas voces "reparo" o "trinchera" indistintamente, si bien el reparo tenía una finalidad defensiva, y la trinchera, de aproximación a la plaza, ofensiva.

[29b] El requerimiento de venecianos y pontificios no fue atendido, y los suizos, realizada su Dieta el 22 de junio acordaron armar tropas únicamente para el servicio del rey de Francia.

[30a] Como ejemplo de proporción entre gente de guerra y bocas que alimentar, podemos ver la carta de Lope Hurtado de Mendoza de 8 de julio: "Nuestra gente que está en Carmona [Cremona] pasa de tres mil hombres de guerra, que han cinco mil bocas, todos comen a discrección". 

[30b] Santa Cruz, il primo doppo Giovanni d'Urbino, era considerado por los italianos como el capitán más importante tras Juan de Urbina, que tenía título de maestre de campo.

[31] "El mandare a perdere questi fanti non intendono questi Capitani a che fine sia, perchè non si vede ragione alcuna", según opinión de Guicciardini

[32] La valoración es un resumen de los pareceres realizados por los cabos de guerra del ejército de la Liga, recogidas en carta del proveedor general Pesaro, a día 8.

Respecto a las bajas sufridas por los atacantes, parece más creíble el testimonio de Pesaro ["lo exercito si era levato senza danno alcun nè del nostro, nè del pontificio"] que no el del Abad de Nájera, que comunicaba al Emperador que se rumoreaba que los de la Liga habían perdido 6000 hombres en el ataque, si tenemos en cuenta la narración de Cereceda y la correspondencia de Guicciardini:

Cereceda narra que comienzan á dar la batería á la puerta é torre que los españoles tenían en guardia, y fué tan furiosa que era para desfacer cualquier fuerza de muro, tanto, que la puerta y torre fué desfecha; é viendo que los españoles no se podian encubrir detras de la torre y puerta, arremeten dos veces á dar batalla con siete banderas y gran número de gente, en las cuales dos batallas pagaron muy bien el daño que con su artillería y arcabucería habían fecho, perdiendo tres banderas y mucha parte de la gente que les mató el arcabucería española.

Guicciardini narra - con más detalle que nadie - el suceso:
cosi fece spingere dai primi colonnelli qualche banda di scoppettieri alla via di Porta Romana; et cosi verso Porta Tosa; e quali scaramucciarono assai con li inimici, che erano a queste due porte, et anchora che alcuni ne salissino in suUi ripari, furono sempre ributtati; et morti a Porta Tosa della compagnia del Conte Pier Nofri 14, e 16 fanti, et a Porta Romana di quelli di Hieronimo Falloppia forse altrettanti, et dell'uno et dell'altro feriti assai : et loro anche non debbono essere passati senza danno. 

O sea, unas pocos muertos de las dos compañías de escopeteros que participaron en la escaramuza inicial.

[33] La reseña se hace en Angulema a 26 de junio de 1526. Tribulzio, Gonzaga, Medici, Ursino... apellidos que se repiten entre los capitanes italianos de esta época están en esta lista. 

[34] Según Lope Hurtado de Mendoza [en carta de 28 de junio] "la venida de Borbón ha tardado tanto que ya no trae crédito [ni] nuestra gente no le tiene por tan buen capitán como en este tiempo sería menester".

Un aviso de los rectores de Bergamo de 11 de julio ratifica - aún en forma de rumor - el poco crédito del duque de Borbón: dice che spagnoli mostravano de non si fidar de monsignor di Barbon

Por otro aviso, nos indica que Borbón llegó con unos pocos hombres de armas y una sola compañía de infantería.

[35] Las reclutas de aventureros suizos eran comunes, pero en general, eran escasas, pues la mayoría de capitanes - y también de soldados - se sometía a los acuerdos de la Dieta, que regulaban el reclutamiento y contratación de las tropas. Los cantones podían llegar a sancionar a estos capitanes que realizaban levas sin autorización.

[36] Las defecciones eran muy habituales en esta época. El concepto de deserción no estaba muy definido: uno traicionaba a su señor, a su príncipe natural, pero un condotiero que había obtenido una "conducta", un contrato, bien podía renunciar a su servicio si las condiciones cambiaban.

[37] Cuatro compañías, tres de Bellinzona y una de "Brunich" - Bruneck o Brunico, actualmente en Italia, aunque de lengua alemana, con 340, 240, 220 y 300 soldados.
Tropas suizas debían ser pagadas por el rey de Francia: 8.000 suizos levados con 40.000 ducados. La orden partió de la corte del rey de Angulema a 28 de junio, pero tan sólo aportó 15.000 ducados para la leva. Los cantones se reunieron en Dieta en Lucerna el 18 de julio para acordar que hacer.
Por lo tanto, estos capitanes de Bellinzona que acudían a Italia a finales de junio lo hacían por iniciativa propia y sin acuerdo de los cantones.

[38] El castellano se había comprometido a reclutar seis mil suizos por seis mil ducados, pero solo aportó tres mil hombres. No quedan claras las cuentas hechas entre el usuario de esas tropas y el intermediario, pero por la cantidad parece que Medici solo ofrecía una prima de enganche a los suizos y él se quedaría quizá una comisión por la recluta realizada. Los venecianos preferían dar la paga uno a uno: li danari saranno mandati da esser pagati homo per homo per uno di Colaterali nostri, pero a veces se tendrían que conformar y entregar las pagas a los capitanes, que cometían fraudes en las listas de soldados de sus compañías para ganar un sobresueldo. Los soldados se conformaban con una cierta cantidad para realizar el desplazamiento desde sus tierras, pero una vez llegados al punto de reunión podían pedir un avance sobre la paga].
A 10 de julio llegan noticias de Berna de que un capitán ofrece 1400 hombres con un 40% de adelanto en las pagas, aunque finalmente se conforma con un 20%. Esto se produce habiéndose ya convocado la Dieta que ha de dirimir si se admite la petición del rey de Francia.

[39] Buena parte del ejército veneciano, no obstante, se hallaba en guarnición, así que estas cifras no corresponden al ejército de campaña que se hallaba en Marignano.

[40] La señal convenida es doble: disparar siete tiros de artillería, por un lado, y hacer señales de fiuego en el campanario de Chiaravelle entre las 5 y las 6. Las horas comenzaban a contarse desde la puesta de sol, así que las 5 - en julio - sería de madrugada, en torno a las 2 o las 3 según el horario que hoy seguimos.

[41] El acuerdo es de 8 de julio. Parece ser que el archiduque permitió que los derrotados marcharan a Italia por cuenta propia para emplearse allí como soldados, cosa que denunciaban venecianos, viendo la llegada de tantos luteranos a sus tierras, unos 2500, por Bressanone - Brixen y Bolzano.
Argumentaban que no era posible que esos soldados de los villanos hubieran podido cruzar los pasos de los Alpes sin permiso del archiduque.

Un tal "Gaspar Mar" junto con otros capitanes llegó a Venecia para ofrecer 1500 soldados que se habían quedado en la frontera - en Agort o Agordo, en el Bellunese  - como tropas al servicio de la Señoría, y en caso contrario, se les de libre paso para ir a Roma.

Los venecianos en principio no les admitieron, pero tampoco les negaron el paso. No obstante, consultados los mandos del ejército, estos dieron el visto bueno a la recluta, siempre que dieran la Fe, esto es, que juraran cumplirían su servicio, pues los alemanes eran de una nación que no rompía sus juramentos.

Curioso es, cuanto menos, que estos furibundos luteranos, acusados de haber quemado mil monasterios, quisieran marchar a la sede del trono de San Pedro para incorporarse al ejército papal.
Michael Gasmaier o Gaismair, fue un líder de la revuelta, y estaba al servicio de los venecianos en agosto con 1020 lansquenetes, aunque luego se verán incrementados hasta 1400.
Desde Cividale di Belluno, un capitán veneciano se acerca a Agordo para revisar las tropas: hay 170 escopeteros, 840 alabarderos y otros 150 soldados armados con otras armas, que no menciona, organizados en 7 banderas. En una nota anterior dice que son 1010, desarmados, pues han tenido que vender sus picas en el camino para poder vivir. Entre ellos había un pastor herético que les predicaba cada día, y como era normal, iban acompañados de mujeres. Decían que se hallaban perseguidos por 3000 soldados de la Liga de Suabia, aunque otras fuentes indican que estos perseguidores eran 5000 a cargo de Frundsberg, que se hallaban en Andraz y habían enviado un trompeta a requerir de los venecianos de Cividal di Bellun si pensaban darle paso a los fugitivos.
Otro capitán, procedente de Feltre, indicó que eran 1000, con arcabuceros y escopeteros, y que había 500 personas más entre mujeres y servidores, y todos gritaban con entusiasmo "Marco, Marco", apellidándose al patrón de Venecia.

El 29 de agosto, se contaban entre las tropas a sueldo de Venecia las compañías de los capitanes "Gasmit" - de nuevo habían aliterado el nombre - "Jacomo de Basilea", "Toccamburd" y "Melchiser". 1100 hombres en Cremona que eran contabilizados como "altri sguizari", otros suizos.

Como solía suceder en esta época, cuando acababa un conflicto en tierras vecinas, siempre quedaban tropas dispuestas a ocuparse en otra tierra. Aunque en este caso, quizá la componente política, un exilio forzoso, fuera más importante que no la búsqueda de empleo por hallarse desocupado, el hecho es que buscaron oficio como soldados en tierras italianas. Durante la guerra campesina habían demostrado su buen hacer, derrotando un ejército de caballeros - con la ayuda de 400 infantes que traicionaron a sus señores - en la batalla de Schladming, el 3 de julio de 1525.

En Villaco [Villach, provincia de Carintia] también se juntaron cientos de soldados ociosos que habían sido despedidos tras combatir contra los campesinos en las filas de la Liga de Suabia, buscando quien los contratara.

Michael Gaismair, capitán de la Señoría, con 300 ducados de renta, acabó siendo asesinado en Padua el 14 de abril de 1532 a manos de unos asesinos italianos que le infligieron 42 heridas, entre puñaladas y estocadas, le robaron varias joyas e hirieron de muerte a un criado y a un huésped.

Estas tropas -  "li todeschi, overo lanzinech" - se alojarán en Cadore - comarca bajo jurisdicción o protección veneciana - dejando el Tirol austriaco atrás el día 21 de julio, y serán contratados por 4000 ducados. El 23 están en San Zenone sotto Asolo [San Zenone degli Ezzelini] acompañados por dos caballeros venecianos que les han de guiar hasta Vicenza, pasando por Rosà y cruzando el Brenta en el paso de Santa Croce [Bigolina]. Los alemanes, no teniendo dinero con que vivir, empeñan sus escopetas en Cividale. Se acuerda dar 25 ducados a Gaismair y 100 ducados más para subvención de su compañía, mandando se les den las escopetas que dejaron empeñadas.

Mientras, los 5000 perseguidores a cargo de George Frundsberg en Buchenstein - Livinallongo, sabiendo que los villanos de Gaismair han dejado Agort para entrar en tierras de la Señoría, se retiran a Egna - Neumarkt.

En cuestión de reclutas, ni empleadores ni empleados podían perder el tiempo, pero el 27 de julio, los lansquenetes de Gaismair se hallaban en Brescia, lejos de Milán, donde el Duque había entregado a Borbón el castillo.

A finales de junio, Marchs Siti von Enps et her Jorich von Fronsperg, están a un día de Coyra y han de reclutar 10000 lansquenetes en contorno de Salzburgo para acudir a Milán. Acuerdan reclutar los villani que habían asediado Salzburg.

[43] En mayo/junio de 1527, los Vitelli o Vitello pasaron al servicio imperial. Véase la nota c al artículo Los hombres que metieron Roma a Saco: ¿soldados de un ejército o comunidad de amotinados?

[44] Carta del Abad de Nájera de 10 de julio. Los informantes venecianos hablaban de 9000 infantes, 600 hombres de armas y 600 caballos ligeros, lo que es una estimación bastante fidedigna sobre el tamaño del ejército enemigo.

[45] No hay ni siquiera entrada en Wikipedia para "assedio di Milano" ni tampoco en su versión en español.

[46] Nueve mil infantes intentarán infructuosamente tomar por asalto esa plaza, tras hacer batería en los muros, atravesando los fosos, un 29 de agosto.

Ordenanza de Génova para el ejército [1536] - Instrucción de Milán para el tercio de Lombardía [1538]

Et considerant que la saison est desja tant avancée et que vuillant tout cest yver entretenir et soubdoyer icelle armée soient grans frais et pourroit faire peu d’effect, je me suis resolu de rompre icelle et retenant pour me accompaigner la bande des vieux souldars espaignolz et deux mille des pietons allemans choisiz des meilleurs et plus experimentéz en guerre, j’ay fait payer et expedier la reste desd. pietons et gens de guerre avec provisions et commissaires pour leur retour chascun en son pays et quartier.

Considerando que la estación [el verano] está ya muy avanzada, y queriendo entretener y pagar aquel ejército con grandes gastos y pudiendo hacer poco efecto, me he resuelto en deshacer dicho ejército, y retener para mi acompañamiento la banda de los soldados viejos españoles y dos mil de los infantes alemanes escogidos de entre los mejores y más experimentados en la guerra, con provisiones y comisarios para el regreso de cada uno a su país y cuartel

Carta del Emperador a su hermano Fernando, dada en Trapani a 31 de agosto de 1535, tras el regreso después de la toma de Túnez




La misiva precedente nos aporta dos detalles sobre el ejército tras la toma de Túnez en el verano de 1535: por un lado, el deseo del Emperador era deshacer su ejército - estando el tiempo tan avanzado, y próximo el invierno - y despedir a los soldados - a los cuales da provisiones y comisarios para el regreso a su país - y por el otro, deseaba conservar una buena parte de ellos: dos mil infantes alemanes escogidos entre los más experimentados en la guerra, y la banda de viejos soldados españoles, a los cuales no había que escoger, porque eran todos fogueados en la guerra.

En octubre informaba que había despedido a los alemanes - que eran partidos y de camino para volver a su país - y que los españoles habían de ser alojados en los cuarteles donde solían estar el pasado año por los reinos de Nápoles y Sicilia. 

Efectivamente, las tropas españolas tenían ya fijada su residencia en los reinos y provincias de Italia.




1. La ordenación de los Tercios

1536 es el año en el cual los tercios de infantería española quedan organizados al promulgarse en Génova por el emperador Carlos la ordenanza de 15 de noviembre. 

Podemos preguntarnos si aquellos hombres que combatieron en Pavía [24 de febrero de 1525] o incluso en Bicoca, que en muchos casos eran los mismos que seguían sirviendo en las banderas contra el francés ese año de 1536 en la jornada de Provenza, combatían de modo diferente o pasaban a tener una organización notablemente distinta a la anterior. 

La respuesta evidente es que no mediaba demasiada distancia entre el modelo anterior y el nuevo. Por ejemplo, el título de maestre de campo ya existía en 1525. Juan de Urbina y Juan de Mercado aparecen así nombrados; Mercado con título de "maestre de campo de la infantería". 

Lo que hace la ordenanza es recoger por escrito muchas de las prácticas que ya eran habituales e institucionalizarlas, poniéndolas negro sobre blanco.

Lo cierto es que si bien antes de esta ordenanza había tercios [Juan Luis Sánchez de tercios.org indica el año de 1531 como de creación de las primeras unidades que por "vocación de continuidad" podían considerarse como tercios] no había en la fecha un código de regulación para los mismos.

Lo que define al tercio en contraposición a las coronelías [1] u otros sistemas más laxos si cabe de ordenamiento de las capitanías, es la continuidad. 

Cierto es que la mayoría de tercios durarían poco - algunos, el tiempo de formarse en España y ser desplazados a Italia o Flandes - pero la voluntad del emperador era la de tener un ejército permanente para hacer frente a sus interminables conflictos. 

Las exigencias de la guerra en Italia contra Francia y diversos estados italianos, hizo que el ejército pasara a ser una estructura eventual con vocación de caducidad a fin de campaña, a tener una estructura permanente con vocación de atender al siguiente conflicto, que ineludiblemente habría de tener lugar. 

Había enemigos por doquier y ambiciones de tipo dinástico e ideológico empujaban a Carlos a chocar con todos y cada uno de ellos. Además, había que guardar los territorios del sur de la península itálica - los reinos de Nápoles y Sicilia - de la amenaza turca, que, puntualmente, asolaba las costas italianas, secuestrando a la población civil y destruyendo pueblos.


Anteriores gobernantes - Fernando el Católico o Cisneros - más conscientes de las limitaciones presupuestarias y de los enormes costes de la guerra, optaron por el ejército de campaña. Cuando se acababa la guerra, los soldados eran despedidos - en muchos casos no muy bien tratados: "desnudos, perdidos y muertos de hambre" - y las unidades disueltas. 

Véanse las campañas de 1516 y la toma de Gelves en 1520, para comprender mejor que sucedía cuando los hombres ya no eran necesarios.


El nieto del rey católico, en cambio, se enzarzó en una escalada bélica que parecía no tener fin, y ese estado de guerra permanente dio a luz a unas unidades veteranas que pudieron ser escuela para los soldados nuevos, siendo esta acumulación de experiencia ininterrumpida y saber hacer la que determinó el éxito de los tercios, frente a otros ejércitos constituidos solo para llevar a cabo campañas veraniegas, levantados por príncipes y estados menos ambiciosos o menos poderosos.


En todo caso, al realizar una lectura detenida de la ordenanza, vemos que da nombres de personas que ostentan diversos cargos en el ejército hasta el grado de capitán,  que se ocupa de particularidades y minucias del tiempo presente - nombra a una compañía de Jaén no integrada en ningún de los tercios existentes y a un grupo de 30 soldados que guardan un castillo - y que hace referencias a lo "que mandamos dar en la ciudad de Nápoles", por lo que podemos deducir que se estaba menos pensando en el futuro cuando se redactó, y más en ordenar y asentar el estado presente de las cosas. 

De su análisis también podemos inferir que el estilo impersonal al que estamos acostumbrados hoy, se mezclaba con el estilo personal de tratar las cosas que se usaba en los albores de la edad moderna, cuando un capitán, era un capitán con nombre y apellidos y no alguien fácilmente reemplazable.
 
Pero el hecho es que, en sus dos facetas, minuciosa y personalista, o generalista e impersonal,  fue la ordenanza que dio pie al sistema de los tercios, y la solución de las particularidades que requería el ejército en Italia ese noviembre de 1536 no empaña la claridad y trascendencia para la historia de los diferentes puntos de que trata.


Algunas particularidades de la ordenanza:
  • No hay un sargento mayor para cada tercio, sino dos sargentos mayores para todo el ejército, uno por cada dos tercios. El sargento mayor será la figura encargada de escuadronar la infantería.
  • Hay seis compañías de arcabuceros para los cuatro tercios, y no dos compañías de arcabuceros por cada tercio, como acabará siendo la norma. Norma que no se cumplía.
  • La ordenanza resuelve que se mantenga a cuatro mil soldados italianos en el ejército, y que el resto, tres mil trescientos, sean licenciados y despedidos, y por contra, que se acrecentará el número de españoles hasta ocho mil. Las compañías eran licenciadas, pero los capitanes, por contra, podían continuar sirviendo en el ejército con sueldo como caballeros particulares o entretenidos a la espera de un nuevo nombramiento.

[1] La infantería italiana y alemana se seguirá, como vemos, organizando en coronelías



2. La infantería española en 1536


Tercios de Nápoles y Sicilia


Veamos en una relación de julio de 1536 como se contabilizan las tropas de infantes españoles de estos dos tercios:

En las 21 banderas de Nápoles y Sicilia hay 5000 infantes poca cosa mas ó menos, y en estos entra la compañía de Luis Piçaño, que es ida á Saona en guarda del artillería.

En 1536 había 9 banderas del tercio de Nápoles a cargo de Rodrigo de Ripalda, las cuales pasaron a cargo del capitán Rodrigo de Arce a la muerte de aquel el 24 de octubre de 1536. 
En la ordenanza se hace mención específica a esta sucesión en el cargo.

Las 12 banderas del Tercio de Sicilia estaban a cargo de Álvaro de Grado.


Estas banderas de Nápoles y Sicilia - que en el texto de la ordenanza se citan de nuevo juntas - acompañaron disciplinadamente al Emperador en su camino cruzando Italia:
Van con S. M. los soldados españoles en número de 5.200, la gente más lucida que en Italia se ha visto, y tan gobernados que en esta cibdad se ha mostrado cómo los trae S. M. bien corregidos, porque desde que en ella entró S. M., no se halla que se haya hecho el menor desplacer del mundo; de manera que estos romanos quedan espantados de la observancia de nuestra Corte y gente de guerra, y en otra cosa no se habla en esta cibdad.
Carta de don Martín de Salinas al secretario Castillejo. Roma. 22 de abril de 1536




Compañías de los tercios de Nápoles y Sicilia, a 6 de septiembre de 1536 

Maestre de Campo del tercio de Sicilia, Álvaro de Grado 
Maestre de Campo del tercio de Nápoles, Rodrigo de Ripalda [no incluido en la muestra]

3037 soldados en 16 banderas:

Cristóbal de Quevedo capitán con 179 soldados [Roma*]
Rui Sánchez de Vargas id 215 [Ruy Sánchez de Vargasª] [Nápoles]
El conde de Nobelara id 225 [Conde de la Nobelara[ [Nápoles]
El alférez de la compañía de Alcocer 127  [Luis de Alcocer][Roma - La Goleta]

Alvaro de Grado capitán y maestre de campo 224 [=] [Sicilia]
Charles de Esparza capitán 194 [Charles Desparza] [Sicilia]
Francés Pelús id 138 [Pelus] [Sicilia]
Luis Quijada id 196 [=] [Sicilia]
Melchor de Saavedra con 221 [Sayavedra] [Sicilia]
Hernando de Vargas id 177 [=][Sicilia]
Alonso Carrillo id 145 [=] [Sicilia]
Francisco Sarmiento 203 [=] [Sicilia]
Cristóbal de Morales 152 [Morales] [Sicilia]
Luis Pizaño id 215  [Luis Picaño] [Sicilia]
Gregorio de Lezcano id 178 [Lezcano] [Sicilia]
Alonso de Hermosilla 248 [Hermosylla][Sicilia]


ª Entre corchetes [], nombres que da Cereceda; si es idéntico =.


En la lista de septiembre aparecen mezclados capitanes de los Tercios de Sicilia y Nápoles. 

Cereceda da la lista por separado. 


*[Roma]: 
De las tres banderas que se hicieron despañoles en Roma eran capitanes Quevedo, Luis de Alcocer y Maldonado
Como escribiera Pedro Mártir de Anglería "Italia siempre ha estado repleta de españoles"; así pues, no fue infrecuente en esta época que se levantasen compañías en Roma u otras partes de Italia con los españoles que allí vivían, siendo muchos de ellos soldados viejos ocupados en otros menesteres. Muchos eran antiguos soldados que servían a otros príncipes y estados, como el propio Papa de Roma. De todas maneras, el propio Cereceda dice el capitán Luis de Alcocer, que fué de los que se hicieron en la Goleta, por lo que apuntamos este nombramiento hecho en Túnez. 

Respecto al Tercio de Nápoles, Cereceda nos da noticia a finales de junio del 1536 lo que sigue: 
De las [banderas] del Reyno era capitán y maese de campo Rodrigo de Ripalda, Ruy Sánchez de Vargas, Cisneros, Domingo de Arriaran, Francisco Ruiz y el Conde de la Novelara. 

Como vemos, la lista de 6 de septiembre es incompleta. 

El maestre de campo del tercio de Nápoles Rodrigo de Ripalda morirá en el cargo, y le sustituirá Rodrigo de Arce.

Cisneros y Arriarán aparecen mencionados como capitanes de arcabuceros en la Ordenanza; Nobelara aparece en la lista y el capitán Francisco Ruiz, que no aparece en la lista, fue mandado ejecutar por el marqués del Vasto en agosto de 1537.


El tercio de Sicilia en 1535

En la lista que doy a continuación, fechada en 1535, seguramente, antes de embarcarse para la jornada de Túnez, amén de poder contrastar nombres de capitanes y cifras de soldados por compañía [redondeados a la decena], se puede destacar que no aparece nadie con título de maestre de campo, lo cual no quiere decir que no lo fuera Álvaro de Grado.


Relación de capitanes de infantería existentes en el reino de Sicilia
1535 EST,LEG,1368,19 

Tutti li fanti sono in lo Regno de Secilia

La compagnia del capitan Lescano         f 200
La compagnia de Francisco Sarmiento   f 200
La compagnia de Álvaro de Grado         f 200
La compagnia de Luis Piçanno               f 200
La compagnia de Fernando de Vargas    f 150
La compagnia de Alonso Carrillo           f 150
La compagnia de Hermosilla                  f 150
La compagnia de Luis Quexada              f 160
La compagnia de Luis Mendes               f 130
La compagnia de Piluz                            f 110
La compagnia de Ciarles Despars           f 100
La compagnia de Sajavedra                    f 100

                                            son tutti     f 1850


Luis Mendes es el único capitán español de esta lista que no aparece en la relación de 1536. En su lugar, aparece Cristóbal de Morales.

En 1535, según relata Sandoval  "dieron la compañía de Luys Méndez al  Capitán Morales", al haber muerto Méndez, luchando con espada y rodela con los turcos, el 24 de junio frente a la Goleta.

Morales acabó siendo maestre de campo de un tercio de ocho compañías que sirvió en Hungría el año de 1538. Uno de los motivos del envío de estas tropas fue resultado de la reforma disciplinaria de las compañías que habían generado alborotos ese año y de los fraudes cometidos por sus capitanes. 

 





La jornada de Túnez [1535] evidenciaría la capacidad organizativa y logística de los ejércitos y armadas imperiales. Sólo había que poner negro sobre blanco lo que ya se venía haciendo con estructuras menos formales. Detalle del tápiz número 4 de la serie de Vermeyen sobre la conquista de Túnez. Cuadro de infantería española con una primera hilera de arcabuceros. 



Tercio de Málaga o Niza. Bisoños de Garcilaso de la Vega


Sigamos con los españoles nuevamente reclutados para la ocasión:

En las 11 compañías de españoles nuevos que vinieron en las galeras hay 2850 infantes de los que han sido pagados é socorridos y debe haber algunos pocos mas de los que quedaron enfermos en Saona.

Estas 11 compañías de españoles nuevos estaban a cargo de Garcilaso de la Vega, al "que enviamos para esperar allá [a Génova] la venida de las galeras de España y recibir los 3,000 infantes que han de venir en ellas, de los cuales ha de ser maestre de campo". 

"Los que quedaron enfermos en Saona" pudieron ser en número de 150, la diferencia de los 3.000 embarcados en Málaga y la cuenta hecha de 2.850.

El 27 de abril, 25 galeras habían partido de Málaga con unos 3.000 soldados. El 20-21 de mayo aportaron en Saona. En Génova les aguardaba su maestre de campo y capitán de una de las compañías, Garcilaso de la Vega, contino real, criado y persona de confianza de Carlos V. De hecho, parece que el título de maestre de campo lo tuvo antes que el de capitán de una de las compañías [según consta por una orden fechada en Fornovo el 17 de mayo]:

habemos acordado y es nuestra voluntad que tengáis una capitanía de infantería en la dicha gente , por la presente os mandamos que saquéis de todo el número de los dichos 3,000 españoles y de cada compañía de ellos, que quedando aquellas reducidas en igual número en los que assí sacáredes haya el mismo que quedará en cada una de las dichas compañías , de los cuales por la presente os creamos y hacemos nuestro capitán y les mandamos que os obedezcan y acaten como á tal , y que gocéis del salario y preeminencias que por razón de la dicha capitanía debéis gozar , como todos los otros capitanes

Así pues, el tercio partió de Málaga con 10 compañías de 300 soldados - la conducta habitual en durante el reinado de Carlos - pero se sacaron soldados de cada compañía para formar una nueva, y así el maestre de campo podía ser también capitán. 

Esto se debe a que Garcilaso no estuvo en España, como sí lo estuvieron los capitanes, reclutando a los soldados en los partidos o territorios que se les habían asignado para realizar la leva. Este apunte quizá no sea fundamental para el devenir de la historia de los tercios, pero sirve para ilustrar la flexibilidad organizativa: un tercio no tenía que ser de diez compañías de 300 soldados cada una, sino que tenía la estructura que se consideraba más oportuna, considerándose apropiado que el maestre de campo gobernase una compañía, aunque se formase ad hoc para su persona. 

También se nombró a oficiales para dicha compañía: el alférez fue Pedro Méndez de Sotomayor, vecino de Málaga. 

A la muerte de Garcilaso en Niza el 14 de octubre de ese año, derrocado por una piedra cuando daba un asalto a escala en un torreón, se haría cargo de este tercio, llamado de Niza o de Málaga, el capitán Juan de Vargas, que es el que aparece nombrado en la ordenanza:

que en la misma ciudad de Niza quedasen 2,000 españoles de los que postreramente vinieron de Málaga, y por maestre de campo de ellos Juan de Vargas 

Asimismo, su compañía fue reformada y los soldados repartidos en el resto de compañías. 

En las cuentas del tesorero Alonso de Aguilar, de agosto de 1536, ya aparecen estas compañías agrupadas con el nombre de "tercio", por lo que no se puede creer que la ordenanza de noviembre diera dicho nombre a estas unidades:

A Garcilaso de la Vega capitán y maestro de campo del tercio de las banderas que vinieron últimamente de España en las galeras, quinientos y diez y seis escudos y medio para su media paga y oficiales de su compañia, é socorrer con un escudo y medio á cada soldado de ella , entrando en ellos su media paga de maestro de campo y sus oficiales, que ha de tener con el dicho cargo en cuenta de lo que han de haber de su sueldo desde diez del presente mes de agosto (año 1536) en adelante                     516 y m.° Escudos

En septiembre de 1536, vemos una nómina completa - no un socorro de media paga, como el anterior caso - de la compañía de Garcilaso de la Vega:

Al capitán y maestro de campo Garcilaso de la Vega y á doscientos catorce soldados de su compañía nuevecientos y cuarenta y un escudos que ovieron de haber del dicho tiempo de un mes que comenzó á correr á los 25 de agosto y se cumplió á los 25 de setiembre de dicho año con la paga de capitán, y maestro de campo, y ventajas de alférez, y sargento, y pífaro, y atambores, y cabos de escuadra, y coseletes y arcabuceros                 941 Escudos


Del socorro de un escudo por soldado dado en Turín el 12 de junio, se deduce que había en diez compañías - falta en la relación la de Sahajosa - 2.418 soldados. Esas mismas diez compañías - sin contar la de Sahajosa - sumaban tres meses después, 2.243 hombres. 

Compárese esa cifra con los teóricos 3.000 soldados que partieron de Málaga en abril. 


Compañias del Tercio de Niza o de Málaga, a 6 de septiembre de 1536

Maestre de Campo, Garcilaso de la Vega, , con 2445 soldados en 11 banderas [levantadas en España y recibidas en Asti el 28 de mayo de 1536]:

  • Pedro Videa capitán con 230 soldados [Pedro de Vixea]
  • Machín de Munguia id 240 [Machín de Monguía]
  • Jorje Sánchez de Sahajosa id 202 [Sahajosa]
  • D. Alonso de Quesada id 235 [=]
  • Zambrana id 172 [Juan Pérez Zambrano]
  • Juan Avellaneda id 200 [Avellaneda]
  • Garcilaso de la Vega capitán y maestre de campo con 214 soldados
  • Juan de Bocanegra capitán 246 [Juan Pérez Bocanegra]
  • Pedro de Jaén capitán 256
  • Juan Pérez id 227 [capitán Juan]
  • D. Alonso de Villaroel id 223 [=]

Entre corchetes [], nombres que da Cereceda; si es idéntico =. 

El capitán Jaén estaba de guardia en Niza, y no formaba parte del tercio de Garcilaso, por eso no aparece mencionado en la relación de mayo]



Tercio de Lombardía

En las 7 banderas de españoles que están en el campo de Antonio de Leiva, hay 2000 infantes poca cosa mas ó menos.

Las 7 banderas que estaban en el campo de Antonio de Leiva estaban a cargo de Jerónimo de Mendoza, y pasaron a cargo de Juan de Vargas a la muerte de aquel poco después de promulgarse la ordenanza. Se trataba del tercio de Lombardía.


Compañías del Tercio de Lombardía, a 6 de septiembre de 1536. 
Maestre de Campo, Jerónimo de Mendoza, , con 1320 soldados en 6 banderas. También aparece mencionado Juan de Vargas con título de maestre de campo:

D. Gerónimo de Mendoza capitán y maestre de campo con 276 soldados [D. Jerónimo de Mendoza]
D. Pedro de Acuña capitán con 187 [=]
Hurtado de Mendoza id 215 [=]
Fernando de Figueroa id 206 [Figueroa]
Toribio de Santillana id 205 [Santillana]
Juan de Vargas capitán y maestre de campo 231 

[A 29 de junio, Cereceda no menciona a Juan de Vargas, sino a un D.Alvaro de Madrigal] 

Destaca el número de muertos entre los maestres de campo en breve tiempo: tres de cuatro, Ripalda, Garcilaso de la Vega y Jerónimo de Mendoza,

También las compañías, como sus oficiales, habían padecido los estragos de la guerra, y en el momento de la redacción de la ordenanza - noviembre de 1536 - se estimaba su número en un total de 7.700, cuando en la relación arriba mencionada de julio era de 9.850. Más de 2.000 bajas en unos pocos meses de guerra viva.


Otros cargos militares de la infantería española


Apuntes biográficos sobre los dos sargentos mayores de la infantería española: 
  • Juan Navarro fue hecho sargento mayor durante la jornada de Túnez en 1535. Anteriormente, había sido alférez del capitán Jaén, y había servido en el asedio de Florencia en 1530. Tomó el cargo tras la muerte de Lope de Fresno, el cual "queriendo entrar por una  tronera , le tiraron de lo alto una piedra con que le mataron". Que su anterior oficio fuera el de alférez, no nos ha de parecer extraño, aún cuando su "cargo es poner en orden los esquadrones para combatir con el enemigo, sin que el maestre de campo ni capitanes tengan voto ni parecer en ello, por ser officio distinto con esta libertad ordenase en esquadrones la infanteria". No obstante esa autoridad a la hora de escuadronar, tenía menor preeminencia que un capitán
  • Cristóbal Arias era en 1523 sargento y alférez del capitán Martín Sancho. En 1524, era sargento de Rodrigo de Ripalda, con Asuero como alférez. En marzo de 1528, la artillería de Lautrec le rompe un brazo. Según Jovio, pierde la mano por un tiro de falconete. En 1535, durante la jornada de Túnez, era sargento mayor. 
  • En la nómina de 6 de septiembre de 1536 aparecen ambos con un sueldo de 30 escudos, con ese título. 

Nómina de 6 de septiembre de 1536

  • El furriel mayor con cargo de aposentador Alonso de Lara gana 30 escudos al mes
  • El auditor de la infantería, Hipólito de Quincio, gana 15 escudos al mes
  • El ingeniero, Juan Bautista Balodio, 12
  • El "barrachelo" Juan de Simancas tenía 30 escudos y medio de sueldo al mes, pero disponía de 100 escudos para pagar 11 ayudantes a caballo, en lugar de los 8 que se indica ha de tener en la ordenanza. 



3. La Ordenanza de Génova


El texto en cursiva es el original de la ordenanza. En negrita he dispuesto unos breves enunciados de lo contenido precediendo a cada punto de la ordenanza.


Instruccion que se dió de lo que se ha de pagar en el ejército de S. M. de Italia, y de la órden que en esto y en otras cosas se ha de tener.

La orden que mandamos que se tenga de aquí adelante en nuestro ejército que queda con el ilustre Marqués del Gasto, nuestro Capitán General, en la paga de la gente que con él anduviere y sirviere a nuestro sueldo, y en las otras cosas tocantes a nuestro servicio que se han de hacer y proveer en él, y lo que los Capitanes y la gente de sus compañías han de observar y guardar, es lo siguiente: 


Cargos de Veedor General, Tesorero y Pagador, Contador del Sueldo. 
Sueldos de capitanes, alféreces, sargentos mayores y sargentos particulares acrecentados para la entrada en Francia

Primeramente mandamos que Sancho Bravo de Lagunas, Gentil-hombre de nuestra Casa, Veedor General del dicho nuestro ejército, y Tomás de Fornes, Tesorero y Pagador, y Juan de Vergara, nuestro Contador del sueldo, y que cada uno dellos, conforme a las Provisiones que les habernos mandado dar, hagan y sirvan sus cargos con la fidelidad que dellos confiamos, guardando y cumpliendo en todo lo que por el dicho Marqués nuestro Capitán General de nuestra parte les será ordenado y mandado; a los cuales y a todos los Capitanes, Maestres de Campo y a toda la otra gente del dicho nuestro ejército, mandamos que observen, guarden y cumplan cada uno en lo que le tocare la orden que por nuestra instrucción que mandamos dar en la ciudad de Nápoles, por el mes de marzo de este presente año, declaramos que observasen y guardasen la infantería española que vino conmigo del Reino de Nápoles y de Sicilia, y las otras instrucciones que después habemos mandado dar para la gente de nuestro ejército, y para otras cosas de nuestro servicio en todo y por todo, y como en ellas se contiene sin falta ni disminución ninguna, como si las dichas nuestras instrucciones fuesen dirigidas a ellos y a cada uno dellos, excepto en lo que toca a los precios del sueldo de los Capitanes, Alféreces y Sargentos mayores del dicho nuestro ejército, y los ortos Sargentos particulares de cada compañía, que han de ser pagados los Capitanes y los Alféreces a cada quince escudos, y los Sargentos mayores a cada veinte escudos, y los Sargentos particulares de cada compañía a cada ocho escudos durante esta jornada y empresas, o hasta tanto que por Nos sea dado por virtud del acrecentamiento que les mandamos hacer a los dichos precios, estando en la ciudad de Aste, para entrar en Francia con nuestro ejército.


Sueldos de infantería española e italiana

Y toda la otra gente de la dicha nuestra infantería española e italiana del dicho nuestro ejército, ha de ser pagada a los precios y de la manera que se contiene en la dicha nuestra instrucción que mandamos dar en la ciudad de Nápoles, salvo algunos de los Capitanes de la infantería italiana que han de ser pagados a razón de cincuenta escudos al mes o menos, como el dicho Marqués nuestro Capitán General lo ordenare y declarare, por ser Caballeros y personas de calidad, y algunos dellos han sido Coroneles, y por nos servir han querido aceptar de ser nuestros Capitanes de la dicha infantería, y por la dicha razón han de haber al susodicho precio, como el dicho Marqués lo ordenare y mandare, habiendo consideración a la calidad y méritos de cada uno dellos.


Tercios de infantería española 

La infantería española del tercio de Nápoles y Sicilia, que reside en el dicho nuestro ejército, está pagada hasta en fin del mes de setiembre próximo pasado de este presente año, y la del tercio de Lombardía hasta mediado del mes de octubre de este dicho año, y los del tercio de Málaga que quedaron en Niza, y la compañía de Jaén que sirve en el dicho nuestro ejército, hasta los 25 del dicho mes de octubre.


Coronelías de infantería italiana

La infantería italiana: de las diez compañías que se recibieron a nuestro sueldo en Arbenga de la infantería italiana que sirvió en el ejército con que entramos en Francia, está pagada hasta mediado el mes de octubre, y para lo que se les deberá desde aquel tiempo hasta agora, el dicho Marqués les ha hecho dar cuatro mill escudos de socorro de los dineros que enviamos con el Capitán Morales a la otra infantería italiana que estaba sobre Turín con Gutiérrez López de Padilla, y agora está a nuestro sueldo y servicio en el dicho nuestro ejército con el dicho nuestro Capitán General, y la otra infantería italiana que era a cargo del Coronel Escalenga está pagada hasta en fin del dicho mes de octubre.


Infantería alemana

La infantería alemana del dicho nuestro ejército está pagada hasta los siete de noviembre por todo el día con los salarios y ventajas de sus Capitañes y de otros Oficiales y Gentiles-hombres della, según paresce por las relaciones que el dicho Marqués nos ha dado, la cual dicha infantería alemana, y su Coronel y Capitanes y Oficiales y ventajas dellos, Gentiles-hombres que nos sirven en la dicha infantería, han de ser pagados a los precios y de la manera que en ellos está acordado por el asiento que con ellos se tomó por el dicho Marqués nuestro Capitán General en nuestro nombre, cuando hicieren últimamente el juramento y solemnidad acostumbrada de nos servir en el dicho ejército el tiempo de cuatro meses.


Infantería española: compañías de arcabuceros

La infantería española, las compañías de Domingo de Arriarau, y Antonio de Cisneros, y Gregorio de Lezcano, y Alonso de Hermosilla, y Pedro de Jaén, que sirve en el dicho nuestro ejército, y la compañía de Juan de Bocanegra que está en Niza, han de ser arcabuceros, y pagados los soldados dellas por arcabuceros como hasta aquí, salvo si el dicho Marqués ordenare y mandare otra cosa habiendo consideración a las empresas v disposiciones de los lugares y tierras, y la necesidad de la guerra donde se ofrezca, y los buenos efectos que con el dicho nuestro ejército se han de hacer, porque en tal caso podrá abajar y disminuir el número de los dichos arcabuceros, como vieren que convenga a nuestro servicio y al bien de los negocios, y lo que ordenare y mandare se ha de cumplir y pagar por los dichos nuestro Veedor, Contador y Pagador.


La arcabucería jugaba un papel importante en el ejército, de ahí que se indicara que de las seis compañías de arcabuceros existentes, se podría acrecentar o disminuir el número según la necesidad, lo que indica también un principio de flexibilidad organizativa que tenderá a ser la norma. 


Infantería española. Maestres de campo. Sueldos y ventajas para alguaciles, atambor general, verdugo y carzo

en la dicha infantería española ha de haber al presente cuatro Maestres de campo, los dos dellos que son Don Gerónimo de Mendoza y Alvaro de Grado, con la infantería que hay en el dicho nuestro ejército, con el dicho Marqués y el Capitán Arce en lugar de Rodrigo de Ripalda, y el otro que es Juan de Vargas, que es con los dos mil infantes que están en Niza, y cada uno de los dichos Maestres de campo ha de haber cada mes de sueldo cuarenta escudos, demás de otros cuarenta escudos que les han de pagar por Capitanes, porque tienen sus compañías en la dicha nuestra infantería española, a los veinte y cinco dellos de su salario con el dicho cargo de Maestre de campo, y los quince escudos por las ventajas de los Alguaciles, y un alambor general y un verdugo y un carzo, o que cada uno dellos ha de tener para el servicio del dicho cargo.


Infantería española. Sargentos mayores
í
tem: en la dicha infantería española ha de haber dos Sargentos mayores, que son Cristóbal de Arias y Joan Navarro, como hasta agora lo han sido, o los que el dicho Marqués nombrare y eligiere para ello que sean hábiles y suficientes para los dichos cargos, y cada uno dellos ha de haber veinte escudos al mes como de suso está declarado.


Infantería española. Furriel principal [aposentador]
ítem: asimismo ha de haber en la dicha infantería española un Furrier principal para los aposentos y alojamientos della, el cual ha de haber veinte escudos al mes.                                                                 

Infantería española. Compañías de 300 soldados. Pretensión de reformación pospuesta por oposición de capitanes     

Item: como quiera que por las dichas instrucciones, de que de suso se hace mención, habernos mandado que las compañías de la dicha nuestra infantería española fuesen de cada trescientos soldados, que a este respecto se disminuyesen y consumiesen los Capitanes que había en la dicha infantería española, y provisión dello no ha habido lugar de se hacer, y habiendo consideración a lo que nos han servido los Capitanes de la dicha infantería, es nuestra merced y voluntad que los Capitanes de la dicha infantería que agora quedan en el dicho nuestro ejército como en Niza, tengan sus compañías que agora tienen y nos sirvan con ellas como hasta agora lo han hecho, y que cada y cuando que vacare algún Capitán, por muerte o por despedimiento suyo, que los soldados de su compañía se consuman y repartan entre las otras compañías de la dicha nuestra infantería española; según y de la manera que al dicho nuestro Capitán General bien visto le será, hasta el número y compañías de los Capitanes que quedaren de la dicha infantería, sean y queden de cada trescientos soldados españoles con los Oficiales della, y hasta que las dichas compañías sean de cada trescientos infantes no se pueda hacer provisión y nombramiento de Capitán en lugar de muerto o despedido. Pero quedando las dichas compañías a cada trescientos soldados, dende en adelante el dicho nuestro Capitán General pueda nombrar y criar en lugar del Capitán muerto, o ido o despedido, otra persona cual a él bien visto le será, que sea hábil y suficiente para tener el dicho cargo, y ser nuestro Capitán de la dicha infantería, que sea español y no de otra nación, habiendo consideración y respeto a las personas más importantes a nuestro servicio, y a la calidad de sus personas, méritos y servicios.


Preferencia nacional

ítem: es nuestra merced y voluntad que en las compañías de la infantería española no haya ningún soldado de otra nación, escepto pífanos y atambores y algunos soldados que al presente hay en ella italianos o borgoñones, que nos han servido mucho tiempo en la dicha infantería española, y ansimismo en la infantería italiana no haya español ni de otra nación, salvo algún Alférez o Sargento español, y ansimismo en la infantería alemana no haya español ni italiano, sino que cada nación ande y sirva en las compañías de su nación y no fuera della por escusar fraudes, quistiones y por otros respectos cumplideros a nuestro servicio.


Prevención de fraudes. Canciller [Contador] de la compañía 

Y por evitar los fraudes y robos que puede haber en la dicha nuestra infantería, y quitar toda sospecha della, habernos acordado y mandamos, que en cada compañía de la dicha nuestra infantería haya un Canciller puesto de nuestra mano, como hay Contadores en las compañías de gente de a caballo, para que conozcan a los soldados y tengan libro y cuenta del recibimiento y despedimiento y ausencias dellos, y haya de dar y dé en cada paga y muestra a los dichos nuestro Veedor y Contador relación cierta de la gente que hay y se ha de pagar en la compañía donde fuere Canciller, para que no se pague a cada uno sino lo que verdaderamente ha de haber, los cuales dichos Caballeros mandamos que el dicho nuestro Capitán General los haya de nombrar y nombre en nuestra ausencia, con intervención y parecer de los dichos nuestro Veedor y Contador que sean personas de fidelidad y habilidad, los cuales directe ni indirecte no han de tener que hacer con los Capitanes de la dicha infantería, ni han de ser sus allegados ni paniaguados, y mandamos que los dichos Cancilleres sean mandados de unas compañías en otras de tres en tres meses, si a los dichos nuestro Capitán general y Contador y Veedor paresciere ser así cumplidero a nuestro servicio, y ningún Capitán ha de rescebir ni despedir soldado ninguno, sin que primero tome la razón y lo asiente en su libro el dicho nuestro Canciller, para que tenga particular cuenta del servicio de cada uno, con apercebimiento que no será librado ni pagado el soldado que no fuere asentado en el libro del dicho nuestro Canciller, o del dicho nuestro Contador del sueldo.
El cual dicho Canciller ha de residir donde estuviere y residiere la compañía donde tuviere el dicho cargo, y para que mejor los conozca ha de tener libro de los nombres propios de la gente y de dónde son naturales y cuyos hijos y sus edades, y en tal libro tenga las señas de los soldados. para que ninguno pase en plaza ni nombre de otro, y mandamos que cada uno de los dichos Cancilleres tenga de salario ocho escudos al mes. los cuatro que le han de ser librados y pagados en el número de la gente e la Capitanía donde sirviere, y los otros cuatro escudos que le han de ser librados ansimismo de ventaja en la nómina de la tal compañía, los cuales han de ser librados y pagados cuando se librare la otra gente de la dicha nuestra infantería y del dinero de la paga della; pero si al dicho nuestro Capitán General paresciere que por el presente se ejecute esto de los Cancilleres, ansí por no introducir cosa no usada en la dicha infantería, por evitar otros inconvenientes que podrán suceder de que seríamos idos, mandamos que se suspenda el proveimiento dello hasta que el dicho Marqués paresciere.


Policía militar: barrachel
í
tem: es nuestra voluntad y merced que haya en el dicho nuestro ejército desde hoy en adelante uno de los dos barrachelos de campaña que el dicho nuestro Capitán General nombrare de los dos que al presente hay en él, con el salario y gente que al presente tiene. Pero si al dicho nuestro Capitán General paresciere que ansí conviene a nuestro servicio, a la ejecución de la nuestra justicia y castigo de los delictos que haya dos barracheles como agora los hay, mandamos que se cumpla lo que en él en mandere, con tanto que no haya de tener ninguno dellos más de ocho caballos al precio que agora se les paga, pues por esperiencia lo habernos visto que aunque se les pagan más caballos y gente, no los tienen, v sirven con más de lo que de suso mandamos que tengan.                               ,


Caballería ligera. Sueldos

ítem: es nuestra merced y mandamos que por el presente haya de haber en el dicho nuestro ejército los 950 caballos ligeros, que quedan a nuestro servicio y sueldo los caballos ligeros que nos sirvieron en el ejército con que entramos en Francia con los Capitanes que para ello ha nombrado el dicho Marqués nuestro Capitán General, los cuales están pagados de su sueldo hasta mediado el mes de octubre próximo pasado de este presente año. Y demás mandamos que haya en el dicho nuestro ejército las dos compañías que al presente hay en él, con los Capitanes el Conde Ludovico de Porto y Francisco Brancato, los cuales están pagados hasta fin del dicho mes de octubre; y los Capitanes de los caballos han de ser pagados y librados a razón de cada cuarenta escudos al mes, y sus Tenientes a cada quince escudos, y los Alféreces a cada diez escudos, y cada soldado que sirviere en el dicho número de caballo ligero con sus armas y caballo bien y como es obligado a razón de cada cuatro escudos y medio, entrando en ellos los trompetas y Oficiales, y para las ventajas de los dichos caballos ligeros ha de ser librado y pagado a cada Capitán, a razón de diez por diento, el número de la gente que cada uno tuviere al dicho respecto de cuatro escudos y medio al mes. Y el sueldo de la dicha gente y sus Capitanes ha de ser librado por nóminas y libranzas del Príncipe de Visignano nuestro Capitán General dellos, y de Pedro de Ibarra nuestro Contador, tomando la razón dellas el dicho Vergara nuestro Contador del sueldo.


Caballería ligera. Contador
í
tem: es nuestra merced y mandamos que Pedro de Ibarra sea nuestro Contador del sueldo de los dichos caballos ligeros como hasta agora lo ha sido, y que tenga de salario con el dicho cargo a razón de quince escudos por mes que le mandamos dar de salario con el dicho cargo, los cuales le han de ser librados por el dicho nuestro Veedor y Contador y Pagador por libranzas del dicho nuestro Capitán General el cual dicho Pedro de Ibarra está pagado de lo que ha de haber con el dicho cargo hasta fin del mes de octubre próximo pasado, y desde primero de este presente mes de noviembre ha de ser librado y pagado al susodicho respecto todo el tiempo que tuviere y sirviere el dicho cargo.


Caballería ligera. Comisario aposentador

ítem: mandamos que con los dichos caballos haya u Comisario como hasta agora lo ha habido para sus aposentos y alojamiento, y para las vituallas y otras cosas necesarias para ellas, y que hayan y tengan de salario con el dicho cargo a razón de quince escudos al mes, o como hasta agora ha sido pagado en el tiempo que los dichos caballos ligeros estuvieren debajo de la Capitanía de Don Hernando de Gonzaga, Capitán General dellos.


Caballería ligera. Capitán general

ítem: por Capitán General de los dichos caballos ligeros habernos nombrado, elegido y proveído al Príncipe de Visignano, con salario de trescientos escudos al mes, los cuales mandamos que le sean librados y pagados conforme a su provisión que tiene de Nos para ser nuestro Capitán General de los dichos caballos.


Caballería ligera. Gentileshombres del Capitán General. Trompetas.

ítem: es nuestra merced y voluntad que al dicho Príncipe de Visignano, nuestro Capitán General de los dichos caballos ligeros, demás de los dichos trescientos escudos de su salario, se le hayan de pagar y paguen, según y cuando se librare y pagare el sueldo de los dichos cabalos ligeros, y del dinero que se diere para la paga de los dichos cien esculos para diez Gentiles-hombres de su casa que ha de tener para su acompañamiento, y para las otras cosas de nuestro servicio que se ofrecieren, v más de doce escudos para dar a los trompetas que ha de tener cerca de su persona, demás de cada cuatro escudos y medio que han de ganar los dichos trompetas en una de las compañías de los dichos caballos ligeros, que ansimismo han de ser pagados cuando se pagaren a los dichos caballos, v del dinero dellas, todo el tiempo que el dicho Príncipe tuviere el dicho cargo de nuestro Capitán General, o hasta tanto que por Nos sea mandado otra cosa; y los dichos Gentiles-hombres y trompetas han de ser pagados desde el primero del susodicho mes de octubre que están por pagar.


Gente de armas del Reino de Nápoles

ítem: queda en el dicho nuestro ejército la gente de armas ordinaria del nuestro Reino de Nápoles que nos ha servido en el ejército con que entramos en Francia, la cual está pagada de su sueldo de este presente año de quinientos y treinta y seis hasta fin del mes de octubre próximo pasado, de manera que se les debe el sueldo de este año los meses de noviembre y diciembre, de los cuales mandamos que les sean librados y pagados de los dineros que para ello mandaremos consignar por nóminas v libranzas del dicho Marqués del Gasto nuestro Capitán General, tomando la razón dellas por los dichos nuestro Veedor y Contador, y por Pedro Falche que sirve en el oficio de Escribano de ración de la dicha gente de armas, v tiene la razón dellos, y de su servicio, y del sueldo que la dicha gente de armas y sus Capitanes y Oficiales han de haber.—Y por cuanto habernos nombrado por Gobernador de la dicha gente de armas a García Manrique, nuestro Capitán, para que tenga especial cargo de la gobernar r ordenar y mandar, estando siempre a obediencia del dicho Marqués cuando la orden por él le fuere dada; por el Maestre de Campo de la dicha gente de armas habernos nombrado al Capitán Francisco de Prado, que es Lugarteniente de la compañía de gente de armas de Don Hernando de Gonzaga: Mandamos que al dicho García Manrique se le hava de dar y pagar cada mes de salario y ayuda de costa con el dicho cargo ducientos escudos desde primero de este presente mes de noviembre en adelante, todo el tiempo que estuviere y residiere con la dicha gente de armas, con el dicho cargo en el dicho nuestro ejército fuera del dicho nuestro reino de Nápoles, o cuanto nuestra voluntad fuere, demás del salario que se suele librar y pagar por Capitán ordinario de su compañía de gente de armas; porque los ducientos escudos que hubo de haber el mes de octubre le están librados y pagados, y al dicho Capitán Francisco de Prado cuarenta escudos al mes con el dicho cargo de Maestre de campo, demás del sueldo que se le paga de Teniente de la compañía del dicho Don Hernando de Gonzaga, como pagan los otros Maestres de campo de nuestra infantería, desde primero de octubre de este año que fue proveído del dicho cargo, por el dicho tiempo que lo tuviere, o cuanto nuestra voluntad fuere.


Gente de armas. Comisario

ítem: es nuestra merced y mandamos que Nicolás Cid, nuestro criado, haya de tener y tenga el cargo que hasta agora ha tenido de Comisario de la dicha gente de armas, y que con el dicho cargo haya de tener y tenga de salario cada mes veinte y cinco escudos todo el tiempo que tuviere el dicho cargo y sirviere en él, o cuanto nuestra voluntad fuere.


Gente de armas. Escribano de ración

ítem: es nuestra merced que el dicho Pedro Falcha haya servido y tenga en el dicho nuestro ejército el cargo que hasta gora ha tenido, desde que salimos de Nápoles, de Escribano de ración de la dicha gente de armas, pues tiene la razón della y del sueldo que cada hombre de armas y sus Capitanes y Oficiales della ganan y han de haber cada mes. Y que por libranzas del dicho Marqués y el dicho pedro Falcha, tomada la razón, dellas por el dicho Juan de Vergara, nuestro Contador del sueldo, sea librado lo que la dicha gente de armas hubiere de haber, y pagado en su presencia del dicho Sancho Bravo, nuestro Veedor, como de suso se contiene, al cual dicho pedro Falcha se le haya de pagar y pague su salario según y de la manera que hasta agora le ha sido librado y pagado; y mas, mandamos que se le paguen ocho ducados corrientes, moneda de Napoles, que son siete escudos y un cuarto de escudo cada mes, que dicen que le suelen ser pagados cuando salen los nuestros Escribanos de ración con la dicha gente de armas fuera del nuestro Reino de Nápoles, para una acémila con un acemilero en que trae sus libros y escripturas tocantes a la dicha gente de armas: y más, mandamos que se hayan de pagar cada mes quince escudos corrientes de la dicha moneda de Napoles, que son trece escudos y siete carlines a Lucas de Felices, Oficial del dicho Pedro Falcha, que sirve en el dicho oficio de la escribanía de ración, conforme a unas dos Cédulas nuestras que para ello mandamos dar, o de sus traslados signados desde el día que pareciere por fee de Pedro Zuazola, nuestro Tesorero General y del nuestro Consejo, que le está por pagar el dicho salario de Oficial y del acémila y acemilero, y dando fee del dicho Tesorero que las dichas Cédulas originales quedan en su poder.


Ejército. Auditor

ítem: es nuestra merced que en el dicho nuestro ejército haya un Auditor para determinar en derecho y sentenciar las causas que en él hubiere entre partes como agora lo ha sido, que es Hipólito de Quincio, que haya y tenga de salario con el dicho cargo a razón de quince escudos al mes, los cuales se le han de librar y pagar desde primero día del mes de octubre próximo pasado, que está por librar y pagar, según y cuando se librare el sueldo de la gente del dicho nuestro ejército y del dinero que para la paga della mandáremos dar.


Ejército. Ingeniero

ítem: es nuestra merced que haya y sirva en el dicho nuestro ejército un ingeniero como hasta agora ha habido, que es Juan Baptista Valodra,o la persona que para ello nombrare el dicho Marqués nuestro Capitán General, que sea hábil y suficiente para el dicho cargo, y que haya y tenga de salario a razón de doce escudos al mes todo el tiempo que estuviere y sirviere en el dicho cargo, o cuanto nuestra-merced fuere; y que el dicho salario se pague cuando se pagare la otra gente de nuestro ejército.


Ejército. Maestro de postas

ítem: es nuestra merced que haya en el dicho nuestro ejército y sirva en él Amador de la Abadía, con cargo de Maestro de postas como hasta agora lo ha sido en otros nuestros ejércitos, y que tenga seis correos hábiles y suficientes de confianza ordinarios para servir los viages que por el dicho Marqués, nuestro Capitán General, le fuere mandado hacer, según y de la manera que él lo ordenare y mandare; y que haya de salario el dicho Amador para sí y los dichos seis correos, a razón de setenta y cinco escudos al mes, desde primero día del mes de octubre próximo pasado que comenzó a servir el dicho cargo, el tiempo que le sirviere en cuenta nuestra, y con los dichos setenta y cinco escudos que, como dicho es, se le han de pagar cada mes, el dicho Amador ha de ser obligado de hacer y servir a su costa todos los viages y caminos que fueren necesarios hacer por las postas a caballo, desde donde quiera que la persona de nuestro Capitán General se hallare en cuarenta millas al rededor, sin que por los tales viages y caminos se haya de dar ni pagar ninguna cosa, porque para este efecto y con esta condición se les dan los dichos setenta y cinco escudos al mes; pero todos los otros viages y caminos que debiere hacer fuera de las dichas cuarenta millas de donde el dicho Marqués se hallare, se le han de tasar y pagar como fuere justo se le tasen, y paguen de los dineros que mandaremos consignar para la paga del dicho nuestro ejército.


Ejército. Furriel mayor

Y porque Gerónimo Turpia tiene de Nos provisión y patente para ser nuestro Furrier mayor de nuestros ejércitos, y porque es persona provechosa y sabe hacer bien el dicho cargo, mandamos que el dicho Gerónimo Turpia haya de servir y sirva en el dicho nuestro ejército con el dicho su cargo de Furrier y Aposentador del, y que haya y tenga de salario cada mes los veinte y cinco escudos que por la dicha nuestra Provisión y patente le mandamos dar desde primero día del dicho mes de octubre próximo pasado, que está por librar y pagar, todo el tiempo que sirviere y residiere en el dicho cargo en el dicho nuestro ejército, cuando nuestra meced y voluntad fuere.


Ejército. Proveedor y Comisario General

ítem: es nuestra voluntad y merced que el Capitán de Justicia de la ciudad de Milán sea nuestro proveedor y Comisario General del dicho nuestro ejército, por las buenas calidades que hay en su persona para ello, para que resida cerca la persona del dicho nuestro Capitán General, o donde más convenga, para proveer bien el dicho nuestro ejército de bastimentos y de otras cosas necesarias, y que haya y tenga de salario a razón de cien escudos para su persona, y más cincuenta escudos para los otros Comisarios que ha de tener para servir el dicho cargo como conviene a nuestro servicio y al buen proveimiento del dicho nuestro ejército, los cuales se le han de pagar y paguen de los dineros que para la paga del dicho nuestro ejército mandaremos consignar.


Infantería italiana. Maestre de Campo General

Asimismo habernos nombrado y elegido al Marqués de Marinan por Maestre de Campo General de la infantería italiana del dicho nuestro ejército, el cual mandamos haya y tenga de salario cada mes a razón de cuatrocientos escudos para el salario de su persona, y de los treinta soldados arcabuceros que ha de tener en su compañía para la ejecución de nuestra justicia, y de las otras cosas que fuesen a su cargo; los cuales le han de ser pagados de los dineros que mandamos proveer para la paga del dicho nuestro ejército, conforme a la Provisión y patente que tenía de Nos para el dicho cargo.

 
Caballeros particulares que sirven al Capitán General 

Y porque con el dicho marqués nuestro Capitán General quedan a nos servir en el dicho nuestro ejército Caballeros y personas esperimentadas en la guerra, y porque se les quitaron los cargos que han tenido, es mi merced y voluntad que al dicho Marqués de Marinan, y al Conde de San Segundo, y a Marcio, y a Pino Colona, y a Luis Tarin, y a Ludovico Colona, y a Paulo Delona, y a Cesauro Palavesin, desde primero día de octubre próximo pasado todo el tiempo que estuvieren y residieren en el dicho nuestro ejército, se les den y libren y paguen a respecto de cien escudos de oro a cada uno dellos al mes, según, como y cuando se librare y pagare la otra gente del dicho nuestro ejército.

Y ansimismo mandamos que en tanto Fabricio Maramaldo sea proveído de algún buen cargo, o cosa que nos sirva, conforme a la calidad de su persona, se le den cien escudos al mes de salario y ayuda de costa todo el tiempo que sirviere en el dicho nuestro ejército, cerca de la persona del dicho Marqués nuestro Capitán General; los cuales mandamos se le paguen, viniendo a servir el tiempo que sirviere, cada y cuando que se pagare la otra gente del dicho nuestro ejército.

ítem: mandamos que al Conde Novelara se le hayan de pagar cada mes diez pagas cada cuatro escudos, para que los reparta por los Gentiles-hombres que ha de tener para acompañamiento de su persona; los cuales mandamos que se libren en la nómina de gente y de infantería española de su compañía que sirven en el dicho nuestro ejército, para que se le paguen cuando se pagaren los soldados de la dicha compañía, demás de los cuarenta escudos que ha de haber cada mes por Capitán dellos. Las cuales dichas diez pagas le han de ser libradas por virtud de nuestra instrucción, sin que haya de dar ni dé muestra ni hallar de los dichos diez Gentiles-hombres.


Artillería. 

ítem: para tirar el artillería y municiones que habrá en el dicho nuestro ejército, mandamos que haya en él los cuatrocientos y diez caballos alemanes que mandamos quedar a nuestro servicio y a nuestro sueldo, de los caballos que nos sirvieron en el ejército con que entramos en Francia, y más los cuarenta caballos que había en nuestro ejército que estaba sobre Turín, que son todos cuatrocientos cincuenta caballos con sus hombres y aderezos necesarios para nos servir, y que sean pagados del dinero que mandamos consignar para la paga del dicho nuestro ejército lo que hubieren de haber, conforme a el asiento que con ellos se ha tomado o como hasta aquí la han sido. Conviene a saber: a los dichos cuatrocientos cincuenta caballos desde el día que por fee de Francisco de Mondragón, Contador, o de Juan de Vidazar, Pagador de nuestra artillería, paresciere en que están por pagar, y los otros cuarenta caballos que había en el dicho campo de sobre Turín, desde cinco de este presente mes de noviembre, que paresce por una relación que el dicho Marqués nos envió que están por pagar todo el tiempo que estuvieren a nuestro servicio y sueldo en el dicho nuestro ejército, y más lo que hubieren de haber por la vuelta de sus casas en Alemania, conforme a su asiento; y por Comisario de los dichos caballos, que tenga especial cuidado dellos y de hacerlos servir, habernos nombrado a Juan de Caves con su salario de quince escudos al mes: mandamos que sea librado y pagado el dicho salario desde primero de octubre próximo pasado, que le comenzó a servir, el tiempo que le sirviere y tuviere, descontándole dello doce escudos que tiene recebidos de socorro.


Capitán de la artillería

ítem: por Capitán del artillería del dicho nuestro ejército habernos nombrado y elegido al Capitán Luis Pacario, y que por el presente tenga hasta treinta artilleros o más o menos, los que viere que hay necesidad, conforme a las piezas del artillería que ha de haber en el dicho nuestro ejército, y a los efectos que con ella se han de hacer, y los maestros de hacha y otros Oficiales necesarios para el buen servicio de la dicha artillería; el cual dicho Capitán mandamos que haya y tenga de salario a razón de a cincuenta escudos al mes, y los dichos artilleros y maestros de hacha y otros oficiales necesarios lo que por el dicho Marqués nuestro Capitán General les será señalado, con parecer del dicho Capitán y de los dichos nuestros Veedor y Contador, y que del dinero que mandaremos consignar para la paga del dicho nuestro ejército sean pagados.


Artillería. Contador

ítem: a nuestro servicio y a buen recaudo de nuestra hacienda conviene que haya un Contador de la dicha artillería, y un Pagador della, y una persona para que reciba y tenga a su cargo las municiones déla dicha nuestra artillería, ansí las que al presente hay en el dicho nuestro ejército de las que a él se han inviado por nuestro mandado desde las que en él había antes, y de las que de aquí adelante se hubieren de comprar y llevar, y confiando a la persona de Mondragón lo habernos nombrado para el dicho cargo de nuestro Contador, y a Juan de Vergara de toda el artillería y municiones que al presente hay y de aquí adelante hubiere en el dicho nuestro ejército, para que de todo ello tenga razón en sus libros y hagan cargo dello al dicho Mayordomo, el cual ha de dar buena cuenta como lo deben y son obligados a dar los Mayordomos del artillería de nuestros ejércitos, y el dicho Mayordomo mandamos que haya y tenga de salario para su persona y un ayudante que ha de tener con el dicho cargo a razón de quince escudos al mes, y el dicho Pagador al mismo precio por mes, de los cuales salarios han de ser pagados de los dineros que mandaremos proveer para la paga del dicho nuestro ejército todo el tiempo que sirvieren y tuvieren los dichos cargos.


Gastadores [zapadores]

Ansimismo porque para el servicio de la dicha nuestra artillería y ejército ha de haber los Gastadores necesarios, que han de ser tomados y recibidos según las necesidades que se ofrecieren y los efectos que se han de hacer y en un tiempo ha de haber más que en otros, encargamos y rogamos al dicho nuestro Capitán General, y al dicho Capitán Picaño, mandamos que no permitan que haya en esto gastos superfinos por lo que toca al gasto de nuestra hacienda y al bien de nuestros subditos y vasallos, porque dellos se han de tomar los dichos Gastadores, a los cuales y a sus Capitanes, que el dicho Marqués los ha de nombrar y elegir, se les ha de pagar del dinero que mandaremos consignar para esto y para otros gastos extraordinarios y paga de nuestro ejército.


Ejército. Veedor, Contador, Tesorero y Pagador.

ítem: es nuestra merced y voluntad que para que a la gente del dicho nuestro ejército sea librado y pagado el sueldo cada y cuando se hobiere de pagar, se les tome muestra y reseña por el dicho Sancho Bravo ni Veedor, y las otras personas que para ello fueren nombradas y elegidas por el dicho nuestro Capitán General que sean personas de confianza, y que por las dichas muestras y reseñas se hagan por el dicho Juan de Vegara, nuestro Contador, las nóminas y libranzas de lo que hubieren de haber, y que por virtud de las tales libranzas siendo firmadas del dicho Marqués nuestro Capitán General, y asentadas por el dicho Vergara en los dichos nuestros libros del sueldo, sea pagada la dicha nuestra gente por el dicho Tomás de Forne, nuestro Tesorero y Pagador en presencia del dicho Sancho Bravo y de las otras personas contenidas y nombradas en las dichas libranzas y nóminas, y no de otra manera, so las penas y de la manera que se contiene en sus Provisiones que les habernos mandado dar a cada uno dellos para los dichos cargos de Veedor, Contador y Pagador.

Porque los dichos Veedor y Contador tengan razón del dinero y otras cosas nuestras que a poder del dicho nuestro Tesorero y Pagador vendrán, mandamos que de todo el dinero y otras cosas que rescibiere el dicho nuestro Tesorero y Pagador dé razón al dicho Veedor y Contador, para que de ello le hagan cargos en sus libros y tengan razón del dinero que rescibe, y en qué monedas y a qué precios, como se contiene en las dichas Provisiones. 


Número de gente a sueldo en el ejército. Infantería de naciones, gente de armas. caballería ligera.

El número de la gente que al presente mandamos que haya en el dicho nuestro ejército para nos servir a nuestro sueldo, es la siguiente:
Hasta cinco mili y setecientos soldados españoles que se presume que habrá agora en el dicho nuestro ejército, según las relaciones que el dicho Marqués nos ha enviado y de las nóminas y listas últimas de la paga de ellos, se puede comprender, demás de los dos mili que quedaron en Niza, seis mili y seiscientos soldados alemanes pocos más o menos; siete mili y trescientos soldados italianos pocos más o menos; los tres mili quinientos dellos, de los que quedaron a nuestro sueldo de los que sirvieron en nuestro ejército de Francia, y los tres mili ochocientos restantes, de los que había en el Piamonte; de los cuales dichos siete mili trescientos infantes, nuestra merced y voluntad es que hayan de quedar y queden a nuestro servicio y sueldo los cuatro mili soldados italianos que mandamos rescebir en Arbenga al tiempo del despedimiento dellos; y que aquestos sean tenidos, pagados y sostenidos a nuestro sueldo, y no más, como lo tenemos mandado; y que los otros tres mili trescientos, sean licenciados y pagados de lo que se les debe: porque nuestra voluntad es que haya en el ejército, con los dos mili españoles que están en Niza veinte mili infantes: los ocho mili alemanes, y ocho mili españoles, y cuatro mili italianos; y por el cumplimiento de los alemanes que faltan, habernos inviado a Alemano, y también se traerán más españoles. Mandamos que entre tanto que esto se efectúa, se tenga de los dichos italianos, hasta en el dicho número, lo que al dicho nuestro Capitán General paresciere, con tanto que venidos los alemanes y españoles, los italianos queden en cuatro mili, la gente de armas de las compañías ordinarias del Reino de Nápoles que vinieron con nuestra persona desde aquel Reino, que han servido en el ejército con que entramos en Francia; y si la compañía de Don Miguel de Velasco no está consumida y repartida en las otras compañías de la dicha gente de armas, porque el dicho Don Miguel tiene la otra compañía en España como lo tenemos mandado por la mi instrucción que dimos para su reformación de la gente había de aguardar en el dicho nuestro ejército, mandamos que luego sea consumida y repartida en las otras compañías.

Demás de la susodicha gente, hay los Caballeros y Maestres de Campo general y Comisario, y otras personas suso nombradas; y el sueldo que se debe a toda la gente que al presente hay en el dicho nuestro ejército hasta fin del mes de octubre próximo pasado, y lo que monta poco más o menos la paga de la gente que de aquí adelante mandamos que haya en el dicho nuestro ejército, va declarado en un pliego que Juan de Vergara, en el dicho nuestro ejército Contador, lleva señalado del Comendador mayor de León peracioso de lo que se ha de pagar.

Hay en el dicho nuestro ejército novecientos caballos ligeros de los que rescibieron a nuestro sueldo en la dicha Arbenga, y ochenta y un caballos de la compañía del Conde Ludovico de Porto y Don Francisco Vinosito que son sobre todos mili y treinta y uno.


Capitán General. Salario

ítem: ha de haber el dicho Marqués del Gasto para su salario con el dicho cargo de nuestro Capitán General a razón de diez mili escudos de oro por año, desde primero día del mes de octubre que fue proveído, de todo el tiempo que lo tuviere y rescibiere; el cual dicho salario le ha de ser pagado por el dicho Tomás de Forne, nuestro Tesorero y Pagador, de los dineros que fueren a su cargo, según y cuando se pagare la gente del dicho nuestro ejército.


Lugarteniente del Capitán General

ítem: es nuestra merced y voluntad que Don Antonio de Aragón sea Lugarteniente del dicho Marqués en el dicho nuestro ejército, y que tenga de salario con el dicho cargo a razón de doscientos escudos al mes desde el dicho tiempo en adelante.


Capitán General. Gentileshombres a su servicio.

ítem: mandamos que el dicho Marqués haya de tener y tenga para acompañamiento de su persona y para las otras cosas de nuestro servicio diez Gentiles hombres, demás de los veinte que primero tenía con el cargo de Capitán General de nuestra infantería española, que son todos treinta Gentiles hombres, y para entretenimiento de los dichos diez, se le den quince escudos al mes para cada uno, y los otros veinte que primero tenía a razón de doce escudos cada uno al mes dende primero de octubre en adelante, durante nuestro beneplácito; los cuales han de ser pagados según y cuando se pagare la otra gente de nuestro ejército, y la razón dellos ha de poner el dicho nuestro Contador del sueldo para que los asienten en nuestros libros y tenga cuenta del tiempo que sirvieren. 


Capitán General. Alabarderos de su guarda.

Asimismo permitimos y habernos por bien, que el dicho Marqués tenga por alabarderos para acompañamiento de su persona cincuenta soldados alemanes del número de los ocho mili que mandamos quedar agora en nuestro servicio en el dicho nuestro ejército, cada uno de los cuales ha de ganar cada mes de sueldo dos escudos, demás de los otros tres escudos que han de haber de los seis mili y seiscientos alemanes suso nombrados, los cuales han de ser pagados según y cuando se pagare la otra gente de nuestro ejército.


Capitán General. Trompetas

Asimismo permitimos y habernos por bien, que el dicho Marqués haya de tener y tenga cerca de su persona para las cosas que se ofrecieren cuatro trompetas; y que cada uno dellos se les hayan de pagar y paguen diez escudos de oro por mes, desde primero día del mes de octubre próximo pasado en adelante, todo el tiempo que sirviere, y que sean pagados de los dineros que mandaremos proveer para la paga del dicho nuestro ejército.


Oficiales reformados: entretenidos. Gentiles-hombres y continos de la casa real.

Y porque el dicho Marqués nos ha dado a entender que algunos Capitanes de la infantería italiana, que nos han servido en el nuestro ejército que entró en Francia, desean nuestro servicio agora con el dicho nuestro ejército, no embargante que en el despedimiento que mandamos hacer en Arbenga de la dicha infantería italiana dejaren seis compañías, y nos envió a suplicar fuésemos servido de mandarles dar algún entretenimiento; y por respecto del dicho Marqués, y por lo que los señores Capitanes nos han servido, mandamos que hasta el número de veinte de los dichos Capitanes, cual el dicho Marqués nombrare, que sean aceptos a nuestro servicio, queden y sirvan con él, y que para su entretenimiento se les haya de dar y dé a cada uno de ellos a razón de diez escudos por mes, desde los quince de octubre próximo pasado en adelante, todo el tiempo que sirvieren en el dicho nuestro ejército, cerca la persona del dicho Marqués, hasta tanto que sean proveídos por él de cargos en que nos sirvan. Y porque algunos Caballeros, mancebos y otras personas de nuestra Corte que tienen asientos de Gentiles hombres y de Continos de nuestra Casa, y llevan nuestros gages y pensiones e quitaciones, ansí por los nuestros libros de los acroyes como de los nuestros Reinos de España, Ñapóles y Sicilia, querrán quedar cerca de la persona del dicho Marqués para nos servir en el dicho nuestro ejército y en las guerras que aquí en Italia se nos ofrecieren para habilitarse y esperimentarse en ellas, de lo cual nos tenemos por servido, y porque he mandado que hasta las personas se las libre y pague los dichos sus gages y pensiones y quitaciones, según y de la manera que se les libraría y pagaría sirviendo y residiendo en nuestra Corte, solamente con fee del dicho Marqués o de los dichos Sancho Bravo, Veedor, y Juan de Vergara, Contador, de como residen y sirven en el dicho nuestro ejército, contando que en él no se les libren ni paguen otro sueldo ni salarios, escepto si a alguno dellos el dicho Marqués proveyese de algunos cargos, y en ellos quisiesen dejar de gozar de las pensiones y gajes y quitaciones que tienen en los dichos libros, que en tal caso podrán gozar acá de los salarios y sueldo que el dicho Marqués les señalare y mandare pagar: Mando a los dichos nuestro Veedor, y Contador, y Tesorero, y Pagador, que guarden y cumplan lo contenido en este capítulo, y que conforme a él no libren ni paguen acá ninguna de las personas que sirven en el dicho nuestro ejército de la condición y calidad susodicha, salvo en el caso que haya de dejar sus pensiones y gajes como de suso se contiene.



Tercio de Niza

ítem: mandamos que de el dinero que mandaremos librar y consignar para el sueldo de la paga del dicho nuestro ejército, se envíe a la ciudad de Niza para la paga de los dos mili soldados españoles que en ella han quedado por nuestro mandado, y de sus Capitanes, y Contador, y Pagador y Maestre de Campo, y ansimismo por los treinta soldados que están en el Castillo de entre Navas a cargo de Erasmo Doria lo que sea necesario para su paga, a respecto de lo contenido en el dicho pliego que queda al dicho Juan de Vergara nuestro Contador, firmado del dicho Comendador mayor de León, todo el tiempo que la dicha gente estuviere y residiere en la dicha ciudad por nuestro mandado, o hasta tanto que mandemos otra cosa; porque para su paga dellos mandaremos librar y consignar al dicho Tomás de Forne lo que los dichos dos mili soldados han de haber cada mes, para que desde el dicho nuestro ejército se les envíe y provea como dicho es, y en la dicha ciudad sea pagado.

Y todo lo contenido en esta nuestra instrucción mandamos por el presente que sea pagado y no otra cosa, y encargamos y mandamos al dicho Marqués nuestro Capitán General la observe y guarde, y haga observar y guardar y cumplir; y mandamos a los dichos nuestro Veedor y Pagador y Contador, y cada uno y cualquier dellos, que hagan y cumplan y hagan guardar y cumplir todo lo contenido en esta nuestra instrucción sin que en ello haya falta.

Dada en la ciudad de Genova a quince de noviembre de mili y quinientos y treinta y seis años.



4. La instrucción de 1538 para el tercio de Lombardía

Conviene incluir esta instrucción, dada por el marqués del Vasto al tercio de Lombardía, compuesto por ocho compañías - una de arcabuceros - que gobernaba Álvaro de Grado en agosto de 1538, porque es complementaria a la anterior ordenanza,  se ocupa de los asuntos particulares de un tercio, y además es coetánea.

Son muy interesantes los puntos relativos a la organización teórica de la compañía y el armamento en un afán uniformador que raramente se cumplirá. También los relativos a fraudes y malos usos, una de las obsesiones del alto mando.

Cabe tener en cuenta que el contexto de la instrucción es excepcional, pues el marqués acometió una reforma de tres tercios - Lombardía, Nápoles y Sicilia - resumiendo 27 compañías en 8, dados los fraudes detectados que implicó la detención de la mayoría de capitanes.

De nuevo, he dispuesto en negrita unos breves enunciados de lo contenido precediendo a cada punto de la instrucción - el original, en cursiva - para facilitar su consulta.


Capitanes y maestre de campo del tercio

La orden que de aquí adelante han de guardar é observar los capitanes de los dos mil soldados españoles que quedan al presente conmigo, al sueldo y servicio de Su Majestad, y el número de la gente que han de tener en sus compañías. Primeramente, yo he nombrado por capitanes de los dichos dos mil soldados, á Alvaro de Grado y á Luis Picaño y á don Ramón de Cardona y á don Bernaldin de Mendoza y al Conde de la Novelara y á Hernando de Figueroa y á Sebastian de San Miguel y á Gonzalo Hernández, y por Maese de campo dellos y de los dichos dos mil soldados, al dicho Alvaro de Grado.


Organización de las compañías - Arcabuceros

Y mando que, por el presente, cada o uno de los dichos capitanes haya de tener y tenga hasta docientos é veinte é un soldados, é no más, ecepto en las compañías de Maese de campo, que ha de tener trecientos soldados, que no vivan con ninguno y sean libres para servir y seguir su bandera, y que la compañía del dicho don Ramón, sea de arcabuceros, y que en todas las otras compañías no haya más de la tercia parte de la gente con arcabuces. Los cuales arcabuceros, de la tercia parte de la gente, han de ser de los más diestros y más dispuestos para los traer, y esto sin afición ninguna de sus capitanes y todos los otros arcabuceros que haya en las compañías, hayan de dejar luego los arcabuces y tomar picas, y el soldado que no quisiere dejar el arcabuz y tomar pica, que sea despedido y se vaya donde quisiese, y no sea pagado aunque sirva con arcabuz; porque con la compañía del dicho don Ramón, y con la tercia parte de arcabuceros de cada una de las otras compañías, habrá entre toda la gente, más de seiscientos arcabuceros, que es suficiente número para los soldados que al presente hay.


Plazas de arcabuceros

Item, que los dichos capitanes nombren en esta prima muestra y paga, sus arcabuceros para que en las listas y en los libros del sueldo de Su Majestad, sean asentados y señalados portales arcabuceros, y la ventaja no se dé ni pague de otra manera.


Piqueros - Coseletes

Item, que en cada una de las siete compañías de piqueros podrá haber hasta el número de sesenta y cinco soldados con coseletes, y en la del Maese de campo, ciento; y en la del dicho don Ramón, doce coseletes; los cuales se han de dar á los buenos soldados que los pueden y merescen traer, y no á los que, en tomándolos los soldados lo dejan; y los capitanes han de tener mucho cuidado que, los que tuvieren coseletes los tengan limpios y adereszados, y vayan con ellos á sus guardias y muestras y á los otros efectos, y con gola y brazales, así por el buen ejemplo, como por otros buenos respetos; y á los que tuvieren y sirvan con ellos, se á de dar, al presente, la ventaja del escudo y no á los que andan con gola y brazales. Si los soldados se quisieren armar é ponerse en orden con sus buenos coseletes, yo tendré cuidado y respeto de mandalles acrecentar la dicha ventaja, y á este respeto habrá, en la dicha gente, el tercio della con coseletes.

El coselete era un arma defensiva formidable. En la instrucción se hace hincapié los llevarán cumplidos, o sea, completos, no solo con gola y brazales, pero se limitaba el número de ellos a 65 por compañía de 221 hombres. Quitados los 11 oficiales de la plana mayor y el tercio de arcabuceros [70]  quedaban 75 picas secas por compañía. En la imagen, detalle del tapiz "Asalto a la plaza de Calais". 


Picas y alabardas

Item, que las dichas compañías de piqueros no habrán partesanas ni alabardas, eceto en cada compañía hasta ocho alabarderos, para que vayan junto á la bandera, y todos los otros han de tener sus buenas picas, como las solia haber en los tiempos pasados, en la infantería española.


Oficiales bien armados

Item, mando, ansí por dar enxemplo á los soldados, como por otros buenos respetos, de aquí adelante, todos los dichos capitanes y sus alféreces vayan á las guardias y alas muestras con sus coseletes y armas, y el que no fuere desta manera, no sea pagado.


Los capitanes no han de recibir soldados de otras compañías sin licencia- Nuevos soldados

Item, mando, por evitar quistiones y enojos dentre los capitanes, y por otros buenos respetos, que ningún capitán sea osado de rescibir en su compañía, después desta misma muestra, soldado ninguno de otra compañía, sin expresa licencia mia en escrito, tomando la relación della por el contador de Su Majestad, con apercibimiento que le hago, que el capitán que lo rescibiere, desde agora lo doy por despedido, y el soldado no será pagado aunque haya servido, porque habiendo causa para que los soldados puedan pasar de una compañía en otra, yo les mandaré dar la dicha licencía. Así bien, mando á los capitanes y sus oficiales, en especial al furriel, que cada y cuando se fuere ó muriere algún soldado de su compañía, den dello noticia al contador, para que lo borre de las listas, é no se pague otro por él: é que ninguno de los dichos capitanes resciba en su compañía ningún soldado que nuevamente viniere sin que por mí, é por el veedor general é contador del ejército sea visto, y siendo español y suficiente para soldado, se asiente en los libros de Su Majestad por el dicho contador, el cual terna cuidado de tener respeto á la calidad de los soldados, y de do vienen, para que se les dé alguna cosa de las pagas, aunque no las hayan servido, con que quedarán contentos, y de esta manera se hará oservar y guardar lo que por Su Majestad tantas veces es mandado, ayudando á los soldados que vienen de nuevo, con apercibimiento que los soldados que sirvieren sin ser á su mandado, en los libros de Su Majestad, nos serán pagados, aunque hayan servido, y el capitán que lo rescibiese, desde agora lo doy por despedido, y el furriel que no oservase esta orden, será impicado sin rimision alguna.


Escusar fraudes en las listas de la compañía - Perdón general por los fraudes pasados

Item, por evitar los fraudes y por otros buenos respetos, mando que los dichos capitanes den esta prima muestra al contador que se la fuere á tomar, y firmada de su nombre la lista de los soldados en sus mismos nombres, y no en nombre de otros idos é muertos é ausentes, para que por las dichas listas se tome la muestra y sean pagados. Y por lo pasado se da perdón general, y de aquí adelante, ningún capitan ni sus oficiales no sean osados de pasar en muestra ni pagar, en nombre de otro, á ningún soldado, pues, por lo pasado se da perdón general, so pena que el capitán que ansí no lo hiciere, desde agora se da por despedido, y sus oficiales que lo hicieren y el soldado que pasare en nombre de otro, será bien castigado, como lo tiene Su Majestad mandado por sus istruciones.


Preferencia nacional - Excepciones de veteranos

Item, se ordena, entre la dicha infantería española no haya soldado de otra nación, ecepto pífaro y atambores y algunos viejos soldados borgoñones, desde el tiempo de Borbon, y algunos italianos y sardos que há mucho tiempo que sirven con la infantería, que serán bien pocos, con apercibimiento que los demás no serán pagados, y si algunos hay más de los susodichos, que los capitanes los despidan luego.


Fraudes en las muestras - Ausencias sin licencia

Item, que por esperencia se ha visto que generalmente, después de pagada la gente, faltaba al menos á cada capitán, la tercia parte de sus soldados; así para las facciones como para otros efectos y servicios; lo cual procede pasar los capitanes en las muestras, por complacer amigos y por otros respetos, á consentir que sean pagados mozos de amigos y de gentiles hombres y oficiales y otras personas, que andan tras del campo y soldados, traidos prestados de algunas partes, donde hay guarniciones de infantería, é de los caballos ligeros, y soldados casados en algunos lugares del estado de Milán y en otras partes, é personas que no sirven ni ven la bandera sino al tiempo de las pagas, siendo más obligados al servicio de Su Majestad é su honra, é al daño que podría suceder de no haber en los ejércitos y en las compañías tanta gente como se paga, que á sus intereses y complaceres de otras personas. Para remedio de lo porvenir se aperciben los dichos capitanes y sus oficiales y les mando expresamente, so pena de ser en desgracia de Su Majestad y de ser desprivados de sus cargos, y que se procederá de contra de sus personas, que ninguno dellos, direte ni indirete, no consientan ni permitan que en sus compañías se pase en muestra, ni se pague ningun soldado que no sirva muy bien y sea libre para la servir é ir con ella todas las veces que fuere menester, y haga saber á sus soldados que ninguno este absenté de la bandera sin expresa licencia mia, so pena que no será pagado; y que cuando el soldado tuviere causa para haber la dicha licencia, yo se la mandaré dar; y más, le apercibo que después no pretenda ignorancia, que demás de la muestra general les mandaré tomar muestra en los alojamientos, é caminando en las partes ó lugares que á mí me paresciere; y al capitán que no me diere la gente que se le paga será bien castigado.


Capitanes han de residir con su compañía - Oficiales dignos de su cargo

Item, porque una de las más prencipales cabsas de los desórdenes de los ejércitos é de las compañías, es no residir los capitanes con su gente, é ser los alféreces y sargentos y los otros oficiales de poco valor, y por virtud desto y por otros buenos respetos cumplideros al servicio de Su Majestad, se anda que todos los dichos capitanes y alféreces y oficiales de su compañía, estén y residan donde estuvieren sus banderas é les fuere ordenado por mí é por el dicho Maese de campo en mi lugar, porque el que así no lo hiciere, ni será librado ni pagado. Ansimismo, se le ordena que de aquí adelante, ningún capitán haga alférez ni sargento ni cabo descuadra , que no sean muy buenos soldados, conoscidos y personas beneméritas para los tales cargos, á nuestros contentamientos, porque si no fueren tales, yo nombraré y proveeré cuáles convienen al servicio de Su Magestad. Se manda á los dichos capitanes señalen sus cabos descuadras en esta muestra, para que sean conoscidos y para que, si alguno dellos no fuere para el tal cargo, se nombre y provea otro suficiente: é mando al contador que si los capitanes no lo quisieren nombrar, no les libren sus ventajas, y, así bien, le mando que desta primera paga en adelante, no libre ni pague ningún alférez ni sargento ni cabo descuadra nuevamente criado por los dichos capitanes, sin aprobación mia; con apercibimiento que si lo libráre, le hiciere pagar con el, cuatro tanto de las pagas de los tales oficiales.


Evitar los saqueos

ltem, porque esta gente ha de ser pagada, de aquí adelante, de mes por mes, se manda que ninguno sea osado de comer á discreción en las tierras ó lugares donde estuvieren alojados, sino que cada uno viva con su paga, y que los capitanes tengan especial cuidado desto, so pena de, quien lo contrario hiciere, será bien castigado.


Sargento mayor - Furriel mayor - Barrachel de campaña

Item, por sargento mayor ha de quedar el sargento Juan Navarro, como agora lo es, y por furriel mayor Alonso de Lara; y por Barrachel de campaña, Juan de Simancas, con ocho de á caballo; é sean hombres é no mozos suyos, como hasta agora lo han sido; á los cuales se les han de pagar su pagas como hasta aquí. Y porque todo lo susodicho conste á los dichos capitanes é sus oficiales é soldados de sus compañías, é ninguno pueda pretender ignorancia, mando que á cada uno de los dichos capitanes se le de el traslado desta orden é istrucion, y cada uno dellos dé fee firmada de su nombre en las espaldas desta, como la resciben, para observación é guardar é complir lo contenido en esta instrucion, so las penas en ellas contenidas.



Hecha en Milán á veinte y ocho de Agosto del presente año que tratamos.
— Marqués del Vasto.




Fuente documental

Las ordenanzas fueron copiadas por Antonio de Vallecillo de un manuscrito con signatura antigua Códice E.136 de la Biblioteca Nacional.

Actualmente, dicho códice tiene la signatura MSS 300, con el título Papeles referentes a Luis Dávalos, Maestre de Campo. La mayoría de documentos que acompañan a las ordenanzas de Génova, son de la segunda mitad del XVI, con algunos papeles de Luis Dávalos de principios del XVII, como un título de maestre de campo de 1614.


La ordenanza [en el manuscrito se indica "la horden que mandamos" es pues copia de fines del XVI o principios del XVII. 

No es el documento original, y Antonio Vallecillo, que la transcribió en su Legislación militar antigua y moderna [transcripción que aprovechó Quatrefages y que aprovechamos aquí] adaptándola a la ortografía de su época, no pudo sino arrastrar los errores que al copiar el original - o, lo más probable, una copia de éste - se darían, inevitablemente. 

En todo caso, as órdenes, instrucciones y patentes, se intentaban copiar a la letra, pues eran empleadas en otros ejércitos, y épocas posteriores, y los errores no serían de calado. Al contrario. 

Aún así, copia de copia, es un documento único para la historia militar de España en general, y para la de los tercios en particular. 
 
Orden del Emperador don Carlos, en el MSS300 de la Biblioteca Nacional de España.



Bibliografía
  • La revolución militar moderna: el crisol español. René Quatrefages, 1996
  • Historia organica de las armas de infanteria y caballeria españolas desde la creacion del ejercito permanente hasta el dia, Tomo III, Conde de Clonard, 1853
  • Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, v.XVI
  • El Emperador Carlos V y su corte según las cartas de don Martín de Salinas, Antonio Rodríguez Villa
  • Tratado de las campañas y otros acontecimientos de los ejércitos del emperador Carlos V en Italia, Francia, Austria, Berberia y Grecia, desde 1521 hasta 1545, Martín García Cereceda.



Aclaración / Actualización
Consulté en su día la página de Juan Luis Sánchez, al cual le estaré siempre agradecido por el trabajo hecho, para contrastar las sucesiones en las jefaturas de los diferentes tercios, pero lamentablemente, parece que ha dejado de estar en servicio.

Parte de la página de Juan Luis está en archivo. Enlazo a biografías de capitanes y maestres de campo.