Cronología de las voces para armas de fuego manuales (1460-1530)

Respecto a las armas de mano, y centrándonos en el capítulo de la nomenclatura, podemos inferir que hasta 1515 hablamos de espingardas [y espingarderos] a partir de esta fecha de escopetas [y escopeteros] y las primeras voces de arcabuces refiriéndose a armas portátiles tienen lugar en los primeros años de la década de 1510, si bien el arma se va a popularizar en la década siguiente [1].

Las fechas son referidas de acuerdo a un sondeo de la documentación que dispongo, pero ni con mucho los valores - que pretenden ser extremos para marcar los periodos - han de ser tenidos en cuenta como definitivos.

La preferencia es la de usar inventarios, correspondencia directa, o cartas de relación, dejando en segundo término las crónicas, que no pueden ser tan precisas debido a la distiancia entre las fechas de los sucesos que narran y la fecha en que finalmente se redacta la dicha crónica.


Culebrinas [h.1450 - 1460]

Crónica de don Álvaro de Luna, condestable de los reinos de Castilla y León, escrita hacia 1460.
los omes darmas para se armar de sus arneses, é los ballesteros é culebrineros, para adereszar sus ballestas é culebrinas , é los peones sus corazas é paveses

La culebrina tenía potencia para traspasar un arnés - o quizá estaban disparando desde muy cerca, pues por la cita parece que se hallan sitiando una posada desde la cual se defienden. La culebrina parece tener una potencia equivalente a la de una ballesta fuerte.
E assimismo un escudero que con  ellos estaba que se llamaba Alfonso Gallego, fizo un tiro con 
una culebrina, con que mató luego un ome darmas de los de fuera. Los quales desque aquello vieron, é que avia dentro ballestas fuertes, é culebrinas en la possada del Maestre, con que  les passaban los arneses, é que los fascian grave é mortal daño,  retraxeronse á las possadas que estaban enfrente de la possada  del Maestre , é entornaron las puertas de aquellas, por se quitar del peligro de los mortalestiros, que contra ellos se fascian. 

En esta misma crónica aparece un ejemplo del proyectil empleado: un virotón. Un proyectil usado para la ballesta:
E los de las minas que oían bien las cosas que él descia, uno dellos que tenia una culebrina armada , é puesto en ella un grueso viroton , endereszóla contra Gutierre de Robledo, que aún non cessaba de su deshonesto fablar, é el viroton  i o didle por medio de un targon que traía, é passóle el targon é las foxas de un costado al otro ; en tal manera, que cayó luego muerto. 

El targón era un tipo de escudo que usaban los hombres de armas, y que en ocasiones contaba con una escotadura para dar paso a la lanza. El caso es que la culebrina era - aunque fuera en distancias cortas - un arma potente capaz de atravesar un arnés o un escudo.
Por las citas es evidente que la culebrina a la que nos referimos era un arma portátil, pues la manejaba un solo hombre, un culebrinero, independientemente que la voz culebrina también se usara para piezas de artillería.


Espingardas [1460 - 1515]

Sin duda las primeras espingardas eran de fogón y "palo", careciendo de llave o serpentina que sujetase la mecha, la cual, como decimos, se fijaba a este "palito" o estopín y se aplicaba manualmente sobre el fogón, apuntando poco y mal, pues se sujetaba el arma con un único brazo, ocupado el contrario en dar fuego, y seguramente las últimas también lo fueran, sustituidas por las escopetas, bien dotadas de serpentín, o bien de llave de mecha.

Encontramos espingardas en la Guerra de Granada, las campañas en Italia del Gran Capitán, y los primeros años de la conquista del Nuevo Mundo:


Instrucciones para el descubrimiento de la isla de Cuba, a 9 de abril de 1494
"de aquí seos envían diez y seis de caballo, é doscientos é cincuenta escuderos é ballesteros, é ciento é diez espingarderos, é veinte Oficiales"

Pero espingardas o spingardas, las hallamos mucho antes, por ejemplo, en la guerra civil catalana (1462-1472):

ítem es pensat que sien soldejats tres milla homens
de peu los quals ja son compartits per les uníversitats
del Principat dels quals hi haja haver mil o vuyt cents
ballesters vuyt cents pavesos e doscentes lances largues
e cent spingardes o menor nombre si als diputats
e consell en sdevenidor apparra.


Item, se ha pensado que sean "soldados" [reclutados] tres mil hombres
de a pie, los cuales ya son compartidos por las universidades
del Principado, de los cuales ha de haber mil [o]* ochocientos
ballesteros, ochocientos paveses y doscientas lanzas largas
y cien espingardas o menor número si a los diputados
y consejo en [expresión que no me veo capaz de traducir]

* Esta "o" no sé si compete para que resulte el número aproximado de los tres mil.

Esta resolución la tomaba el 8 de abril de 1461, la junta de diputados y oidores de cuentas del General de Cataluña. Hágase notar que encontramos ballesteros, paveses [escudados] y "piqueros" [lanzas largas] entre estos peones.

Antes aún, parece que en la batalla de Olmedo [1445] se usaron espingardas, pero la referencia que manejo es de la Crónica de Don Álvaro de Luna, no está fechada [aunque se asume que fue escrita hacia 1460].

En el clima tropical, las armas de fuego parecía no tener demasiada aplicación:
Instrucciones a Toribio Cintado del obispo de Darién, respecto a lo que ha de informar a Su Majestad [1515]
3.—Diréis, que sepan allá quién dio el consejo para que viniesen mil y tantos hombres, y para que truxesen tanto número de artillería de tiros, y pólvora y picas y espingardas; que este fué el que ha hecho el daño, porque nada desto era menester, y aunque fuese menester, la tierra no sufre pólvora, ni espingarda, porque todo lo corrompe, y ansí está el artillería y pólvora y carretones perdidos por las playas y por los muladares.
En todo caso, Núñez de Balboa, escribiendo desde Santa María del Darién a 13 de enero de 1513, parecía tener una opinión complementaria - aunque no del todo conforme - a la del señor obispo:

son menester dos docenas despingardas muy buenas, de metal, livianas, porque las de hierro luego se dañan con las muchas agoas y se comen de orín
Este referido "metal", seguramente fuera una aleación de cobre, probablemente latón antes que bronce [los dos metales más comúnmente usados en la fábrica de artillería en la época] pues la voz "bronce" era demasiado común como para ser sustituida por otra menos habitual, y es claro que no era hierro, al cual había de sustituir:

Si delliberau soldejar gent es mester fer vanir aci unes XV spingardes de lauto
Si deliberan "soldear" [reclutar] gente, es menester "hacer venir" [enviar]
aquí unas XV espingardas de latón.

De la Paeria de Lleida a los "molt reverend e magnitichs senyors los deputats del Principal de Cathalunya" fechada a 15 de abril de 1461.

Arcabuceros o escopeteros de El triunfo de Maximiliano. De los 10 arcabuceros, solo dos, los situados en los extremos de la primera hilera, portan armas de hierro, el resto, de metal. Podemos ver que seis de ellos llevan el "estopín" o mecha enrollada en un palito para aplicar al fogón. No disponían entonces de llave de mecha alguna. 
Puede que más liviano, y menos "corrompible", pero desde luego menos resistente, y por lo tanto, con este material se constituiría un arma de menor potencia, aunque más ductil y menos quebradizo que el hierro [que no acero ni hierro fundido].


Escopeta [1510-1540]

En la Memoria de las armas que se han de traer de Castilla por acuerdo del Cabildo de Tenerife, a 5 de febrero de 1515, encontramos lo siguiente:

Tres docenas de escopetas de hierro, con sus llaves, de cañones cumplidos, barrenadas cada una a su molde para las pelotas y otros tantos frascos para la pólvora.

Con sus llaves. Queda claro que no había estopín, y que la mecha se aplicaba por mecanismo.

Unos años antes, el conde Pero Navarro pedía para la empresa de Orán las tropas que siguen:
Diez mil soldados de picas y coseletes.
Ocho mil escopeteros y vallesteros.
Docientos azadoneros de azadones, picos y hachas.
Dos mil hombres de a cauallo, los quinientos de armas
y los demás ginetes.


Demandaba también pertrechos para ellos:
Sufficiente cantidad de picas, coseletes y escopetas, conforme al número de la gente de guerra.

Se embarcarían únicamente 1.100 caballos, pero el intento resultaría, conmemorándose el hecho acaecido en 1509, con la obra pictórica de Juan de Borgoña en la capilla mozárabe de la Catedral de Toledo (ejecutada en 1514-15), de la cual ofrecemos detalle donde se pueden ver estos soldados escopeteros:




Un par de años después, se pedían armas desde el reino de Nápoles:

Las spingardas son muy neçesarias porque no se pueden aver acá y tanbien los alcabuces que en todo caso deve Vuestra Alteza mandar que se provea de allá, porque las scopetas yo he tentado de averlas de Nápoles y por escopetas de fierro demandan a tres ducados y medio. Es verdat que son buenas pero son muy caras.
Carta de Hugo de Moncada a Fernando el Católico, de 26 de junio de 1511

Con escopetas se lucharían igualmente las guerras de las Comunidades de Castilla [o de los comuneros] entre 1520 y 1522.


Escopetas y espingardas [1519]

Vemos por una relación de la armada de Magallanes, en el año de 1519, el uso indistinto de ambas voces para una misma arma, que ya sin duda era la moderna escopeta con llave de mecha según lo que vimos en el capítulo precedente.

Diez mill y quinientos maravedís que costaron
cincuenta escopetas que vinieron de Viscaya, según
por la cuenta que de allá vino paresce y por el libro
de la armada.

Y más abajo, en la misma relación:
Cinco mill seiscientos once maravedís que costa
ron cincuenta frascos para las espingardas y cincuenta
rascadores, y ciento cincuenta varas de mechas,
que todo costó lo dicho, según paresce por el
dicho libro de la armada

Así que vemos que se adquieren "escopetas de Vizcaya" pero se pertrechan para dotar "espingardas". Sinonimia pues.


Escopetas y arcabuces [1524]

De una carta de Lope de Soria á Carlos V, fechada en Génova 4 de mayo de 1524, vemos lo que sigue:

Se adelantó el marqués de Pescara con obra de 500 escopeteros y algunos caballos ligeros, y comenzaron descaramucear: é ya habían dejado dos piezas de artillería los enemigos; y visto que era gente tan poca los que los seguían volvieron una banda de suizos y alguna gente darmas en que venia el Almirallo y Bayart; de los cuales el Almirallo fué herido de una escopeta en el brazo y Bayart de un arcabuzo en los pechos y cayó luego del caballo, y estando arrimado á un árbol envió su trompeta al marqués de Pescara que se rendia á él, y siendo traido al marqués murió luego.

La distinción entre escopeta y arcabuz es clara, hasta el punto de distinguir las heridas producidas por una y otra arma.

En una instrucción fechada a 12 de mayo de 1529, que daba Carlos V a la emperatriz sobre un socorro que se había de enviar a Argel, cercada por Barbarroja, vemos lo siguiente:

y que lleve en ellas el dicho Jorge Ruiz doscientos hombres útiles que sean buenos escopeteros y arcabuceros con los mantenimientos y municiones que acordastes que se llevasen en las dichas dos naos [...]

De nuevo la distinción entre escopeteros y arcabuceros, esta vez para finales de la década, y aunque ya teníamos clara la existencia de estas dos armas y la diferenciación que se hace entre uno y otro soldado [*] vale la pena el ejemplo para destacar la normal convivencia de armas "antiguas" y "modernas".

[*] En 1525, tras la batalla de Pavía un arcabucero en Italia recibía de ventaja 1 y 1/3 escudos, mientras que un escopetero tan sólo 3 reales, siendo la proporción de soldados 3/2 a favor de los primeros, con una tercera parte de bocas de fuego para el total de la infantería española de Italia. El dato del sueldo nos da idea de la valoración que se hacía de uno u otro soldado, y la proporción de soldados el grado de implantación de la "nueva" arma.

Seguramente se puedan hallar referencias más tempranas o más tardías - según intentemos dilucidar la aparición o la supervivencia de dichas armas [y soldados] - pero en todo caso, hay que ser cautos con las voces, pues de la misma manera que una ballesta del siglo XII y una del XV eran muy diferentes - en potencia y armado - es muy probable que una espingarda de 1460 y otra de 1512 hubieran sufrido algún que otro cambio, pero queda declarado que eran armas diferenciadas unas de otras.


[1]  Avisando al rey Luis XII de Francia del fracaso de la expedición de los Gelves, en una carta de 1510, podemos leer "de la grosse perte que Pierre Naverre a faicte en l'isle de le Gerbe qui est de huit mil cinq cent à neuf mil hommes ou environ, neuf mil hallecrez austant que picques que hacquebutes à crochet & colevrines à main & bien nœuf mil espées & poignars avecq quatorze pieces de grosse artillerie" en la cual perdió también nueve navíos.

Estos "hacquebutes à crochet" eran arcabuces con horquilla con los que podían servir infantes, lo mismo que las "colevrines a main", o escopetas.

En octubre de 1511, hallamos un "capo di archibusi" con 51 hombres entre las tropas a sueldo de la Señoría de Venecia. Dos años después, podemos ver una anotación veneciana  sobre "200 archibusieri" en el ejército de Padoa.

En 1517, había 800 arcabuceros españoles sirviendo a Francico María, duque de Urbino.

Es evidente que el arcabuz como arma de fuego portátil - aunque fuera con una horquilla - estaba en campo bastante antes de 1520, si bien fue en esta década cuando se popularizó su uso.