El arcabucero de los tercios: el gallardo soldado


El arcabucero fue durante la mayor parte de la existencia de los Tercios la principal pieza ofensiva del sistema táctico. Ya fuera en batalla, en las mangas del escuadrón o en sus guarniciones, o en una manga volante separados del escuadrón escaramuzando, en los asedios y en las encamisadas, era el soldado gallardo por excelencia: aquel que por su ligereza y capacidad de ofender a distancia, podía acudir a todas las facciones.

La génesis del arcabucero

En la década de 1520, el escopetero de la infantería de ordenanza de los reyes católicos deja paso al soldado arcabucero, conviviendo conjuntamente durante algunos años ambas tipologías de soldados.

En la batalla de Pavía, si no nació el arcabucero español, al menos sí ganó fama y merecido nombre:
era esta batalla la mas peligrosa, y mortal de todas, y muy contraria a los caballos franceses, porque de los apercebidos españoles, y derramados en torno era tirada a todas partes con golpes mortales una infinidad de pelotas de plomo, las quales no salian ya de escopetas, como poco antes se usaba, sino de piezas mas gruesas, que llaman arcabuzes: pasaban de una banda a otra, no solamente los hombres de armas, mas aun muchas veces dos soldados y dos cauallos juntos, tanto que la campaña cubierta de un miserable estrago de nobles caualleros y de cauallos franceses, que morían en un mismo tiempo 
Historia del marqués de Pescara, de Pablo Jovio, traducida por Pedro Vallés.

En 1525, en el mes de diciembre se hacía una muestra de las tropas españolas en Italia, que habían jugado un papel fundamental durante la batalla de Pavía para derrotar a las tropas francesas.

De esta muestra resultaba que de los 7503 infantes que había repartidos en 36 compañías, 2605 eran ya bocas de fuego [34,7%] siendo tan sólo 1090 de ellos arcabuceros, frente a 1515 escopeteros.


Compañías de arcabuceros

En la Ordenanza de Génova de 1536, que algunos estudiosos señalan como la que da a luz al sistema de los Tercios, se señala que algunas compañías de infantería habían de ser íntegramente de arcabuceros, habitualmente, dos de las doce compañías, que en teoría, formarían un tercio.  Esta norma se mantiene - cuanto menos sobre el papel - hasta la promulgada en el reinado de su bisnieto Felipe IV, en 1632, que impone un mismo pie para todas las compañías.


Su papel en combate

El arcabucero fue durante el siglo XVI, la principal baza ofensiva con que contaba la infantería española, y el mosquetero - aparecido en la década de 1560 - aunque fue naturalmente ganando importancia dado su potencial de fuego, no le dejó apartado de la historia, sino que - cuanto menos en el papel - convivió con él hasta prácticamente la extinción del sistema con las reformas de 1704.

El arcabucero aunaba en su ser movilidad y potencial ofensivo. En el campo de batalla debía siempre contar con el resguardo del cuadro de piqueros, pero cuando se ofrecían acciones más dinámicas - encamisadas y golpes de mano, ya fuera en asaltos a plazas fuertes o salidas - podía prescindir de las picas, y jugar su papel, con tan sólo su arcabuz y su espada.

Cuando en 1542 Fernando I de Austria envió su ejército a recuperar Buda y Pest, ciudades en el reino de Hungría a orillas del Danubio en manos de los turcos, doce banderas de italianos a cargo de Vitelo formaron escuadrón:

con los suyos muy cerrados, y mando a sus arcabuzeros que tirassen hincando la rodilla derecha debaxo de los piqueros. Trauose la batalla con gran ruydo, morian muchos, y los Turcos arremetiendo con obtinada osadia, procurauan romper con vn cuño la ordenança de los nuestros, pero los nuestros se defendian valentissimamente.

Más tarde, acuden a la batalla la caballería húngara y los caballos alemanes del duque Mauricio, tomando a los turcos entre los caballos y los infantes italianos. Estos, rehacen rápidamente su orden, salen los arcabuceros del escuadrón - dónde se hallaban protegidos por el erizo de picas - y forman mangas, mientras que los piqueros avanzan en formación cerrada:

Las compañias de Vitelo no faltando ala occasion arremetieron con sus picas baxas, y los arcabuzeros estendiendofe por ambos lados como dos braços, cerraron con los Turcos y ellos, y las vándas de los Vngaros y los cauallos Alemanes los mataron alli en medio.

Vemos como los arcabuceros se reordenan rápidamente según la ocasión: primeramente, operan a la defensiva, los tiradores a cubierto de los infantes turcos disparando sus arcabuces desde dentro del escuadrón de picas, después, al acudir la caballería en su socorro, se despliegan en dos mangas - el autor dice brazos - para pasar a la ofensiva.

Con el arcabuz se podía ofender a distancia - hasta doscientos pasos - pero a veces se ordenaba disparar a dos picas de distancia, como recoge Luis de Ávila y Zúñiga ordenó el duque de Alba durante la campaña en Alemania de 1546/47:
y habia ordenado que toda nuestra arcabucería estuviese sobre aviso á no disparar hasta que los enemigos estuviesen á dos picas de largo de nuestras trincheas; porque desta manera ningún tiro de nuestros arcabuceros, que eran muchos y muy buenos, se perdería, y si tiraban de lejos, los mas fueran en balde; y así, mandó que las primeras salvas, que suelen ser las mejores, se guardasen para de cerca. 

Lo normal era disparar a unos cincuenta pasos cuando se estaba escaramuzando, aunque se podía comenzar a tirar a trescientos.

Con el arcabuz se mataba a cien pasos, sí, pero era necesario un escuadrón de picas para recoger a los soldados cuando era menester, por eso en la instrucción de 1538 se limitaba el número de arcabuceros que habría en un tercio, porque los soldados parecían preferir sentar plaza de arcabuceros.

La importancia del escuadrón de picas queda reflejado por un episodio sucedido durante la jornada de los Gelves en 1560, en que un grupo de arcabuceros se adelantó luchando contra los moros, y habiendo descargado sus arcabuces al unísono, tuvieron que recogerse en el cuadro de las picas, que igualmente, se avanzó para evitar que sus compañeros en retirada fueran degollados por los moros:

Viendo los enemigos tan pocos, y que de mal pláticos habían disparado los arcabuces todos juntos, dieron sobre ellos y hiciéronlos tornar con más priesa de la que habían traído. Fueron causa éstos, con su mal orden, que los dos Capitanes que hasta allí se habían mantenido bien, desamparasen los puestos y se retirasen, y hirieron en el alcance á Gregorio Ruiz de una lanzada, de que murió dende á pocos días. Perdióse gente en esta retirada, y perdiéranse todos si el escuadrón no marchara á socorrerlos.
Las retiradas vergonzosas que hicieron este día los arcabuceros italianos y los nuestros, fueron por ir más adelante de lo que debían, sin llevar picas que los amparasen.


Preferencia por el arcabuz, desdén por la pica

Una faceta a destacar de los Tercios era la temprana preponderancia del arma de fuego sobre el arma de asta: así, el arcabuz era el arma por antonomasia y la pica quedaba relegada a un segundo plano, mientras que en otras naciones [alemanes y suizos] parecía estar más equilibrado.

En teoría, un tercio contaba con 10 compañías de piqueros y 2 de arcabuceros [para el periodo 1560-1632]

Descontada la primera plana [11 miembros] las compañías de piqueros tendrían 159 piqueros, las dos terceras partes [Parker comenta que la mitad de los piqueros serían coseletes y el resto picas secas] y el denominado "tercio de arcabuceros", o sea, que la tercera parte de la compañía de piqueros serían arcabuceros.

Las compañías de arcabuceros estarían formadas, en teoría, por 214 arcabuceros, más 25 coseletes alabarderos, aunque algún autor recomendaba que estos coseletes portaran una media pica.

A partir de 1567, en todas las compañías se incluirían 15 mosqueteros, pues fue la fecha oficial de adopción en campo [por lo menos en Europa] de este arma.

Si contamos el Tercio teórico a partir de 1567, el resultado sería el que sigue, detrayendo los mosqueteros de los piqueros:
1443 piqueros [coseletes y picas secas o sencillas]
1194 arcabuceros
180 mosqueteros
50 coseletes alabarderos

En esto vemos un cierto equilibrio que tiende a que la mitad, más o menos, de los efectivos manejen armas de fuego, y el resto sean piqueros.

Y sin embargo, ya sabemos que el teórico rara vez se cumplía en esta milicia, y que eran habituales los Tercios con más de 12 compañías, y con menos de tres mil hombres.

Francisco de Valdés indica en un ejemplo de 1568/1569, que en Flandes, los Tercios de Nápoles [con 600 picas], Lombardía [320 piqueros] y Sicilia [280] no sumaban más de 1200 picas, eso para un total de unos 7000 hombres, más o menos. Con lo que la proporción no llega ni con mucho a la mitad teórica anunciada.

El propio duque de Alba denunciaba en 1567, durante los preparativos de la marcha de los Tercios desde Italia a Flandes, la falta de piqueros que había en los Tercios:
"suplico á V. M. que en las primeras naos que partan de Vizcaya para Flandes, mande V. M. cuatro mil picas porque va esta infantería con tan pocas y tanta arcabucería , que por cierto tengo que no podríamos hacer escuadrón, y no he osado forzallos á que las tomen acá porque no se me huyan mas de los que lo han hecho , que es tan gran número á lo que los maestros de campo me dicen , que estoy espantado".

Efectivamente, las picas eran muy necesarias para formar escuadrón, siendo la amenaza de la caballería el factor determinante para la mayor o menor importancia del escuadrón de las picas, pero fuera como fuese, era este arma y soldado una pieza fundamental del esquema.

Antonio de Leyva asesoraba al Emperador en la campaña que iba a emprender en 1532 contra los turcos. Decía que hiciera arcabuceros a todos los españoles que había en Italia - marcharon 6500 - y que asimismo levantara ocho o diez mil arcabuceros italianos. El resto, serían picas alemanas, con una quinta parte de arcabuceros. Afirmaba que los alemanes sostendrían el peso de la batalla y que los arcabuceros eran muy necesarios para apoyar la caballería imperial frente a la ágil caballería turca, y que eran muy convenientes para la defensa y toma de plazas fuertes, para el día de la batalla, para escaramuzas y para escoltas. Concluía que la arcabucería alemana valía poco, ni se podía confiar en ella, lo mismo que de las picas italianas y españolas, "porque en la verdad, para alemanes es la pica y para español e italiano el arcabuz". [Nota 2]

Cuando se creó el segundo Tercio de Lombardía en 1538, producto de la reforma de otros tres Tercios que en estas provincias estaban, el Tercio que contaba con dos mil hombres en 8 compañías, sólo tendría una compañía de arcabuceros, y el resto, serían banderas de piqueros. Lo que indicaba el Marqués del Vasto en su instrucción, en referencia al tema que comentamos, era que no hubiera en las compañías de piqueros más de la tercia parte de arcabuceros, y que con estos, y la compañía de arcabuceros de don Ramón de Cardona [que él calcula sumarían un total de seiscientos] serían suficientes, y que el resto de arcabuceros existentes debían ser "reformados" tomando estos las picas, y que en caso de no querer los soldados cambiar de oficio, fuesen despedidos. Aunque luego - parece que consciente de que tal medida no se haría efectiva - indicaba que "no fuese pagado aunque sirva con arcabuz [...] y la ventaja no se dé no pague de otra manera".

Y continuaba:
"ítem, que en cada una de las siete compañías de piqueros podrá haber hasta el número de sesenta y cinco soldados con coseletes, y en la del Maese de campo, ciento; y en la del dicho don Ramón, doce coseletes".

Este número de coseletes representaría la tercera parte del total de soldados, y más o menos la mitad de los piqueros.

Parece pues que había mucha reticencia a tomar la pica por parte de la soldadesca española. Por un lado, el piquero seco era el soldado peor pagado, percibiendo únicamente el salario mínimo de 3 ducados. Por otra, el coselete estaba equiparado en sueldo al arcabucero [ambos percibían 1 ducado de ventaja por su especialidad].

Sin embargo, aunque el motivo económico aparece reflejado como causa subyacente de la elección del soldado por servir con una u otra arma, a igual sueldo, era claro que el ir armado, el portar un coselete completo de unos 20 kilógramos de peso, haría a muchos preferir el arcabuz, máxime cuando a la incomodidad de la armadura, se unía la del propio arma, que con una longitud de unos 5.40 metros [26 palmos] no era un elemento fácil de transportar.
El propio Francisco de Valdés hablaba de coseletes que quedaban asfixiados por el esfuerzo de la carrera bajo el peso de las armas, y que el sargento mayor - responsable de las marchas - debía vigilar que el ritmo fuera apropiado, con los descansos para refrescarse adecuados, sobretodo en base al "sobreesfuerzo" que realizaba este soldado en relación a sus compañeros.

El mismo marqués del Vasto indicaba en 1538 respecto al armarse los oficiales: "mando, ansí por dar enxemplo á los soldados, como por otros buenos respetos, de aquí adelante, todos los dichos capitanes y sus alféreces vayan á las guardias y a las muestras con sus coseletes y armas, y el que no fuere desta manera, no sea pagado". Parece que los propios oficiales eran remisos a ir con tal carga.

No obstante esto, lo cierto es que la pica parecía gozar de enorme prestigio, y que de hecho, el privilegio de estar en las primeras hileras del escuadrón, se reservaba - amén de a oficiales en activo, reformados y notables - a aquellos soldados mejor armados, o sea, mejor equipados.

En 1546 reunió el Emperador 43.000 infantes, de los cuales 19.000 eran arcabuceros, un 44%. El ejército tenía 9.000 infantes españoles, 7.000 de ellos, arcabuceros, un 77%. [1]

Giambattista Castaldo, maestro de campo general imperial en 1546, escribió un memorial en que recomendaba como había de formarse el ejército. En las 40 banderas de alemanes altos que debían reclutarse - 12000 soldados a 300 por compañía - debía haber 25 arcabuceros por bandera, lo que no llega ni a un 10%. Por contra, debían traerse 12000 infantes italianos y 8000 españoles, y la mayoría, recomendaba, debían ser arcabuceros y además, los arcabuces habían de ser "de la nueva munición".

Durante esa campaña, con tanta arcabucería como había, se tuvo que dar orden puntual de que 30 arcabuceros de cada compañía de infantería española dejasen sus arcabuces y se proveyesen de picas y coseletes de la munición "para que los esquadrones fuesen mas fuertes". Llevaban al menos catorce carros cargados de picas. Cristóbal Lechuga indica en 1611 que se podían cargar 250 picas por carro.

Vemos pues, que demasiada arcabucería no era siempre la mejor opción, y que las picas eran muy necesarias, pero también que había la opinión de que había especialidades en las diferentes naciones: picas alemanas, y arcabuces españoles e italianos.

En esta escena de El triunfo de Maximiliano - elaborado hacia 1515 - podemos ver, entre otros, un carro tirado por cuatro caballos cargados de picas. Había que llevarlas porque se podían romper, por un lado, y como en el caso indicado de 1546, porque se podían tomar a hombres que tenían oficio de arcabuceros para que hicieran de piqueros si resultaba conveniente. 

En el punto 19 de la "Riformatione et stabilimento della fanteria spagnuola del tercio di Sicilia" de 1571 [3] se establecía
En aquellas compañías que no son todas de arcabuceros, se deja a la voluntad y elección del capitán aquellos soldados que deberán servir con arcabuces y morriones, y cuales de ellos tomarán coseletes, y cuales aún servirán con picas solas, y esos capitanes deberán tener cuidado particular de mudar las armas a los soldados, de manera que aquellos que un año habrán usado la pica, el siguiente usarán el arcabuz, continuando en adiestrarles de modo tal que todos sean capaces de servir con todas las suertes de armas, y procurarán que todos los arcabuces sean de una misma bala.

Lo que prueba la necesidad que se tenía de que la milicia española estuviera compuesta por soldados versátiles.

Avanzando un poco en el tiempo, en la Ordenanza de 1632 se dispuso que la compañía - ya sin especialidad - estuviera formada por 70 coseletes, 90 arcabuceros y 40 mosqueteros. Respecto a los coseletes se lamentaba de "el servir muchos desarmados o con picas cortas y ruines armas ha introducido la pereza y la mala disciplina". Y como remedio, ordenaba que "pues a todos los que sirven con picas en la nación española mando dar ventaja de coseletes, no permitan [los capitanes] que sus soldados se desarmen".

En todo caso, parece determinante el papel de la arcabucería - y mosquetería en su tiempo - para ganar batallas en campo - más en el caso de sitios - y puede que al embarazo del peso de las armas, se uniera el hecho de que la mayoría de batallas parecían ser ganadas a tiro de arcabuz, antes que jugando la pica, y para un soldado el papel activo que otorgaba la movilidad del arcabucero, puede que fuera un factor determinante para decantarse por ese arma, sin desdeñar los anteriormente mencionados. Eso no quiere decir que no tuvieran un papel en la batalla - ni mucho menos - pero seguro habría soldados con preferencia hacia actividades más dinámicas, cuya inclinación podría satisfacerse con el oficio de arcabucero.

Rememorando Nordlingen, si los piqueros del Tercio de Idiáquez no hubieran apartado a picazos a los alemanes en retirada del conde de Salma, la formación hubiera sido rota, y arrollados a continuación por los suecos.

Como cantara Calderón de la Barca:

¡Ay cielos,
que en los alemanes hallan
flaqueza que los retiran
de su puesto, los rechazan,
que vienen desordenados!
Hacia aquella parte cargan
que defiende don Martín,
que, porque no le deshagan
sus escuadrones viendo,
con las picas los aparta,
con las espadas castiga,
con la lengua los infama;

Como quedó escrito: "el escuadrón es el pie firme de esta milicia".


Protecciones del arcabucero

Inicialmente, el arcabucero tenía como armas defensivas un peto de acero y un morrión o capacete. Con el paso del tiempo, primero perdió la protección del torso, para después, ya avanzado el siglo XVII, perder también la protección de la cabeza, proceso que se vivió en otras especialidades tanto en infantería como en caballería, ya que en el balance entre protección [reducida progresivamente por el incremento de la potencia de fuego] y movilidad y economía, acabaron ganando estos dos últimos presupuestos.

El morrión podía pesar de unas 2,5 a unas 3,5 libras [para el concurso ordinario] o hasta 16 e incluso 20 libras si era fuerte [reforzado para trabajos en trinchera sometidos al constante fuego de la plaza defensora].

Los estilos eran italiano [el inmortalizado en muchas películas como usado por los conquistadores españoles: de dos picos y enorme cresta] o el español [con apenas o ninguna cresta, y poca visera] pudiendo llevar carrileras [más comunes en el modelo de tipo italiano] que debían, eso sí, dejar los oídos libres para poder oir las ordenes dadas a viva voz en el “fragor del combate”. El primer estilo era más común para los piqueros, y el segundo para los arcabuceros, pues no debía ser muy alto para luchar en la trinchera, pues dejaba una cresta al descubierto que lo podía poner en el punto de mira, y que no ofrecía protección frente a un disparo.

Como en todo, había categorías, y desde algunos enormemente decorados hasta con filigranas de oro, lo más común es que no tuvieran decoración ni grabados de ningún tipo, aunque han sido precisamente de los tipos más decorados los que han quedado más frecuentemente como testimonios del pasado en museos y colecciones particulares.


Arcabucero españoles en la jornada de Túnez [1535]. Detalle del cartón número 8 "Batalla en los pozos de Túnez". de la serie de Vermeyen. Arcabucero con celada y malla. 

Algunos autores, como Girolamo Garimberto en 1557, escribían contra la protección de malla, pues frente a un tiro de arcabuz que la pasara, la herida era mortal, pues los trozos de malla rota quedaban incrustados en la carne y eran imposibles de extraer. Hay un ejemplo de un noble que llevaba una cadena y unos trozos de la misma se le quedaron incrustados bajo la bala. La malla solo ofrecía protección frente a los golpes de pica y de espada, que no era poco.

En todo caso, vemos que la protección de malla era de uso común:

yvan por la misma orden tres mill y quinientos arcabuzeros muy bien adereçados que todos los mas lleuauan en las cabezas celadas y muchos cotas y gorjales de malla 
Historia de la guerra de Alemania, por Pedro de Salazar, 1548

Un detalle del mismo cartón. Podemos ver el arcabucero de la izquierda con un gorjal de malla, y en la cabeza  llevaría un casquete con alas caídas sobre oreja y nuca, y un ala levantada en la parte frontal


La protección del torso se fue aligerando, y se sustituyó el peto de acero por un coleto de cuero, para con el paso del tiempo, acudir sin más protección a la batalla que la que otorgase el jubón y la camisa.

salió Quesada con su arcabuz en las manos é un cuero de ante, vestido con sus mangas de malla é morrión , é su camisa é vanda colorada
Relación de la batalla de Pavía que escribió Fray Juan de Oznayo

En la lámina del Inventario iluminado, se pueden ver diferentes tipos de mangas de malla. Algunas ofrecen protección hasta las muñecas, otras, por encima del codo. Las más cortas, parece que protegían el hombro y las axilas. En la lámina, la figura A: "unos gocetes grandes con malla dorada por los cantos, que eran del rey de Francia" y tomados en la batalla de Pavía de 1525. La figura B, el Panzerkragen: "un gorzal [gorjal] Tudesco de malla de acero con el borde inferior de malla dorada y unos corchetes de plata para abrocharlo". Evidentemente, las mallas que llevasen los simples arcabuceros no tendrían los bordes dorados ni los corchetes de plata, y con el blanco y negro, además, no apreciamos la diferencia. Las figuras C, D y E: "tres pares de mangas y gocetes de malla, guarnecidos de piel de búfalo, para usar debajo de la armadura". En este caso, se trata de proteger la vida del Emperador, así que llevaría unas mangas de malla bajo la armadura. El simple arcabucero llevaría las mangas de malla con un cuero de ante, como Quesada.   La figura G: "un par de gocetes desguarnecidos" y la F, por curiosidad: "un par de zaragüelles de malla con su bragueta"


Pedro de Salazar nos relata como se formó un escuadrón con toda la infantería española del Emperador en Alemania en 1546. Se hicieron mangas de arcabuceros, y se dio las primeras filas de la formación a los que llevaban cotas y celadas, y el resto, al que presupongo desarmado, fue dispuesto detrás, de la misma manera que en los cuadros de piqueros se daba una orden parecida: los mejor armados, debían situarse en la parte exterior del escuadrón.



Nación de arcabuceros

El valor de los arcabuceros era tal, que el capitán de las compañías de arcabuceros estaba un peldaño por encima de su homólogo de las picas, no ya en la consideración y estima de los compañeros de armas, sino por los propios mandos, que otorgaban el mando de las misiones más complicadas a los capitanes de arcabuceros y a sus compañías.

En la nación española - a diferencia de la alemana - se dio muy pronto una preferencia por el uso del arcabuz, preferencia que hubo de ser moderada y corregida, pues, como apuntaba más arriba, las picas seguían siendo muy necesarias en el campo de batalla.




Se supone que durante la guerra de la liga de Esmalcalda, en 1546, el landgrave recibió del conde Guillermo el siguiente consejo:

guarda vuestra gente de escaramuzas con gente española que son mui diestros y animosos: que  solos tres o quatro mil bombres que tenga bastaria en ocho días a comeros gran parte de vuestra gente: porque los Españoles tienen dos cosas: la una es que juegan el arcabuz de punteria: lo que los Tudescos no hazen: la otra que son muy puestos en el cargar y cargan los arcabuzes mas ayna dos veces que tudesco una: lo otro que son mas ligeros: y a guardaros de escaramuzas y de les tocar arma de noche que no os coma la gente:

Como suele pasar con este tipo de citas que solían insertarse en crónicas, lo más probable es que fuera apócrifa, pero creo que el sentido puede ajustarse a la realidad: los españoles eran más diestros y rápidos, por una parte, por ser soldados viejos, y por otra, por la importancia que el arcabuz tenía en la milicia española, mientras que los alemanes parecían tener mayor inclinación por los grandes cuadros de picas.

Los arcabuceros españoles, en todo caso, tenían muy buena fama, y así el rey Enrique VIII pedía en 1544 al Emperador que le diera mil de ellos, "soldados viezios", para combatir en Escocia "seeing our own folks are of none experience".  Wotton encomiaba al español como "a brave and a superbe soldate"; no en vano, los había conocido personalmente cuando asistió como embajador de Enrique VIII al asedio de Saint Dizier en 1544. Los soldados españoles eran codiciados, pero era cmuy difícil contratarlos como mercenarios, cuando los reyes no tenían intención alguna de desprenderse de ellos. También eran el modelo a seguir en lo que equipamiento se refería.: "for 4,000 harquebusiers with their bandoliers, also 4,000 morrions for them like the Spaniards wear"





Notas

[1] El tercio que vino de Hungría, con Álvaro de Sande como maestre de campo, 2800 hombres, el tercio de Lombardía, a cargo de Arce con 3000, y el tercio de Nápoles a cargo de Alonso
Vivas. Vera y Zúñiga da una cifra total cercana a los 8000 infantes españoles. En el cuerpo principal cito a Pedro de Salazar.

[2] La transcripción del original - transcrito por Leyva Pacheco en su obra "Carlos V y los turcos en 1532" reza así:
los alemanes qiere compañía y la mejor que se le pueda dar son españoles. Y syno ay tantos como es menester, v. m. prevea de arcabuceros italianos que fuera de sus casas y en companja destas dos naciones harían bien el dever suyo, y digo que ami parecer conviene que v. m. prvea de llevar estos españoles que ay están haziendolos hazer todos arcabuceros y ultra desto que con viij ó xU italianos por que esto es lo que á v. m. ha de dar la vida, y crea v. m. que valen mas cinqtaU alemanes y xxU arcabuzeros italianos y españoles que clU alemanes ó de otra nación ql quier que sea: los alemanes sosternan bien el peso de la batalla y çufrirán el trabajo de la batalla; pa la execucion estos arcabuceros son los que lo han de hazer la mayor ventaja que v. m. ha de tener al turco ó mui poca ha de ser esta arcabucería/ ya v. m. sabe que la gente de caballo es mucha y pa ygualar la cavallería de v. m. con la del turco conviene mucho esta arcabuceria con ellos y digo que el arcabuceria conviene pa deffensa de las trras y pa tomallas pa el día de la batalla y pa escaramuca y ya escoltas y otras muchas cosas q en los extos conviene, a sy que suppco á v. m. humyllmente que esta provision se mande hazer, por que espo en Dios que se hallará muy bien dello, no digo que nesto que sean de masiados de lo que pueda v. m. poner en campo, syno enel numero dellos/ po sy han de ser ciento myll alemanes que sean LcccU y xxU arcabuceros; la esperiencia de lo que vale entre alemanes el arcabuceria spanola creo lo sabe v. m./ y por esto no me alargaré enello masde tornar a suppar á v. m. que lo mande proveer; el arcabuceria alemana vale poco, v. m. no cure della nj de pica spanola nj italiana, porque en la vdad pa alemanes es la pica y pa spañol y italiano el arcabuz;

[3] Transcrito en el original italiano como apéndice en las páginas 597 a 604 de La Antemuralla de la Monarquía. Los Tercios españoles en el Reino de Sicilia en el siglo XVI, Carlos Belloso Martín. Aquí lo presento traducido al español.

1 comentario :

Mensajera dijo...

En De Pavía a Rocroi vi una cita afirmando que los arcabuceros se «metían casi debajo de las picas enemigas». Lo mismo vi también en EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS: «Hubo casos de arcabuceros que para tirar se metían casi debajo de las picas enemigas».

Sin embargo, no puedo encontrar materiales históricos que lo justifica. Quería saber si hay registros o casos que pueden probar este argumento.

Un saludo.